Miedo y rencor a Castro
Tania Díaz Castro
¿Podía ser de fiar aquel
personaje atolondrado, vehemente, impetuoso y agresivo, empeñado en gobernar
Cuba a como sea?
LA
HABANA, Cuba. CUBANET - -Son pocos los que saben por qué el pueblo cubano no
apoyó a Fidel Castro en los años que antecedieron a su dictadura, cuando para
poner fin a su corta guerra de guerrillas en las montañas, pidió una huelga
general en 1957 y otra en 1958 y el pueblo se mantuvo a distancia.
Si
revisamos la prensa de aquellos años, podemos saber que a partir de 1944,
cuando Fidel dio sus primeros pasos en el escenario político de La Habana,
comenzó a vérsele como un joven problemático capaz cometer graves errores, al
pertenecer a una agresiva organización política, Unión Insurreccional
Revolucionaria UIR-, envuelta en cruentos enfrentamientos y, como se publicó, por
haber participado en una balacera en el Estadio Universitario, con un saldo de
varios heridos graves.
En 1947
recibe un contundente fracaso cuando participa de una expedición para derrocar
al dictador Trujillo, en la que, para evadir la cárcel, escapa a nado de la
embarcación. Luego, en noviembre de ese año, vuelve a ocupar las páginas de
algunos periódicos, cuando junto a otros estudiantes, se roba la campana del
ingenio La Demajagua, símbolo de la guerra de 1868 contra España, un hecho
hasta ahora poco esclarecido y calificado entonces de ¨protagonismo político¨.
Al año siguiente, el 22 de febrero de 1948, también se le acusa de haber asesinado a tiros a Manolo Castro, secretario general de la Federación Estudiantil Universitaria FEU-, cuando éste salía del cine habanero ¨Cinecito¨. A los pocos meses, el 6 de junio, vuelve a ocupar las páginas de la prensa, al verse implicado en el asesinato de Oscar Fernández Garalt, sargento de la policía universitaria.
Al año siguiente, el 22 de febrero de 1948, también se le acusa de haber asesinado a tiros a Manolo Castro, secretario general de la Federación Estudiantil Universitaria FEU-, cuando éste salía del cine habanero ¨Cinecito¨. A los pocos meses, el 6 de junio, vuelve a ocupar las páginas de la prensa, al verse implicado en el asesinato de Oscar Fernández Garalt, sargento de la policía universitaria.
El 6 de
agosto de 1951, una historia macabra ocupa los titulares de varios periódicos
habaneros, cuando Castro pretende utilizar el cadáver del líder ortodoxo
Eduardo Chibás y desfilar con el féretro hasta el Palacio Presidencial. José
Pardo LLada, uno de los periodistas más famosos de la época, relató los hechos
y acusó a Fidel de querer sentar el cadáver de Chibás en la silla presidencial
para tomar el poder.
En
1953, la mala suerte no deja de perseguirlo. El 26 de julio también fracasa en
su intento por tomar de madrugada el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba con un
grupo de hombres, uno de los actos terroristas más trágicos de nuestra
historia. Es condenado a 15 años de cárcel, pero gracias al perdón de Fulgencio
Batista, sólo cumple 22 meses.
¿Podía
ser de fiar aquel personaje atolondrado, vehemente, impetuoso y agresivo,
empeñado en gobernar Cuba a como sea? El 31 de diciembre de 1958, se aprovechó
de la fuga de Batista y protagonizó un carnaval estrambótico y grotesco, jamás
visto en la isla: Miles de soldados, barbudos y harapientos levantaban sus
armas, de pie, en vehículos descapotados y en tanques de guerra recién
obtenidos, mientras avanzaban por las vías principales del país celebrando una
súbita, inesperada y extraña victoria, que nadie esperaba. El último en
desfilar fue Fidel Castro, todo bien planeado por él y ya sin su fusil de
mirilla telescópica.
Así,
comenzó a gobernar, como caído por sorpresa del Infierno, mientras la población
cubana se convertía en su rehén y asumía, sin ella saberlo, el Síndrome de
Estocolmo: esa reacción psicológica en la cual la víctima desarrolla por su
secuestrador un vínculo afectivo mezclado con miedo y rencor.
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