María, Madre, presencia y
símbolo (1)
Rogelio Zelada
Sorprende
comprobar cómo la devoción popular mariana ha sido el cauce providencial que ha
alimentado, mantenido y enriquecido la
Fe del pueblo creyente latinoamericano.
Pequeñas
imágenes, lienzos extraordinarios, tallas en madera o piedras siempre ligadas a
la historia de nuestras naciones, con testigos privilegiados entre los mas
pobres, indios, mestizos, negros, o gente escogida para, en el momento preciso,
ser puente entre la tradición y la
Fe. Halladas en un marco de enorme
cariño popular, las advocaciones marianas son el legado de riqueza espiritual,
de fiesta de corazón, de identidad nacional que debemos de mantener, conservar
y celebrar.
En
cada trozo del continente latinoamericano la experiencia mariana tejió un
rico tapiz de afecto, raíces y trato del
corazón, que ha dejado una muy profunda
huella en lo que somos.
México
Fray
Juan de Zamárraga se ha quedado sin palabras. Las mas frescas y hermosas rosas
de Castilla que han caído al suelo parecen encender la imagen que resplandece
sobre el ayate que aquel indio terco y
porfiado ha desplegado en su presencia.
Aquel prodigio guadalupano inició
una extraordinaria historia de amor entre la Madre de Dios y un pueblo empobrecido,
dominado y deprimido que encontró en la Virgen de Guadalupe el camino hacia su
identidad y dignidad.
Argentina
En
Luján, una carreta no quiere cruzar el río. Los bueyes han clavado sus pezuñas
en el barro de la orilla, sin moverse. Una carga que llevaba en el rústico
carro era la causa. La pequeña imagen de la Inmaculada, labrada y policromada
en simple barro, quiso quedarse en ese lugar para ser reina del corazón del
pueblo argentino.
Bolivia
Hecha
de pasta de maguey y estuco, en su rostro asoman los rasgos de los
indígenas lo mismo que sus vestiduras evocan
los antiguos atavíos de las princesas incas. Entronizada en 1583, en una
pobrísima iglesia de adobe, la Coyeta, como la llaman los quechuas, es decir,
Nuestra Señora de Copacabana, es la reina del pueblo boliviano.
Brasil
Una
mala pesca y un importante compromiso han llevado a tres pobres pescadores a
faenar en el río Paraiba. Nada han conseguido, pero enredada en las redes
aparece una cabeza de la Madre Inmaculada. Mucho mas lejos recogen también el
cuerpo, y entonces la pesca se hace desmesurada, incontenible. La imagen, del siglo XVI, que había permanecido tantos años sumergida
en el agua del río, perdió su policromía original y aparece ahora de un
brillante color negro. Ella, Nuestra Señora Aparecida, es la madre indiscutible
del pueblo brasileño.
Chile
En
1817 el general José de San Martín coloca su bastón de mando en las manos de
una hermosa imagen de la Virgen del Carmen, a la que proclama Patrona y
Generala del ejército de los Andes, y en la víspera de la batalla de Chacabuco
promete levantar un templo a la santísima Virgen allí donde fuera firmada la
libertad de Chile. La Virgen del Carmen del Maipú es la celestial patrona de
Chile desde 1923.
Colombia
Una
muy deteriorada pintura de la Virgen del Rosario fue a parar a una hacienda,
donde una piadosa sevillana la colocó en la capilla del lugar. Casi nada se podía apreciar de lo que había sido
pintado en aquella rústica tela de algodón. El 26 de diciembre de 1586, un
inusitado resplandor llenó por completo el pequeño templo y aquel cuadro apareció prodigiosamente restaurado, no sólo en el color, sino también
en los agujeros que sufría la tela. Los colombianos tienen por patrona y madre
protectora a Nuestra Señora de Chiquinquirá, “La Chinita”, como la llama el
cariño del pueblo.
Costa Rica
En
Cartago, Juana Pereira, una pobre mestiza, sale al amanecer a buscar leña al bosque vecino. En lugar de madera
encuentra sobre una roca una pequeña imagen de la Virgen María, que la india
aprieta contra su corazón mientras la lleva a su humilde choza; pero la imagen
vuelve hasta cinco veces al mismo lugar del hallazgo y convence así a todos de
que en ese sitio elegido por ella deben erigirle un templo. El hallazgo sucedió el día que la Iglesia
celebra la festividad de la Virgen de los Ángeles, y por eso ella es patrona
del pueblo costarricense.
Cuba
A la
costa norte de la parte oriental de Cuba se encaminan tres trabajadores en
busca de la valiosa sal que necesitan. Una tormenta los detiene justo en la
orilla del mar, pero al amanecer logran zarpar hacia las salinas. Entre los
vestigios de la tormenta descubren un bulto blanco, que primero confunden con
un ave o con una pequeña niña, pero que resulta ser una hermosa y pequeña imagen de la Madre de Dios. Asombrados del hallazgo y sobre todo de haber
encontrado secas las vestiduras de la imagen, la suben a la canoa y descubren la inscripción impresa sobre la
tabla en que ésta flotaba. “Yo soy la Virgen de la Caridad. Ella, a quien el
pueblo llama “Cachita”, es Reina y Señora de Cuba.
República Dominicana
“Tatica,
la de Higüey”, como el pueblo dominicano llama a Nuestra Señora de la Altagracia,
es una advocación que tiene varias historias sobre su origen; una de ellas
cuenta que una jovencita deseaba tener un cuadro de la Virgen que su padre
buscó por toda la isla infructuosamente. Mientras éste relataba a un grupo de
amigos su pena por llegar a casa con las manos vacías, un anciano que lo
escuchaba sacó de su alforja un lienzo enrollado y se lo entregó: “Esto es lo
que busca”. Hermosamente pintada allí, suavemente sonreía la imagen de la Virgen
de la Altagracia, Protectora Dominicana.
Rogelio Zelada es Director Asociado de
la Oficina de Ministerios Laicos
de la Arquidiócesis de Miami, FL.
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