13 de abril de 2013

HIS NAME IS ZORRO




His name is Zorro


Por Marlene María Pérez Mateo

“El sol tiene manchas. El sol alumbra 
con la misma luz que quema.
Los desagradecidos hablan  de las sombras 
y los agradecidos de la luz”
                                                José Julián Martí y Pérez,
                                       “Los tres héroes”, La Edad de Oro                                                     

El concepto de “Super héroe” o “Super hero” en sus inicios tuvo a su vera a varios personajes de ficción con capacidades físicas mas allá de lo humano, encarnando valores positivos tales como la defensa y protección de los débiles, la valentía, el coraje, el honor, como máximo objetivo y razón de existir. Para lograrlo eran capaces de volar a la velocidad del sonido o la luz, luchar a brazo partido contra bestias descomunales, recobrarse súbitamente de heridas de combate e incluso la bilocación. Sin dudas los mega poderes fascinaban y fascinan mucho; su propósito y razón de ser eran nobles y loables. Cierto es que tal panorama ha variado últimamente, no exactamente hacia lo positivo.

  Me decido ahora por el inicio, por la génesis de dichos personajes y sus hazañas. Salgari, Dumas (padre e hijo), Verne y otros dieron vida siglos atrás a los héroes de aventuras de capa y espada, quienes comparados con sus cercanos parientes, los “superhero” quedaron un poco atrás en el ámbito de las destrezas descomunales, por ejemplo, no así en su razón de ser. Obviamente los ambientes eran mas reales y muchas veces mas apegados a relatos creíbles incluso con datos de cierta aproximación histórica. Llevados mucho mas atrás, en alas del tiempo, están los abuelos de tan osados protagonistas, ni mas ni menos: los caballeros andantes. Quijote, Tirante Blanco, el Amadis de Gaula; hombres al servicio de la ley, de sus damas y de inconmensurables ideales. De todos ellos “abuelos, hijos y nietos de larga data heroica” hay mucho por decir.

  Andando el tiempo hacia 1920, un escritor, Johnston Mc Culey, dio vida a su personaje “El Zorro” ambientando el entorno de su creación en  la vieja California a finales del siglo XIX. Los libros, las historietas y su protagonista  pasaron al cine (mas de una vez), seriados televisivos, dibujos animados y mas. En el celuloide le han dado vida Errol Flynn, Alain Delon, Antonio Banderas con su clásico traje negro, aunque también de blanco y hasta con versión femenina: “La Zorra”. Clásicamente se nos narra que Don Diego, hacendado del oeste californiano, libra a sus coterráneos del déspota Capitán García, espada en mano y con su oscura indumentaria para ocultar su identidad. Mas, ¿quién era en realidad “El Zorro”, si es que en realidad existió? Ciertamente el mito creció  y ha crecido fuera de  los límites de su origen. Lo enigmático e inverosímil es quien aparece al tirar el velo de la estela legendaria es tan o mas fascinante que la ficción a la que dio origen. Al verdadero “Zorro”, a su real obra y hazaña van dedicadas estas líneas: a William (Guillermo) Lamport.

  
Nació William Lamport en Wexford, Irlanda, hacia 1611 en el seno de una familia católica y tradicional de gran arraigo y nobleza. Muchos de sus antepasados lucharon en la Guerra de los Nueve años contra el dominio inglés. Luego se dedicaron al comercio y las exportaciones con Francia y España, permitiendo esto mantener su alto status económico. Enviaron a sus hijos a las mejores escuelas europeas del momento. Con su hermano John (Juan)  el joven William llego a Dublin donde con solo 15 años fue instruido por los clérigos franciscanos, jesuitas, cistercienses y agustinos. Siendo confiada su formación mayormente  a Walter Cheevers, intelectual de la época, por recomendación del  Papa de entonces. De allí pasa a Oxford, en particular al Colegio Greshan, donde aprendió matemáticas y  ciencias  llegando a dominar catorce lenguas.

