26 de abril de 2012

TERESA CABARRÚS, UNA VIDA CASI NOVELA


 
Teresa Cabarrús

Una vida casi novela.

Y como novela va: por entregas.



Primera Parte


Hija del conde de Cabarrús, ilustrado al servicio de la corona española en tiempos de Carlos III y fundador del Banco de San Carlos, el primer banco nacional español, Teresa había nacido para ser admirada y amada. 


Alegre y desenfadada, provocadora y valiente, práctica y generosa, Teresa Cabarrús fue una de las más bellas y seductoras jovencitas de su tiempo y también uno de los personajes femeninos que más influyó en los acontecimientos que marcaron el rumbo de la Revolución francesa. Una mujer que supo luchar por lo que quería, entrando en el juego social permitido en aquel tiempo al género femenino. Y así, Teresa Cabarrús no dudará en utilizar su belleza y encanto como armas para acercarse al poder.


Teresa supo desde muy joven que poseía un gran atractivo. Las expresiones de los caballeros que embobados la miraban constituían una prueba evidente. Su padre, Francisco Cabarrús, conocedor del éxito de su hija y temiendo que iniciara una relación poco conveniente con alguno de aquellos jóvenes que la asediaban en Madrid, decidió enviar a su familia, su mujer y sus hijos, a Francia donde vivirían con unos parientes. Si lo que Cabarrús pretendía era evitar una unión poco ventajosa o poner punto final a alguna ya iniciada, resultaba lógica su postura, pero si su objetivo era que Teresa se olvidara de los coqueteos, la mandaba al lugar menos apropiado y él debería saberlo; claro que tal vez Francisco Cabarrús esperaba y deseaba en el fondo algo que iba a suceder al poco tiempo.


Aún no había cumplido los quince años cuando Teresa se casó en París con el marqués de Fontenay. Era un matrimonio que respondía más a los intereses de los cónyuges que al amor entre ellos. Él, Jean-Jacques-Devin, tenía veinticinco años y ya le había llegado la hora de casarse. Teresa era hermosa, ambiciosa. Sin duda, desempeñaría bien su papel como marquesa de Fontenay y, además, el no estar muy enamorada de su marido le permitiría ciertas «libertades». El matrimonio con el marqués de Fontenay le brindaba la oportunidad de situarse en aquella sociedad que tanto le atraía.

Teresa triunfó. Se convirtió en la reina del París prerrevolucionario. Muy pronto sus fiestas se hicieron famosas. En su casa se reunían algunos de los personajes más importantes del momento: Lafayette, Lameth, Mirabeau... La política cada día adquiría mayor protagonismo y Teresa participaba activamente en ese ambiente. Anhelaba estar cerca y participar del poder y sabía cómo hacerlo. Pero la situación política francesa se complicaba.

La vida en París resultaba más difícil cada día. La revolución marchaba por senderos peligrosos: después del asalto a las Tullerías en agosto de 1792, la Convención Nacional destituyó al rey Luis XVI proclamando la I República. Las ejecuciones en masa eran muy frecuentes. El terror no había hecho más que empezar. Los marqueses de Fontenay, como muchos aristócratas, decidieron abandonar París.

Una vez instalados en el campo, en su casa de Fontenay, Teresa y su marido, aprovechando la instauración del divorcio, decidieron separarse. En tiempos de armonía la unión entre ellos podía funcionar pero en aquellos momentos difíciles su proyecto en común ya carecía de sentido y cada uno decidió su futuro por separado.

Tomado de
http://www.sentadofrentealmundo.com
(Continuará mañana)

No hay comentarios:

Publicar un comentario