20 de junio de 2016

Del dicho al hecho no va mucho trecho -IV-

Francisco de Chinchilla, alcalde de Madrid
IV
Del dicho al hecho,
no va mucho trecho
 Marlene María Pérez Mateo                       

    La literatura sapiencial saturada de historias, mitos, personajes y sobretodo gran saber es parte de todo pueblo. En el saber popular se crece: “Vox populus, vox Deus”. Es esta sencilla, pero para mi entrañable reseña,  un viaje por su razón y origen en la patria cubana, y en las muchas patrias que a ella dieron origen. “La sabiduría viene llamando por las calles y levanta su voz en las plazas”, nos recuerda un versículo bíblico (Pro 1, 20). Así sea.

“Lo conocen hasta los perros”

      El ser reconocido hasta por los canes recuerda a Francisco de Chinchilla, un alcalde de Madrid, la capital española, a finales del siglo XVIII; además de Ministro del Santo Oficio.

      De Chinchilla era inflexible, severo y para nada analítico. Las medidas puestas en práctica por el y su administración rayaban en el extremismo. Por lógica la reacción airada de los vecinos no se hizo esperar y la animadversión a su persona era sobrada.  

       Como parte de su estrategia estuvo la de mandar a matar a pedradas y a palazos limpios a todos los perros que al paso de cualquier transeúnte se encontraran. Su objetivo era la sanidad pública. Los pobladores atribuían a los canes cierto sentido de presagio por lo que al verles salir corriendo o huir, o al escuchar sus aullidos, tenían por seguro que el tal De Chinchilla andaba cerca.

        La casa de dicho alcalde se ubicaba en la intercepción de las calles Gran Vía y Adaba. Hasta allí muchas veces llegaron muestras de los incómodos pobladores  en no pocas ocasiones.

          El ser conocido hasta por los perros, se entiende por tener gran popularidad y gran arraigo entre la gente, aunque no necesariamente negativo.

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