28 de noviembre de 2010

LA ESPERANZA DEL ADVIENTO

 
Que no me duerma, Señor
Así, cuando llegues y llames a mi puerta
encuentres mi mente despierta,
mi corazón inclinado totalmente a Ti,
mis pies sin haberse desviado de tu camino
y, mis manos, ¡ay mis manos!
volcadas de lleno con las piedras de tu Reino.

Que no me duerma y que, en la noche de mi vida,
mantenga encendida la lámpara de mi fe.
Abierta, sin temor alguno, la ventana de mi esperanza.
Confiada, sin ninguna fisura, la grandeza de mi alma.

 Javier Leoz, Betania.es

*** Sobre el origen del Tiempo de Adviento y la tradición de la corona de Adviento, se puede leer mediante el siguiente enlace lo publicado el pasado año en La Gaceta:  

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