  En 1626 es acusado junto con su padre como conspiradores en contra del rey de Inglaterra  y se ve obligado a huir de una sentencia de muerte segura. Ello lo hace auxiliado por piratas con los que viaja por gran parte de Europa, asistido por sus conocimientos de navegación. Todo parece indicar que su posición de liderazgo entre aquellos ladrones de los mares le libró de la muerte mas de una vez.

  En lo adelante se empeñó en terminar sus estudios y bajo los auspicios del marqués de Mancera logra ingresar al Colegio Jesuita de Compostela, de allí al Colegio de los Irlandeses de Salamanca  y por último a los Estudios Reales de San Lorenzo del Escorial. Comienza así su vida en el mundo hispano parlante. De sus maestros jesuitas aprende la perseverancia y el espíritu de lucha. Tiene entre sus profesores a Juan Eusebio Niereemberg y Francisco Antonio Camassa. De ellos y otros intelectuales de la época se instruye en táctica de guerra, “magia blanca', alquimia, secretos de la naturaleza, espionaje, ingeniería militar y cábala. Toma parte en el batallón irlandés en la Guerra de los treinta años. Se dice tuvo por entonces una hija, no siendo la paternidad en su caso virtud alguna.

   Mas su imparable vida bohemia lo hacen protagonista de un sonado escándalo amoroso, ello le obliga a huir al Nuevo Mundo siendo su destino México bajo los auspicios de Felipe IV, el Rey de España que a la sazón le encarga ser sus ojos de manera silente ante el virrey a cargo. Conoce al Obispo Juan de Palafox y Mendoza, figura prominente de la época. A la vez es testigo de los desmanes contra los indígenas mexicanos  y la mala administración en el virreinato de Diego López y Cabrera de Bobadilla. Se interesa por los rituales de los nativos y consulta a los conocedores de tales creencias.

   Llegó Lamport a pensar hacia 1642 en la independencia del continente americano como única salida de las jóvenes naciones y escribe para entonces la primera proclamación hasta ahora redactada en estas tierras. Ello pretendía ser la guía en la gestación de un movimiento libertario. Un español, Felipe Méndez Ortiz, le delató  y con ello se le condenó a prisión por diez años, de donde escapa de manera habilidosa y casi increíble.

  Pasa a vivir de manera oculta con los grupos indígenas. Allí funda una organización clandestina y fraternal bajo los títulos: “Los hermanos de la hoja“ y “Los charros contrabandistas de la rama”. Se dedicaban al tráfico ilegal de tabaco en el área de Veracruz (hojas) y de vinos en California (rama); además de especias, olivas y mirra. Su operaciones mercantiles abarcaron Tlaxcala, Puebla, es decir casi la totalidad del territorio virreinal. Para lograr el éxito de esta economía informal usaban un código secreto de comunicación, seudónimos  y ropas y antifaces negros, para lograr evitar la identificación y contraponerse a la Inquisición, quienes vestían clásicamente de blanco. Marcaban a sus adversarios con la letra Z derivada de la palabra hebrea Ziza, cuyo significado es resplandor. Bajo bambalinas dedicaba la organización un porciento de sus ganancias al sostenimiento de huérfanos, viudas y mujeres pobres. Otra parte de las ganancias se acumulaba con el fin de llevar a cabo el proyecto independentista de 1642, concebido por su líder, a quien por su sagacidad, ingenio e inteligencia se le empezó a conocer con el apelativo de “El Zorro” . Los indios también tuvieron como punto de comparación para tal nombre el pelo rojizo del irlandés.

         Vuelve el amor a tocar a la puerta de Lamport. Esta vez la agraciada fue la esposa del Virrey López Diez de Aux de Armendiz, Doña Antonia Turcio. Siendo apresado por segunda vez logrando escapar dos meses después y nuevamente apresado por una delación de un subalterno lleno de envidia ante el éxito del por entonces conocido como Rey de las Américas, Emperador de los Mexicanos.

