La Cuaresma es tiempo de preparación interior
a la celebración de la Pascua. El uso de
la ceniza para simbolizar penitencia es antiguo: los judíos, por ejemplo,
acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio, al igual que
los ninivitas.
También
en los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el
Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza
y se presentaban ante la comunidad vestidos con un “hábito penitencial”. Esto
representaba su voluntad de convertirse. En la Iglesia católica esta tradición
perdura y existe para recordarnos que, al final de
nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por los
demás hombres.
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