22 de marzo de 2017

EL ABANICO ESPAÑOL


El Abanico Español

No existen noticias sobre el origen exacto de los abanicos, pero es de suponer que ha existido desde el comienzo de los tiempos. Una hoja de palma pudo ser el primer objeto que el hombre utilizó para abanicarse, y los países cálidos fueron los primeros en utilizarlo.  Luego se usaron las plumas de avestruz, las sedas, etc., y el abanico se convirtió en obra de arte, hasta llegar a ser un objeto de culto y un accesorio establecido de la moda femenina, como los guantes o el bolso.

Existen muchas leyendas para explicar el origen de los abanicos. Una de las más bellas es una leyenda china cuenta que el invento del abanico se debe al exceso de calor durante la "Fiesta de las antorchas", en la que las mujeres tenían que acudir con el rostro cubierto por un antifaz para preservarse de las miradas de los hombres. completamente prohibidas. Cuentan que una de ellas,  Kau-si, hija de un rico mandarín, no pudiendo resistir más el calor, se quitó el antifaz y lo agitó rápidamente delante de su rostro para darse aire, actitud que imitaron inmediatamente el resto de las mujeres.
Otra leyenda dice que el abanico surgió de los amores de Cupido que, al tratar de congraciarse con Psique, arrancó una pluma de la espalda de Zéfiro con el propósito de refrescar a la diosa mientras dormía. En la antigüedad también fue usado como objeto ceremonial que denotaba cierto estado social y, a través de la Historia, fue adoptando esta doble función: ornamento útil y símbolo de prestigio social.

Etimológicamente, la palabra “abanico” deriva del vocablo latino vanus, que designa un instrumento que se usaba para aventar el grano y avivar el fuego.

Los tipos de abanico son fundamentalmente dos: el abanico fijo y el plegable. El abanico fijo ha sido utilizado en todos los tiempos y en todas las culturas. Los faraones egipcios, entre quienes gozó de una alta consideración, lo utilizaron ya desde el siglo XVIII a.C. El abanico fijo más usado en Europa fue el abanico de plumas que traían los conquistadores desde el Nuevo Mundo como parte del botín. Este tipo de abanico fue el que se utilizó en todas las cortes europeas durante el siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII, tal y como puede apreciarse en los retratos de corte.

El abanico plegable, tal y como se conoce en la actualidad, se inventó en Corea en el siglo IX y fue introducido en China en el siglo XV por los embajadores coreanos. En el siglo XVI llegó a Europa por vía comercial: de China a Portugal, desde este último país a España e Italia y, unos pocos años después, a Francia y Alemania. 

Pese al creer popular, la existencia y uso del abanico plegable en España no se remonta a épocas muy antiguas. Cuando hicieron su aparición, éstos se introdujeron en Europa a través de Portugal y España. La innovación que aportó el nuevo diseño fue rápidamente copiada.  Con todo, los maestros abaniqueros italianos y franceses superaron paulatinamente la factura española debido a la perfección con que trabajaban y a las medidas protectoras de sus respectivos gobiernos. En la actualidad, sin embargo, estos países ya hace tiempo que dejaron de fabricar abanicos, mientras que en España aún perdura la artesanía abaniquera.

A finales del siglo XVIII ya se fabrican abanicos en toda España, aunque el mayor centro de producción estaba radicado en Valencia. En el año 1802 se inaugura  la Real Fábrica de Abanicos. El uso del abanico en España estaba tan extendido en el siglo XIX que el escritor francés Teófilo Gautier llegó a escribir «nunca, he visto una mujer sin su abanico. La sigue a todas partes, hasta en la iglesia, las veo en grupos de todas las edades, arrodilladas o sentadas, con zapatos de tela, rezan y se abanican con el mismo fervor».

Las influencias de la moda y la entrada de nuevas costumbres hacen que decaiga la demanda, pero aun así, por los condicionantes climáticos de España, ha perdurado el uso del abanico no sólo como elemento de adorno y moda, sino también por necesidad. De ahí que, no sólo sea utilizado desde siempre tanto por las mujeres como por los hombres, aunque éstos hasta principios del siglo XX utilizaban abanicos más pequeños que guardaban discretamente en los bolsillos de sus levitas.

La forma del abanico ha permanecido inalterable a través de los siglos. Lo único que ha variado según los dictados de la moda ha sido “el país”, llamada así la parte alta del abanico, compuesta de tela o papel. Esta es la parte que normalmente se ha venido decorando con representaciones de escenas costumbristas de la vida española o con todo tipo de motivos florales. “El país”, según las épocas podía ser de tules, gasas, etc., o adornado con pedrería o marfiles. La parte baja del abanico, normalmente de madera, marfil o nácar, se llama “baraja”. Hay abanicos que carecen de “país” recibiendo el nombre de abanicos de baraja. 

El único taller-escuela de abaniquería estrictamente artesanal que existe hoy en España es el de Cádiz a éste le cabe el prestigio y puede ufanarse de haber modificado por primera vez en la historia la forma del abanico. En la concepción y diseño de los abanicos, la Escuela de Cádiz centra su interés en las formas que, aun no siendo funcionales, en virtud de su categoría pictórica, compositiva, creativa o por su originalidad, hacen del abanico una obra de arte.

El abanico no sólo es para abanicarse; además es un objeto de arte codiciado por más de un enamorado coleccionista. El abanico fue siempre un leal compañero de la mujer en el arte de seducir.

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