15 de septiembre de 2015

Uno de los suicidios mas ocultados por el castrismo

Raúl y Vilma. De Nilsa no quedan ni fotos.
 
 

Uno de los suicidios
mas ocultados por el castrismo

Por Tania Díaz Castro

CubaNet - La Habana, Cuba.- Me da mala espina que el nombre de la revolucionaria Nilsa Espín Guillois no aparezca en la Enciclopedia Cubana EcuRed, confeccionada por el gobierno en 2011, corregida en 2012 y ampliada en 2015, donde se encuentra nombre y señas de cualquier Juan de los Palotes que en la clandestinidad le lanzó una trompetilla o un hollejo de naranja a un policía de Batista.

Tampoco aparece Nilsa en las viejas y recientes cronologías de la Revolución. Joven aún, se suicidó en 1965. Sus ideas políticas estaban más cerca de Mao y Trotski que del viejo Marx, cuando en La Habana la Conferencia de Partidos Comunistas Latinoamericanos hacía énfasis en la unidad de los países socialistas, con exclusión de China, cuando Fidel Castro declaró que ¨…sin el petróleo soviético la isla estaría condenada a la ruralización¨, cuando en un ataque frontal con la línea maoísta, ordenó recoger las obras de Mao de librerías y bibliotecas y lo calificó tal como era: ¨de monarca absoluto, fascista y viejo senil¨.

A continuación, Raúl Castro, cuñado de Nilsa, encabezó una delegación para asistir a la Conferencia Mundial de Partidos Comunistas en Moscú.

Por esa fecha Nilsa prefirió abandonar el mundo que la rodeaba.

Muchas personas que la conocieron, la recuerdan como una revolucionaria de línea dura.

Por los años 2000, Jorge Ibarra Cuesta, historiador de amplia trayectoria intelectual-académica, expresó a un periodista que Nilsa y su esposo Rafael Rivero ¨formaron parte de un grupo de jóvenes revolucionarios que antecedieron en su rebeldía al fallido ataque que dirigió Fidel Castro contra el Cuartel Moncada en 1953¨.

Pertenecieron, según Ibarra, al movimiento izquierdista de la Universidad de Oriente, vinculados al líder santiaguero Frank País. ¨El nombre de guerra de Nilsa –dijo- era Madame Curie. Ella, su esposo y demás integrantes, representaban la fracción más extremista y de tendencias trotskistas, en 1952¨.

Otra de las personalidades que recuerda a Nilsa y a Rivero, fue el profesor universitario Jorge Castellanos Taquechel, luego en el exilio, así como la doctora María Cristina Herrera, fundadora del Instituto de Estudios cubanos de Miami. Ellos testimoniaron al periodista Pablo Alfonso que recordaban muy bien a Nilsa.

¨Una muchacha alta, pecosa, flacucha, una especie de rebelde contra todo tipo de convencionalismos sociales¨, según la doctora Herrera.

A principio de 1960, su hermana Vilma Espín, en una entrevista concedida al periodista Carlos Franqui, confirmó que Nilsa y Rivero habían pertenecido a un grupo de revolucionarios que luchaban contra Batista en 1952, que incluso habían asaltado cuartelitos militares para obtener dinamita y fusiles y que en el Cuartel del Cobre habían matado a un policía.

Franqui, coincide cuando recuerda a Nilsa: ¨Tenía una personalidad temeraria y peligrosa. Durante las manifestaciones estudiantiles, ella solía apedrear a la policía¨.

En otra ocasión, se refirió a que la versión que se dijo sobre la muerte de Nilsa y Rivero, un pacto suicida a distancia, él en un campamento militar de Pinar del Río y ella en el despacho de Raúl Castro, nunca se había aclarado.

A estas alturas del tiempo, nada se dice de Nilsa Espín y de Rafael Rivero. Se los tragó la tierra por orden de alguien.

No aparecen ni en los centros espirituales de la dictadura cubana. Como si no hubieran existido jamás.

Aún así, Nilsa es una espina clavada en la garganta del castrismo para siempre.

 

La triste historia de Nilsa Espín

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Guillermo Cabrera Infante 
jun 20, 2007 • 10:29h             

Nilsa era la hermana de Vilma Espín que es ahora una revolucionaria con todos sus títulos y privilegios: esposa de Raúl Castro, miembro del comité central del Partido Comunista de Cuba, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, etc.

Curiosamente las Espín, como los Castros, pertenecían a la alta burguesía de la provincia de Oriente. Ellas a la burguesía urbana, ellos a la burguesía rural. Vilma, cima de la educación de la burguesía cubana, había hecho estudios en un exclusivo colegio americano, Bryn Mawr o Vassar.

Pero se hizo célebre no bien triunfó la Revolución, como la apo­teosis de la rebeldía al casarse con Raúl Castro, en un golpe de propaganda y adelanto revolucionario: el progreso de la burgue­sía renuente. Su fotografía de bella cubana con una gardenia al pelo negro se publicó en la portada de Life y recorrió el mundo como la imagen de la belleza guerrillera en su boda con un novio de verde-olivo, boina y extraña trenza.

Pero Vilma era una adve­nediza que por pura casualidad había servido de mensajera entre Frank País en Santiago y Raúl Castro en su montaña, correos que para una linda muchacha rica de buen nombre conocido de todos era un paseo a la sombra.

Quien sí tenía una larga historia insu­rreccional en Santiago era su hermana Nilsa, más modesta, me­nos fotogénica, incapaz de colgarse una flor al pelo. Cuando triunfó la Revolución, Nilsa también se casó, pero escogió como compañero eterno a un oscuro rebelde sin nombre. Nada de co­mandantes o líderes carismáticos o jefes de la Revolución para ella. Su nombre nunca salió en ningún periódico, nacional o in­ternacional, mucho menos apareció su fotografía en ninguna par­te de Life, ni siquiera en Life en español.

Ella y él trabajaban in­tensa pero anónimamente donde los destinaba la dirigencia. Él parecía vagamente un revolucionario ruso con su barba profusa y el pelo hirsuto en desorden. Era una suerte de Trotsky cubano -peli­groso parecido- y trabajaba en la reforma agraria en Pinar del Río. Allí, siempre crítico, encontró oposiciones inesperadas, o esperables de haber sido menos idealista. Un día de 1969 se pegó un tiro en la sien, para asombro de todos menos de Raúl Castro.

Cuando Nilsa se enteró en La Habana, estando en el despacho de Raúl Castro, se encerró en el baño sin aspavientos, sacó su pistola y se dio un tiro en la sien. Raúl Castro tampoco se asombró esta vez.

Luego se supo que ambos consortes tenían un pacto suicida hecho en secreto. El gobierno revolucionario, ahora con control total de la prensa, la radio y la televisión, y las agencias de noticias bajo censura, no di­fundió la noticia. En cuanto a Life, no iba a publicar la foto de la otra Espín: fea, fracasada, con un coágulo de sangre al pelo, roja gardenia atroz.

Privadamente se comentó que se sabía hacía rato que la pareja estaba desilusionada con el régimen y con la revo­lución. Vilma Espín nunca explicó nada a nadie.”

Guillermo Cabrera Infante, “Entre la historia y la nada”, Mea Cuba, 1992, pp. 175-176.

 

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