    En presidio es torturado sin lograr de el la menor de las confesiones. En espera de un juicio que sabía de antemano no justo, escribe un libro en tela usando como tinta el jugo de limones y naranjas. Logró poco a poco sacar a la luz con la ayuda de su compañero de cárcel el mexicano Diego Pinto. Usó en su obra la prosa y el verso y lo tituló “Todo lo que había aprendido alguna vez”. Se le comienza a conocer entonces con el apodo de “El loco de Lampert”. Siete años después es condenado a morir en la hoguera. Siendo casi cumplida la sentencia el 19 de noviembre de 1659, ya que se inmola ante las llamas.

   La fraternidad no muere con su creador sino que le sobrevive llegando a extenderse durante todo el periodo colonial. A ella se unen personajes como Antonio  Lopez de Santillanna, El “Coyote' de Sonora” y “Astucia' de Guanajuato. El ultimo Zorro fue el criollo Diego de la Vega y Gaxiota, nacido en Sinaloa en 1794. Hijo de Alejandro de la Vega y la mestiza Maria de la Luz Gaxiola. En 1829 con la expulsión de los españoles se abandona la vestimenta negra. Se presume que Don Diego murió anciano peleando en la Batalla de Sacramento (Chihuahua) peleando contra el ejército norteamericano. Oficialmente la organización muere con su último líder en 1867. 

  A finales del siglo XIX Vicente Riva Palacios escribe el libro “Memorias de un impostor, la aventura de Guillem Lombardo, rey de Mexico”.  Mccullen retomó años después la idea uniendo características y rasgos de distintos personas. Entre ellos Joaquín Murrieta “El patrio”, quien operó en la zona años después, Tiburcio Vazquez, el Indio Jerónimo y de la novela inglesa La Pimpinela Escarlata. 

   Con las celebraciones de los 100 años de la independencia mexicana el entonces presidente Porfirio Díaz, declaró a Lampert el primer independentista en México y en su honor se erigió una estatua, aun existente, en el conjunto escultórico del Ángel en el Paseo de la Reforma. Durante los años de la revolución hubo actitudes opuestas a tal consideración.

   William Lamport, el verdadero Zorro, fue un aventurero, un intrépido, un hombre culto, un irreflexivo, un soñador, un utópico, un trotamundos y mucho mas. Mas lo cierto es que cien años antes de la Revolución francesa, escribió la primera declaración de independencia de una nación de la que se tienen noticias, unió a ella estatutos tales como la Reforma agraria equitativa, la igualdad de oportunidades, la igualdad racial y las leyes para un sistema electoral democrático. Los archivos de documentos hechos con su puño y letra que están actualmente en el Archivo Nacional  de la Inquisición en México, Palacio de Lecumberri, así lo prueban.

  Hace unos años tuve la idea, felizmente pospuesta para bien de escribir algo, no sabía entonces bien que sobre el Zorro. Estaba en aquel momento mi mente mas inclinada hacia la parte intrépida y de ficción del personaje. Por diversas circunstancias que ahora valoro de buenas puse el proyecto casi insipiente a un lado y, con tino, esperé. Hace unos meses por un accidente o por sorpresa, la idea pospuesta comenzó a tomar forma   y a crecer de a poco con el auspicio de fuentes veraces y creíbles de información. Puede entonces decirse que “His name is Zorro” ha sido algo así como un buen vino, guardado en barriles, puesto a buen recaudo, cuidado con esmero y retomado al tiempo justo. Que pudiera quedar sobre William Lamport, probablemente mucho y por tanto bueno. Un día  alguien dijo que una utopía era algo así como una verdad adelantada.  Creo ello verídico y en este caso mas que justo. Ojala entendamos a este soñador.

Marlene María Pérez Mateo
Febrero-marzo 20, 2013

Sugerencia en Youtube el Video William Lamport por el canal Smithsonian:



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