8 de marzo de 2014

Día Internacioal de la Mujer: Concepción Arenal





En ocasión de conmemorarse hoy el Día Internacional de la Mujer, Palmas Amigas ofrece a sus lectores la biografía de la primera feminista española, Concepción Arenal, incansable luchadora por la reivindicación de los derechos de la mujer, de los presos y de los desvalidos. 

La historia del origen de la celebración de esta fecha puede encontrarse en los archivos de Palmas Amigas visitando el siguiente enlace:

Concepción Arenal,
la primera feminista española

Pese a la reserva absoluta con que Concepción Arenal quiso mantener su vida privada con el fin de que en el futuro sólo se la conociera por sus trabajos intelectuales, contamos con algunos trabajos biográficos que, basados en fuentes documentales y en los testimonios de la propia escritora y de algunos de sus amigos más íntimos, permiten esbozar su biografía.

Nació en Ferrol (La Coruña) el 31 de enero de 1820, primer fruto del matrimonio formado por María Concepción de Ponte y don Ángel del Arenal, miembros de ilustres familias gallegas y santanderinas, respectivamente.

La ideología de su padre, firme defensor del liberalismo, y su prematuro fallecimiento marcarán sin duda el carácter de Concepción Arenal. De él aprenderá a mantener firmes sus convicciones personales y a luchar por lo que cree justo.   Tras su muerte la viuda y las tres hijas del matrimonio se trasladan a la casa de la abuela paterna en Armaño, una pequeña aldea del valle de Liébana (Santander), donde permanecerán hasta 1835, no sin antes sufrir un nuevo infortunio, pues la hermana más pequeña de Concepción Arenal, Luisa, morirá el 26 de octubre de 1830.

En 1835 doña Concepción Ponte decide trasladarse a la Corte para que sus dos hijas, Concha y Tonina, reciban la educación propia de unas señoritas.   En Madrid reside el conde de Vigo, hermano de Concepción Ponte y las niñas junto a sus primas ingresan como alumnas externas en el colegio de Tepa, donde a falta de un verdadero programa de estudios les enseñarían a comportarse correctamente en sociedad, tal como deseaba su madre.

Programa de estudios que desde luego no satisface su enorme curiosidad intelectual, esa inmensa ansia de saber que caracteriza a Concepción Arenal. Se ha dicho que en estos años aprendió sola italiano y francés, al igual que se sentía atraída por la lectura de libros que versaban sobre ciencias y filosofía. Las relaciones entre madre e hija no fueron muy armoniosas, pues Concepción Arenal al finalizar esa primera etapa educativa tenía la pretensión de cursar estudios superiores, deseo inaudito en una mujer de la época y claramente reprobable para su madre.

En 1840 vuelve a Armaño para asistir a su abuela enferma, Jesusa de la Cuesta, circunstancia que le permite poner distancia entre su madre y ella.   Por ironías del destino, el fallecimiento de su abuela ese mismo año, recae sobre ella la herencia familiar, y el de su madre en 1841, facilita su pretensión: a los veintiún años Concepción Arenal es dueña absoluta de su destino, poniendo en práctica aquellos proyectos a los que su madre se había opuesto con fuerza.

Durante los cursos de 1842-43, 1843-44 y 1844-45 Concepción Arenal asistirá vestida de hombre a algunas clases de Derecho en la Universidad. Evidentemente no cursó la carrera, ni hizo exámenes, ni alcanzó ningún título, pues en este momento histórico las aulas universitarias estaban reservadas exclusivamente para los varones, pero sin duda enriqueció y afianzó su interés por las cuestiones penales y jurídicas.

Allí conoce a Fernando García Carrasco, con el que contrae matrimonio.  Hombre avanzado para la época que supo entender con total perfección las aspiraciones de Concepción Arenal y contempló a su esposa desde el verdadero plano de igualdad, pues siempre admitió que le acompañase vestida de hombre a las tertulias del café Iris o que aportara al hogar las ganancias de un trabajo remunerado. El matrimonio tuvo tres hijos, de los que sobrevivieron los dos menores, Fernando (1850) y Ramón (1852), pues la mayor, Concepción (1849), falleció a los dos años de edad.

