11 de mayo de 2014

Olor a oveja





Olor a oveja

Quiero ser aroma de buen pastor
desprendiéndome de la distancia 
que infunde mi persona,
para abrazarme desde la cercanía que aporta el evangelio.
Sólo así, Señor, 
podré decir que soy “buen pastor”.

Abriéndome sin temor 
a los que estando lejos de mí
tienen tanto o más derecho 
que los que viven junto a mí
a tu gracia y a tu poder, 
a tu presencia y a tu palabra.
Sólo así, Señor, 
podre decir que soy “buen pastor”.

Desprendiéndome de lo que es secundario,
de aquello que estorba 
al empuje de mi cayado,
de tantas cosas que, 
aun siendo importantes,
no son necesarias 
para compartir mi vida con los demás.
Sólo así, Señor, 
podré decir que soy “buen pastor”.

Entregándome 
sin esperar recompensa alguna,
con pasión y con muerte, 
con vida y con juventud,
con experiencia o con vejez, 
con fuerza y con debilidad.
Sólo así, Señor, 
podré decir que soy “buen pastor”.

Perdonando las incomprensiones 
y las calumnias,
los malos entendidos y los rechazos,
las contrariedades, 
insensibilidades o cerrazones.
Sólo así, Señor, 
podré decir que soy “buen pastor”

Quiero ser aroma de buen pastor
llevando alegría a la casa de la tristeza 
que es el mundo,
derrochando sonrisas aunque
por dentro esté llorando,
cantando desde la fe 
aunque el auditorio esté vacío,
pregonando tus excelencias 
aunque los oídos estén taponados.
Sólo así, Señor, 
podré decir que soy “buen pastor”.

Acercándome aunque mi presencia
no sea cómoda,
predicando aunque mi mensaje
sea reprendido,
amando aunque mi afecto
sea ridiculizado,
callando aunque mis silencios
sean tachados de cobardía,
hablando aunque mis palabras
sean tomadas como intromisión.
Sólo así, Señor, 
podré decir que soy “buen pastor”.

Que mi palabra sea eco de la tuya, 
mi vida color de la tuya,
mi vivir resonancia de la tuya, 
mis pasos huella de los tuyos,
mi entrega memorial de la tuya 
y mi servicio para ti y por ti, Señor

Javier Leoz

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