El
siguiente artículo dice verdades muy duras. Durísimas. Lo escribe una cubana,
precisamente hija del más longevo y malvado dictador que hayamos padecido los
cubanos.
Pero lo que escribe Alina Fernández Revuelta
crea un boomerang que al lanzarlo nos rebota, porque los cubanos tampoco quisimos
enterarnos de quiénes eran en realidad los que al alborear el 59 se adueñaron
de las riendas del poder en Cuba. Y mucho menos prestamos oído a lo que se
decía sobre sus verdaderos propósitos.
Los que más pensaban y sabían, decían a
gritos que la revolución era como una sandía: verde por fuera y roja por
dentro. Ellos, que proclamaban haber llegado para hacer una Cuba más justa, ripostaban jurando que esa corteza era tan
verde como las palmas. Y los creímos y nos conformamos. Crearon y atizaron el odio a todos los que no
lo creyeran y se rebelaran. Nos decían que
a nuestro pueblo durante años lo habían “casado”
con la mentira, y fueron ellos los que “cazaron”
a nuestro pueblo con la mentira, haciéndonos creer que el mundo se hundiría si nos enfrentábamos a la verdad que nos
ofrecían.
El pueblo no reconoció, no supimos hacerlo, en Fidel Castro al gánster universitario
que siempre había sido. Ni que el che Guevara era un aventurero comunista, ni
que los hermanos Cienfuegos también lo eran, ni que Raúl Castro pertenecía a la
Juventud Comunista y asistía a sus congresos internacionales. Todo eso se
advirtió a su tiempo, pero la masa popular no lo escuchó, no lo creyó. Estaba embriagada.
Y es que
todos los pueblos de la América hispana padecemos la misma superficialidad política y mismo desenfado,
y por eso es que nos pasamos la vida cambiando de dictadores o gobiernos venales.
Cuando Fidel Castro en diciembre de 1961 declaró
enfáticamente al pueblo que era marxista leninista y que siempre lo sería,
ya era demasiado tarde para sacudírselo. Ya la sangre de los mártires había
salpicado demasiados paredones. (adg)
¿Nadie sabía..?
Alina Fernández Revuelta
El grito provoca una emoción agridulce, no
puedo definirla. “Cubanos Go Home”, es el clamor de las calles venezolanas en
estos días. Pero ese grito, que es el de los jóvenes de hoy, tenía que haber
sido el de sus abuelos, sus padres y maestros, tenía que haber sido el de los
jóvenes de ayer. Los estudiantes que están protestando hoy, están pagando la
confusión, el desinterés o la ignorancia de las generaciones que los
precedieron.
Los muchachos que están echando este pulso
desigual, tan indefensos, tan desconocedores de la crueldad y la irreverencia
de su adversario (su propio gobierno), no votaron para elegir como presidente a
Hugo Chávez.
Fueron sus abuelos, sus padres o maestros quienes lo hicieron.
Ellos son los que tenían que haber gritado, hace muchos años, “Cubanos, Go
Home”. Porque los cubanos no están en Venezuela desde 1999. Están ahí desde los
años 60, lo sabemos por innumerables testimonios de exguerrilleros como Américo
Martin, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Lo sabemos por
Douglas Bravo, quien dirigía por entonces a una agrupación guerrillera
diferente. Martin viajó a Cuba en cuanto triunfó la revolución para reunirse
con los hermanos Castro, que con su habitual estrategia, deben haberlo
convencido de unirse a Douglas Bravo.
Es sabido que Fidel Castro ha seguido la
misma pauta con todas las agrupaciones guerrilleras de América Latina. Una
oposición coherente y cohesionada es lo que siempre ha exigido Cuba a cambio de
apoyo subversivo. Venezuela tenia, pues, su propia guerrilla. De alguna manera,
Martin y Bravo acabaron en simbiosis. Así se unieron el MIR y el Partido de la
Revolución Venezolana para conformar el Frente de Liberación Nacional
(FALN-FLN).
Ya sé que los nombres y las siglas le añaden
densidad a la anécdota, pero es imposible ignorar esta fusión, que fue la condición
que impuso Castro a cambio de su ayuda. Martin, Bravo y otros guerrilleros de
aquel entonces se han cansado de hacer estas denuncias.
Pero los conversos
nunca han inspirado confianza: dos procastristas que cambian de opinión y
bando, han tropezado el resto de sus vidas con oídos sordos. Debe ser por eso
que tanta gente votó por Chávez, por no creer en la sinceridad de los
conversos. ¿Será que se olvidaron de su propia historia esos que lo eligieron?
Veo a esos niños sentados en las calles y me pregunto: ¿Quiénes son los
verdaderos responsables?
Posiblemente los abuelos, padres o
maestros de estos adolescentes en las calles, además de olvidarse del FALN-FLN,
tampoco oyeron hablar jamás de un tal Arnaldo Ochoa. Y si lo oyeron mencionar
alguna vez, probablemente fue cuando lo fusilaron en Cuba, un día cualquiera de
julio de 1989. Sin embargo, cuando Martin y Bravo se pusieron de acuerdo, ya
hacía meses que Ochoa, por ese entonces todavía capitán, estaba operando en
Venezuela. Se dice que allí fue su bautismo de fuego. En todo caso, su primera
intervención armada fue la tristemente célebre emboscada de Cerro Atascadero.
Al año siguiente, en 1967, estaba al frente de la segunda emboscada a efectivos
del ejército, en el Mortero.
El capitán Ochoa regresó a la isla cubierto
en honores. Gracias a sus andanzas haciendo la guerra por el mundo, fue
ascendido a general y Héroe de la República de Cuba. Para ir a dar frente a un
pelotón de fusilamiento acusado de narcotraficante. ¿Nadie se enteró en
Venezuela?
De manera que desde hace muchos años, desde
hace exactamente 50 años, había que haber gritado en Venezuela, “Cubanos Go
Home”. No estamos en el negocio de buscar culpables, ni somos detectives de la
historia reciente de América Latina, pero ¿nadie sabía?, ¿nadie escuchaba? Por
lo visto ni el propio ejército venezolano sabía lo que se estaba gestando en
sus entrañas. Porque ya en 1982, Hugo Chávez había creado el Movimiento Bolivariano
Revolucionario 200. ¡Chávez si sabía! Adiestró a esa especie de ejército paralelo
personal, hasta que 10 años más tarde le dio un golpe de estado al presidente
Carlos Andrés Pérez. El presidente salvó el pellejo de milagro y pudo alertar
al pueblo desde el canal Venevisión.
Así que los abuelos, los padres y
maestros, sabían muy bien lo que estaba pasando. Pero no deben tener mucha
memoria cuando eligieron presidente al mismísimo general golpista, solo siete
años después… Hugo Chávez Frías fue elegido democráticamente en 1999. Con todo
el aparato de inteligencia cubano a sus espaldas, que está allí desde que él
tenía 12 años y que lo convirtió en su criatura desde la década de los
80.
¿De veras que nadie sabía nada? Los hermanos
venezolanos se han demorado medio siglo en gritar "Cubanos Go Home”.
Reproducido del Diario Las Américas. Remitido por Humberto Estrada
Estupenda introducción, magnífico artículo. Me lo llevo a Cjaronu con tu permiso Lola
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