La disidencia cubana con Rajoy
Carmen Morodo,
La Razón, Madrid.
MADRID-Hay pocos precedentes, por no decir ninguno, de alguna causa que haya generado un movimiento de unidad parecido entre la disidencia cubana como el que ha provocado el nuevo Gobierno de Rajoy. Precisamente los mayores enemigos de su fortaleza ha sido siempre su atomización y la rivalidad que existe entre los distintos grupos que defienden los derechos humanos en la isla. Esto es lo que hace todavía más relevante que hasta 766 representantes de esa disidencia se hayan unido para firmar una misiva dirigida al presidente electo, entre ellos hay Damas de Blanco, periodistas independientes, miembros de organizaciones de derechos humanos, integrantes de la red de comunicadores comunitarios cubanos y, por supuesto, algunos de los símbolos más reconocidos de la oposición al castrismo.
Está, por ejemplo, el activista opositor Guillermo Fariñas, que ha ocupado titulares en la prensa internacional debido a sus frecuentes huelgas de hambre. Y también Jorge Luis García Pérez, «Antúnez», otro de los presos políticos y de conciencia más reconocidos internacionalmente por cargar a sus espaldas con una historia de persecución y de cárcel que comenzó a los 21 años de edad. Así como su mujer, la bloguera Iris Tamara Pérez Aguilera, presidenta del Movimiento Femenino por los Derechos Civiles Rosa Parks. Precisamente la semana pasada se difundió la denuncia de que había sido arrestada cuando se disponía a asistir a una consulta médica para tratarse una lesión por un golpe de la Policía del régimen.
Entre esos nombres más representativos destacaron también el de Martha Beatriz Roque Cabello, economista y otra «cabecilla» de la oposición interna cubana, y Pedro Argüelles Morán, uno de los detenidos en la llamada Primavera Negra de 2003.
En la carta dirigida a Rajoy los firmantes dan la bienvenida al «cambio» en España, con la esperanza puesta en que sirva para reeditar la política de firmeza con el régimen cubano que practicó el Gobierno del PP en la etapa de José María Aznar. Las relaciones de la disidencia con el Ejecutivo socialista no han sido buenas, pese a que éste escenificase su implicación en la gestión, básicamente de la Iglesia, que permitió la salida de varias oleadas de presos cubanos hacia España. Al Gabinete socialista le han afeado su «tibieza», sus «ambigüedades» o que ni Miguel Ángel Moratinos ni Trinidad Jiménez se atreviesen nunca a reunirse con ellos (Jiménez ni siquiera viajó a Cuba). También son muy críticos con la gestión del Gobierno socialista en la UE, donde por distintos medios intentó tumbar la «posición común» –unidad de sus miembros hasta que no haya cambios significativos de apertura–, que siempre defendió el Gabinete popular. En el 99, en la Cumbre Iberoamericana de La Habana, Aznar en persona se reunió con los disidentes Elizardo Sánchez, Gustavo Arcos y Oswaldo Payá. «Con mucho agrado recibimos la noticia de su elección como próximo presidente, y un grupo de disidentes y sus familiares, en representación de los cubanos que deseamos la democracia y la libertad, decidimos felicitarlo», dice la carta a la que ha tenido acceso este periódico. Los casi 800 representantes de la disidencia le desean todo el éxito en su gestión, para que lleve a España «a niveles económicos y sociales de prosperidad». Y esperan su compromiso con su democracia.
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