¡Descansad, peregrinos, en paz!
Por
dos vías, con sabor a fe y a esperanza,
os
habéis marchado repentinamente de este mundo.
Allá,
cerca del Finisterre,
habéis
encontrado el final de esta tierra
más
no el final de vuestra existencia.
¡Descansad, peregrinos, en paz!
Porque,
aunque descarrile un tren
no
podrá nunca ese accidente
con
lo más grande que llevabais en vosotros:
la Fe.
Hacia
Santiago se dirigían vuestros ojos
y,
con Santiago, ojala que despertéis en el cielo.
Hacia
Santiago iba el tren de vuestros sueños
y,
con Santiago, deseamos para vosotros el Paraíso.
Hoy
el incienso del boutafumeiro sea para vosotros.
Hoy
las misas de nuestro Patrón sean por vosotros.
Hoy
el tañido de las campanas
nos llamen a oración por vosotros.
Hoy
el silencio
sea bandera del respeto por vuestra ausencia.
No
habéis alcanzado la Plaza del Obradoiro
pero
por estas letras, en nombre muchos amigos,
os
deseo que alcancéis algo más grande y eterno:
el Cielo.
¡Descansad, peregrinos de Compostela!
Javier
Leoz.
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