6 de marzo de 2014

La iglesia de San Pedro de Paredes



La iglesia de San Pedro de Paredes
 
Algunas fotos de los altares de esta pequeña iglesia enclavada en el Valle de Paredes, (zona occidental de Asturias), que hube colocado en Facebook, han despertado la curiosidad de varios de los amables lectores .  Para contestar varias de sus preguntas, aquí va una historia algo pormenorizada de la iglesia, de sus altares y sus imágenes. He tratado de resumir el extenso y meticuloso trabajo de un primo, Manolo Sola, conocedor como pocos de la historia (y tal vez los chismes) de ese encantador pedazo del paraíso natural y de los pueblos que forman la parroquia. Hoy, dos años después, Facebook vuelve a editarlo como un "recuerdo",  y me ha parecido que tal veza de interés para aparecer en las páginas de Hijos y Descendientes de Asturianos Esparcidos por el Mundo. Como  esta pequeña iglesia hay otros muchos tesoros del románico y el barroco escondidos en las aldeas asturianas. (adg)

Por Manolo Sola

No se sabe a ciencia exacta en qué año fue construida la iglesia de San Pedro, en Paredes (Concejo de Valdés, Asturias). Únicamente se tiene noticia de que en 1380 empezaron a asentarse en libros los entierros, bodas y bautizos, lo que nos indica que se seguramente fuera ya parroquia desde mucho antes. Incluso se habla de que sus inicios estuvieran rondando el año mil. Su nombre original fue San Juan de Paredes y a lo largo de su historia sufrió varias reformas.

La primitiva iglesia fue una especie de largo cajón románico con cinco ventanas, un ojo redondo y una fachada principal con dos campanas al uso de las iglesias románicas de la época.

También, y según costumbre de aquellos tiempos, se enterraba dentro de la iglesia, incluso los cuerpos sin sarcófagos. A medida que se iban haciendo mejoras y reformas, se iban descubriendo restos óseos que eran trasladados a un contiguo “foso de la osera”. Finalmente el campo de la osera se convirtió en camposanto y a partir de entonces dejó de enterrarse en la iglesia. En el año 1760 se hizo el nuevo cementerio en “El Retiro”, el mismo lugar que ocupa  actualmente.

Unos años antes, en 1749, el párroco don Joaquín de Merás se dispuso a agrandar la iglesia. Se rompió la fachada del altar mayor para poder hacer un gran arco y una gran bóveda. En la gran bóveda se situaría el altar mayor y a ambos lados dos capillas con arcos más bajos. De esta manera y tras estas reformas la nueva distribución de la iglesia pasó a ser de cruz latina y nave única. Las capillas laterales se dedicaron a San Antonio y a la Virgen de los Remedios.

 

Los retablos del altar mayor se incluyeron en esta misma reforma y representan una obra de arte del estilo barroco. En la cumbre del altar mayor se encuentra, a la derecha, un San Isidro Labrador románico, a la izquierda una imagen de Santa Lucía de la misma época, y en el Centro un Cristo crucificado. Esta imagen no pertenece a la misma época porque posiblemente el Cristo original se tuvo que sustituir por el actual al deteriorarse por la carcoma (estas imágenes originales estaban talladas en madera).

La parte central del retablo la ocupa una imagen sedente de San Pedro. Se sabe que originalmente en esta urna se encontraba la imagen de San Juan, pero con las reformas y el cambio de nombre de la iglesia y parroquia, San Pedro pasó a ser el patrono de la misma. A ambos lados se situaron las imágenes de San Juan y María Magdalena. Ambas tallas eran prerrománicas, de complexión corporal muy estrecha y carcomidas por la carcoma, por lo que fueron sustituidas posteriormente por las de San José y la Virgen del Rosario, ambas en escayola, que son las que se pueden admirar en la actualidad. 

En tiempo muy posterior se agregaron a este retablo dos imágenes más pequeñas, una del Corazón de Jesús y otra del Niño Jesús de Praga. 

En cuanto a las capillas laterales, la imagen de San Antonio también tuvo que ser reemplazada por otra elaborada igualmente en madera. La talla de la capilla de la Virgen de los Remedios también fue sustituida por la presente imagen de la Inmaculada Concepción.  

También en la parte baja y situado en el lado izquierdo del retablo encontramos una puertecita totalmente oculta, que esconde una de las grandiosidades de esta iglesia, un pequeño hueco a modo de sepulcro en el que se encuentra un Cristo yaciente  con los brazos articulados, un prodigio de obra también en madera y datado en el siglo XVII.

En la parte derecha de la nave central se encuentra un altar lateral del Cristo de las angustias, una talla de madera del siglo XVI, otra joya de la iglesia.
 
 
Treinta y un años más tarde, el propio párroco D. Joaquín de Merás acometió la construcción de una nueva capilla en la parte izquierda de la nave principal que durante años estuvo cerrada con una verja de madera torneada, ya que fue utilizada como panteón familiar, y por ese motivo se pueden ver en su suelo cinco lápidas. En el altar y junto a la imagen de la Dolorosa que ocupa su centro, se encuentran las de San Juan y La Magdalena, ambas talladas en madera.  

Este altar estaba pintado en un tono gris y se estaba deteriorando por el paso de los años. Durante una restauración, los restauradores Ana y Miguel comenzaron a limpiar una columna para repararla, y lo que apareció fue el color original de la misma. Se trataba de una imitación de mármol siciliano en cuyo centro se puede ver la pintura de una corona real con un corazón atravesado por una daga o puñal. Una pintura tan perfecta y con unos colores tan deslumbrantes que parece acabado de salir de un cuerpo humano.   
 

Mi prima Neni, de Longrey, y yo (Manolo Sola) revolvimos papeles en Oviedo
para tratar de saber más de este altar o del artista autor del mismo. Neni obtuvo una serie de datos que hablan de cuatro hermanos, uno cura, otro abogado que vivió en el palacio de Merás en Tineo, [localidades cercanas a Paredes], otra hermana que se casó y, por último, otro hermano que se casó con una princesa italiana en el Palacio del Pardo en Madrid. Como en aquellos tiempos las princesas tenían pintor de cámara podemos suponer que el pintor de cámara de la princesa pintó el altar para hacer honor a su cuñado. Precisamente las lápidas que se encuentran junto al altar de la capilla corresponden a los cinco miembros de esta familia. 

Las mejoras del templo no se detienen, y aunque se conserven rústicos sus baldosas y bancos, ya se han organizado los parroquianos para la instalación de vitrales que adornen sus sencillos ventanales.

 Queda para otra oportunidad contarles la historia de las campanas de la iglesia, una anécdota bien simpática. 

Extractado de "Memorias del Valle de Paredes", Manolo Sola y Javier Matey.
Fotos: adg

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