Lope de Vega y Carpio |
VII
“Como el perro del hortelano,
que ni come ni deja comer”
Marlene María Pérez Mateo
Con solo decir: “Como el perro del
hortelano......” el resto se sobre entiende, pues este es un refrán de larga
data, nació en el siglo VII aC, y con sobrado reconocimiento.
Los hortelanos, campesinos dedicados al
cultivo de hortalizas, cuidan su sembradío con la ayuda de un can. Como es
lógico, al no ser vegetariano el guardián de la huerta, su interés por el
producto de la siembra es cero y el guardar la
propiedad de su amo está en garantía.
Fue
el escritor esclavo Esopo en el año 600 de la pasada era el primero en utilizar
dicho comparativo. Narraba él, cómo un perro decidió tomar su siesta en un
pesebre donde un buey guarda su apetitoso manjar. Al regresar cansado de
trabajar, el buey fue en busca de su comida y para sorpresa se encontró a un
malhumorado perro que se resistía a dejar su tibio lecho de paja, y que como
defensa plantó batalla con gruñidos y mordidas al hambriento comensal.
Mas tarde una
historia similar y con parecido significado se puede encontrar en la cultura del
arabismo-andaluz del siglo XI. Pero hubo de pasar casi cinco siglos para que la
imagen del fiel guardián de lo propio llegara a las tablas gracias a la pluma
de Félix Lope de Vega y Carpio. Fue hacia 1613 bajo el título de “El perro del
hortelano” para contar la historia de amor entre Diana, Condesa de Belfor, y su
secretario Teodoro.
La frase ejemplifica el comportamiento de
ciertas personas quienes en su egoísmo se niegan a sí mismas un disfrute de
algún bien al igual que a los otros, en detrimento de lo que sus congéneres
puedan sentir.
Serie "Del dicho al hecho no va mucho trecho"
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