3 de abril de 2014

El suntuoso Palacio Del Valle en Cienfuegos


 

El Suntuoso
Palacio Del Valle
en Cienfuegos
  
Casi siempre, a una historia precede una leyenda. Y la leyenda del Palacio Del Valle tiene pocos visos de realidad aunque pretenda ser el origen de esa majestuosa edificación. 

Se dice que cuando Sebastián de Ocampo realizó el bojeo de Cuba en 1508 y recaló en la bahía de Jagua, ya había un europeo residiendo en Tureira, hoy Punta Gorda, en un lugar al que  bautizó con el nombre de “Amparo”.

Aquel hombre mantenía relaciones amistosas con los siboneyes y pronto se unió a la bella india Anegueía, con la que tuvo numerosa prole.  Agrega la leyenda que probablemente fuera un pirata desertor o un náufrago y lo más probable es que se tratara de un moro residente en España porque, movido por la nostalgia que sentía, se propuso dar a su casa  aires granadinos
   
Seducido por los recuerdos que en su imaginación dejaron los maravillosos alcázares de Sevilla y Granada y, no contando con recursos suficientes, pidió a los dioses de la mitología de los  siboneyes, y principalmente a Jagua, lo ayudaran a edificar el alcázar soñado. Y por arte de encantamiento surgió un hermoso edificio del más puro estilo mudéjar. Pero Anegueía, creyendo que era obra del espíritu del mal (Mabuya), invocó el auxilio de los dioses buenos y logró que el alcázar quedara destruido por un fuego.

Esta leyenda hasta cierto punto se considera como el antecedente del palacio Del Valle, pero lo cierto es que pasados algunos siglos, el comerciante catalán don Celestino Caces hubo de adquirir los terrenos próximos al “Amparo” para construir una casa-quinta que tuviera también marcado sabor hispano-morisco.

Dejó la obra sin concluir al no quedar satisfecho y luego adquirió la casa otro comerciante español, Alejandro Suero Balbín, quien  la cedió como regalo de bodas a su hija Amparo Teresa y su yerno don Acisclo Del Valle y Blanco, dueño de varios centrales, entre ellos, el desaparecido ingenio San Lino, quien se encargó de su ampliación y terminación.

Cuando Acisclo Del Valle comenzó a construir su mansión en 1913, no podía imaginar que ella se convertiría posteriormente en un símbolo de Cienfuegos,  la Perla del Sur, catalogado hoy día como Monumento Nacional del Patrimonio Cultural Cienfueguero. 

Al regreso de su luna de miel el nuevo matrimonio Del Valle-Suero comenzó la ampliación de aquella “Quinta Morisca” que Celestino Cases había dejado sin terminar, hasta convertirla en la señorial residencia con la que habían soñado y que quedó concluida en 1917. 

El diseño fue realizado por un arquitecto de Cienfuegos que configuró en papel las ideas que los Del Valle le sugerían y que fue ejecutado por un ingeniero civil italiano, Alfredo Colli Fanconetti.

El resultado fue un edificio de estilo ecléctico  aunque  predominara  en él   el  mozárabe, y cuya suntuosidad  hizo ascender su costo a casi un millón y medio de pesos. En su construcción colaboraron artesanos árabes, franceses, italianos y cubanos y se emplearon mármoles, cerámicas, alabastro, cobre y vitrales importados de Italia, España y los Estados Unidos. 

Sin embargo, Acisclo del Valle pudo disfrutar de su palacio por poco tiempo al fallecer en 1920. La propiedad quedó para su viuda e hijos.

El vestíbulo es de estilo imperial, napoleónico, con frisos dorados, mármol rosa en las paredes y el suelo de mármol blanco, en el que se entrecruzan en artístico monograma las iniciales del propietario.  La entrada es de estilo neogótico y conlleva a un comedor que imita el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada.  La sala de música y juegos es de estilo Luis XV.  

La planta central está flanqueada por dos esfinges con reminiscencias egipcias:  cabeza y pecho de mujer y cuerpo y patas de león que personifican el sol. Se ha insistido en que no se trata de la entrada principal de la mansión, pero su proximidad a la escalera de mármol que conduce al segundo piso hace suponer que sí lo sea. En ese segundo piso se encuentran ocho dormitorios, así como varias salas de estar y de estudio.

El Palacio posee no sólo una torre, sino tres, y cada una con su propio estilo: neo románico, indio, y un minarete. Valiosos jarrones de porcelana  italiana y china están dispersos por todo el palacio y, al igual que el propio palacio, evidencian el bienestar económico que disfrutaban sus propietarios.

En 1922 Antonia Suero y sus hijos se fueron a vivir a España y dejaron el palacio, que se convirtió posteriormente en el Club de Cazadores de Cienfuegos. En 1959 fue ocupado por el gobierno castrista y estableció en él una escuela de arte. Hoy los turistas lo admiran. Funcionan un restaurante anexo al Hotel Jagua y un bodegón propio para los enamorados del arte y de la comida cubana.

Entre la leyenda y el pasado reciente del Palacio del Valle podemos constatar un verdadero nexo que los une, y es el empeño de sus forjadores en crear un exótico edificio morisco en tierras caribeñas.

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