29 de diciembre de 2014

La Cuba que ya cuenta el cambio (II)


La Cuba que ya cuenta el cambio
( II )
Amelia Castilla

Wendy Guerra (La Habana, 1970) vive en el barrio de Miramar, una de las antaño zonas residenciales de la ciudad. Su casa ocupa la última planta de un edificio de tres pisos de aspecto destartalado al que se accede tras franquear una verja de seguridad. El interior, decorado en estilo minimalista con sofá blanco y mecedora de Charles Eames, resulta totalmente acogedor y extraño en una ciudad donde los edificios parecen a punto de derrumbarse y el asfalto como si no se hubiera tocado desde que Fidel entró en La Habana en 1959. Todo en la cocina es órganico, y el zumo que ofrece al visitante, natural.

Se hizo tremendamente popular gracias a la televisión, donde presentaba programas, pero hace años que fue silenciada por el régimen. La gente acostumbrada a verla en pantalla le pregunta por la calle si se ha marchado a vivir fuera de Cuba, a lo que ella responde que vive en el inxilio. Triunfa fuera pero sus novelas no se publican en la isla. Sin embargo, ella decidió permanecer en una sociedad desgastada y dividida: "Es bueno quedarse con lo malo de lo bueno. Aquí llevo una vida esforzada pero legítima. Soy coherente con las herramientas que todo el mundo usa; uso las bibliotecas y voy a los hoteles para entrar en Internet. No podría vivir aquí como un extranjero. No soy una activista política, sino una escritora", cuenta a velocidad de vértigo.

Cuando sale de la isla y se reencuentra con sus compatriotas siente una enorme alegría. "Son mis hermanos", aclara. "No entiendo que desde el exilio se nos siga atacando. Los intelectuales están llenos de prejuicios, pero ya es hora de declarar el alto el fuego. No podemos seguir repitiendo las historias de nuestros padres".

Graduada en Dirección de Cine en el Instituto Superior de Arte y alumna de García Márquez en su taller de guiones, como escritora se mueve en el territorio de los diarios, y su novela Todos se van, un relato autobiográfico de cómo vivió la diáspora de todos sus amigos y conocidos una hija de la Revolución, se lee como una de las críticas más devastadoras del comunismo, escrita desde la visión de una niña.

 Como escritora siente que desarrolla una carrera personal que no pudieron hacer los padres de su generación porque ellos nunca pensaron en tener algo suyo en primera persona del singular. "De niños no pudimos elegir, fuimos educados en el marxismo con la idea de que nada de lo que teníamos era nuestro, todo pertenecía al Estado y yo me rebelé contra eso". Los días en Cuba se parecen mucho, pero, en ese adagio de lo mismo, Guerra saca los temas que pueblan sus libros. Ahora vive dedicada a recibir a los amigos que se fueron y que regresan a la isla a despedirse de sus padres enfermos o directamente a enterrarlos. Y no hablamos de una figura literaria. "Está desapareciendo una generación, viejos comunistas que apoyaron a Castro y gente que, en algunos casos, se enfrentó con sus hijos cuando decidieron marcharse". Quizás escriba sobre ese enorme drama en alguno de sus diarios. "Hay muchos infiernos; el socialismo nos ha hecho muy insolidarios".

A caballo entre dos generaciones y entre dos países emerge la figura de Pedro Juan Gutiérrez. Consiguió un filón contando con desgarro su vida erótica, pero sufrió la censura y los insultos. "Cuando se publicó en octubre de 1998 Trilogía sucia de La Habana en mi país, me echaron a la calle de la revista donde trabajaba y se corrió un muro de silencio a mi alrededor. Yo saqué fuerzas y me dije a mí mismo: pues, en primer lugar, no me voy a ir a Miami ni a ningún lado, aquí me quedo porque este es mi país y voy a aguantar el chaparrón".

Desde que empezó a redactarla su objetivo fue hacer literatura pero nada de entretenimiento. "Quería escribir sobre mi vida y sobre la gente que me rodea en Centro Habana. Era una etapa de mucha hambre, miseria, degradación. Yo trabajaba como periodista en una revista oficial y, claro, no podía escribir nada fuerte. No me dejaban. Creo que todos esos libros (cinco títulos) del Ciclo de Centro Habana son una especie de venganza. Cuando escribí el primer cuento de la trilogía me dije: 'Ahora yo soy responsable de todo'. Y escribí a full. Sin importarme lo que pasaría después", cuenta vía correo electrónico desde Canarias, donde vive parte del año. La trilogía se ha publicado en una veintena de idiomas.

No soporta que lo etiqueten como el Bukowski cubano. "Mis personajes son mucho más vitales, variados, decididos, alegres y sexuales que los borrachitos retorcidos, grises, repetitivos y aburridos de Bukowski. Mis personajes tienen la vitalidad del trópico, la testosterona (y los óvulos efervescentes) y la gracia del Caribe. Son mis vecinos, la gente que me rodea. La gente que te vas a encontrar si paseas un poquito por Centro Habana ahora mismo y los que te seguirás encontrando dentro de 20 o 30 años". Ha terminado una novela titulada Fabián y el caos que se desarrolla en Matanzas en los años sesenta y setenta del siglo pasado, con un Pedro Juan adolescente y joven y uno de sus amigos de esa época.

Se muestra cauto con los cambios anunciados. "Estoy de acuerdo en que sean lentos, graduales, bien pensados y sobre todo que los mediten bien para que puedan seguir adelante, abriendo la sociedad a la modernidad. Fueron muchas décadas de mucha cerrazón, de muchas prohibiciones, y eso genera un caldo de cultivo nefasto, sobre todo entre los jóvenes". A su juicio, lo principal en este momento sería "activar la economía y los derechos individuales y el acceso a la modernidad en todos los sentidos. No podemos seguir viviendo en un coto cerrado. No tiene sentido y es anacrónico”.

10 libros para entender la Cuba de hoy

Narrativa

Trilogía sucia de La Habana, Pedro Juan Gutiérrez. Anagrama.1988
Todos se van, Wendy Guerra. Bruguera, 2006. Reeditado este año por Anagrama.
La fiesta vigilada, Antonio José Ponte. Anagrama 2007
Carbono 14, una novela de culto, José Enrique Lage. Ediciones Altazor, 2010
Hablando de fantasmas y mucho más, Esther Díaz Llanillo. Editorial Letras Cubanas, 2011

Ensayo

El mapa de sal, un postcomunista en el paisaje global, Iván de la Nuez. Mondadori, 2001. Reeditado por Periférica en 2010.
Tumbas sin sosiego, Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano, Rafael Rojas. Anagrama, 2006
Fantasía Roja. Los intelectuales de izquierdas y la Revolución cubana, Iván de la Nuez, Debate 2006.
Rojo sceituna, un viaje a la sombra del comunismo. Ronaldo Menéndez. Páginas de Espuma, 2014
El viaje más largo, en busca de una cubanía extraviada. Leonardo Padura, Nuevos Emprendimientos Editoriales, 2014

El País, Madrid
Reproducido de eltimbeke.com

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