12 de julio de 2014

Laura Mestre Hevia, una cubana helénica


Laura Mestre Hevia, una cubana helénica

Marlene María Pérez Mateo

          Todavía no me recupero (por decirlo de alguna manera) de saber que Homero no fue el autor de la Ilíada y la Odisea; que Shakespeare no fue el autor de tantos dramas y poemas; y que Mozart no escribió toda la música que suponemos. Claramente estas son teorías o especulaciones con basamento hipotético. Se plantea a Anna Marie Mozart, la hermana del músico austriaco como la autora real de buena parte de sus melodías, siendo esta la única salida de la joven para dar a conocer su creación.

          El primero, y de los tres ejemplos el mas antiguo, apunta a una mujer radicada en las costas de Sicilia quien escribió los dos dramas: La Ilíada y La Odisea, con varios lustros y generaciones de diferencia. Lo segundo es adjudicado a Sir Eduardo de Vene, Conde de Oxford; aristócrata inglés sumamente culto quien se valió de un actor de teatro, William Shakespeare, para sacar a la  luz su pródiga y genial escritura.   

    Mas dedico estas líneas no exactamente al asombro, ni a las hipótesis. Dedico estas palabras   a una cubana, verdadera e ilustre, no escondida. A una que hizo de  la traducción   la profesión de transparencia merecida: Laura  Mestre Hevia.

          Laura nació en La Habana en una familia de  acaudalados intelectuales en 1867. Su primo Aristides Mestre fue un biólogo notable, su primo, Juan Miguel Dihigo y Mestre,  filólogo, su hermano Jose Manuel Mestre Domínguez, filosofo y su hermana Fidelia, traductora. Pero es sin duda su padre, el Doctor Antonio Metre, quien mayor influencia tendrá en su vida. Fue él un pionero de la pediatría cubana y el introductor de las teorías de Darwin en Cuba.  Ya a los 16 años, Laura había leído a la gran mayoría de los clásicos universales.  Dos lustro publicó su primera traducción del francés, “Sombra” de Adele Janvier, en la revista “La Habana Elegante”. Estudió en la Facultad de Arte de la Universidad de La Habana, y además latín, griego, francés, inglés e italiano. Con el fin de profundizar en el mundo helénico incluyó en su curriculum literatura y filosofía.

          En su casa de Jesús María # 26 se consagra a la traducción de clásicos.  Ha sido y es la única mujer traductora al español, de los poemas adjudicados a Homero.   Publicó en 1939 libros sobre literatura moderna, la traducción de los poemas de Safo y epinicios de Píndaro.  Laura logró belleza, precisión y fidelidad al texto original. El uso de epítetos, hipérbaton y la puntuación no ofrecieron pocas dificultades. Ella misma lo definió: “es copiar en yeso una obra en mármol”  “…no seamos traidores sino interpretes de la verdad, a veces desnuda, a veces trágica de su lenguajes; peor también revelemos la infinita poesía de sus cantos...” “… se siente la fragancia del amanecer del mundo, de la primavera del universo."

          Para vergüenza de todos, la mayor parte de su obra no ha sido publicada y de las manos de Isabel, hermana de la autora, pasó a las de José María Chacón y Calvo y de allí a un Archivo del Instituto de Literatura y lingüística.          

Marlene María Pérez Mateo
Febrero 14, 2014

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