Durante los primeros años de matrimonio Concepción Arenal parece decantarse por la literatura. Escribe algunas composiciones poéticas, y sus Fábulas en verso (1851), texto que será declarado lectura obligatoria en enseñanza primaria.

En 1855 junto a García Carrasco comienza a colaborar en La Iberia, periódico liberal fundado por Pedro Calvo Asensio en 1854 y que gozará de gran prestigio hasta su desaparición en 1898.  García Carrasco, además de escribir artículos sueltos, es el encargado de redactar los editoriales, los artículos de fondo del diario hasta su muerte el 10 de enero de 1857.  Concepción Arenal junto a sus hijos se traslada a Oviedo y poco tiempo después regresa al valle de Liébana, instalándose en Potes en la casa que alquila a la madre del violinista y compositor Jesús Monasterio, quien se convertirá en fiel amigo de la escritora. De firmes convicciones religiosas, Monasterio acaba de fundar en Potes las Conferencias de San Vicente de Paúl y consigue interesar a Concepción Arenal en esta actividad.  

Como consecuencia de esta amistad con Jesús de Monasterio, decidirá fundar la rama femenina de esta institución en Potes. Se inician, pues, las preocupaciones sociales y humanitarias de Concepción Arenal, cuyo fruto intelectual será su ensayo La Beneficencia, la Filantropía y la Caridad (1860) que será premiado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas, a pesar de que la escritora encubriera su identidad bajo el nombre de su hijo Fernando, que entonces tenía sólo diez años.

 Su preocupación por la situación en la que se encontraban los presos viene motivada por el hecho de que, a iniciativa de la propia Isabel II, el ministro de Gobernación, Florentino Rodríguez Vaamonde, la nombrara el 4 de abril de 1864 Visitadora de Prisiones de Mujeres. Con este fin Concepción Arenal se traslada a La Coruña, donde conocerá personalmente a la condesa de Espoz y Mina, Juana Vega, que se convertirá en una de sus mejores amigas y colaboradoras. Fruto de esa experiencia personal son sus conocidas Cartas a los delincuentes (1865) donde aborda, entre otras, cuestiones tan delicadas como la necesidad de reformar el Código Penal.     

En 1865 se crea la Sociedad Abolicionista con el fin de acabar con la esclavitud en las colonias españolas. Concepción Arenal presentará al certamen literario que se convoca el poema titulado Oda a la esclavitud, que obtiene el primer premio. Tras la Revolución del 68 el gobierno provisional presidido por Serrano la nombra Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, cargo que desempeña hasta 1873.  

En 1870 funda La Voz de la Caridad, periódico que fue plataforma para denunciar los abusos e inmoralidades presentes tanto en hospicios como cárceles de la época. Desde sus páginas Concepción Arenal, que contaba con la ayuda moral y económica de la condesa de Espoz y Mina, Fernando de Castro, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Salustiano Olózaga, especialmente, impulsa diferentes proyectos benéficos.   

En 1869 la duquesa de Medinaceli había establecido la rama femenina de la Cruz Roja y Concepción Arenal se vuelca en su organización y trabajo. Dirigió, personalmente, durante el transcurso de la tercera guerra carlista, el Hospital de Sangre de Miranda de Ebro, donde se atendió a los soldados de ambos bandos. Experiencia que motivó la publicación de sus Cuadros de guerra (1880), donde la nota sentimental predomina en la descripción de las escenas de dolor que ella misma contempló.

Ese propio año, 1869, Publica La mujer del porvenir (1869), su primera obra de carácter feminista -en realidad había sido redactada en 1861- y a la que seguirán, años más tarde, trabajos como La mujer en su casa (1881), Estado actual de la mujer en España (1884) o La educación de la mujer (1892). Obras en las que Concepción Arenal se propone no sólo disipar los errores que sobre la mujer han arraigado en la opinión de la mayor parte de la sociedad, sino también reivindicar la capacidad intelectual de la mujer y su derecho a recibir una educación que le permita desempeñar cualquier profesión en condiciones iguales a la del hombre.

 En los últimos años de vida de Concepción Arenal su producción disminuye. No obstante, a pesar de su avanzada edad y precaria salud, colabora en innumerables periódicos de la época.   En el mes de enero de 1893 sus dolencias se agravan, falleciendo, finalmente, el 4 de febrero.
Extractado de
M.ª Ángeles Ayala Aracil
© Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

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