14 de marzo de 2015

El "Rastro" de Madrid

 
El Rastro de Madrid

La tradición popular cuenta que la denominación de “El Rastro” tiene que ver con los mataderos que se ubicaban en la plaza del General Vara de Rey y los curtidores que se instalaron en Ribera de Curtidores durante sus orígenes, en el siglo XV y XVI.  

Cuando Felipe II estableció su Corte en Madrid, en el año 1561, la villa no alcanzaba los cien mil habitantes. Desde finales de aquel siglo XVI, las principales calles y plazas de Madrid se vieron invadidas por baratillos (mercados públicos) donde los ropavejeros vendían ropa usada, siendo la Plaza mayor y la Puerta del Sol los lugares favoritos. Esto dio lugar a  la persecución por las autoridades de los baratillos, y buhoneros, que se extendió hasta bien entrado el siglo XVIII.

Con el paso del tiempo estas prohibiciones fueron debilitándose. De todos los barrios, el de Lavapiés  era el más poblado y con mayor industria. Se sabe que era zona de mataderos[] y que en sus aledaños se realizaban tareas relacionadas con el curtido de las pieles. Estas actividades quedaron reflejadas en el callejero madrileño: calles del Carnero, Cabestreros, Ribera de Curtidores… Y empieza a surgir el nombre de “El Rastro” porque al transportar arrastrando las reses, ya muertas y aún sin desollar desde el matadero cercano al Manzanares hasta las curtidurías, se dejaba un rastro de sangre aumentado por el desnivel de Ribera de Curtidores.

El Rastro, tal y como lo conocemos hoy en día, con la venta de productos de todo tipo, se remonta al siglo XIX. Mesonero Romanos describe en su obra «El antiguo Madrid» (1861) que ya entonces se vendían allí «utensilios, muebles, ropas y cachivaches averiados por el tiempo, castigados por la fortuna o sustraídos por el ingenio a sus legítimos dueños». Al lugar, acudían, según el escritor «clases desvalidas, los jornaleros y artesanos».

El último capítulo de su pasado truculento, la tradicional matanza del cerdo   (en los meses de invierno), continuó realizándose junto al Rastro[ hasta a comienzos del siglo XX, cuando se inauguró el nuevo matadero de paseo de la Chopera junto al río Manzanaresl   en el año 1928.

A pesar de la eclosión a lo largo del siglo XX de las tiendas comerciales y de los Grandes Almacenes, el Rastro continuó creciendo aportando nuevas mercancías y atracciones: músicos callejeros, organilleros y pianos am- bulantes, titiriteros  o prestidigitadores. Las tabernas y las tascas rodean el Rastro, proporcionando sus servicios a los visitantes.

En las tres primeras décadas del siglo XX, el Rastro se extendió por diversas calles adyacentes y atrajo la mirada de intelectuales, artistas y escritores.

En 1902 el soldado Eloy Gonzalo fue declarado héroe del asedio de Cascorro en Cuba.  Se levanto una estatua en su honor     en la Plaza del Rastro, que a partir de entonces adopta el nombre popular de Plaza de Cascorro  En 1928  los dos mataderos de la zona fueron trasladados al nuevo Matadero Municipal de Madrid, en el barrio de Legazpi.   Lo que se ganó en salubridad se perdió en casticismo.

Durante la Guerra civil la cercanía del Rastro al frente de Madrid  no supuso sin embargo un cese real de actividades. Tampoco el periodo posterior.   En los años setenta  se incremen- tan y estimulan sus actividades. Hasta que, en 1998, el Ayuntamiento madrileño empieza a reducir y controlar su expansión por las calles adyacentes.[   

El Rastro en el siglo XXI posee una regulación municipal establecida en el año 2000  Esta regulación permite al Ayuntamiento de Madrid controlar el número de puestos, el tamaño de los tinglados, lo que puede venderse, y las calles donde puede celebrarse. Está prohibida la venta de animales vivos y alimentos en puestos callejeros.

Reproducido de abc.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario