Nuevos refugiados cubanos
se vuelven parias tras el deshielo
Rui Ferreira,
El Mundo, Madrid.
La vida de los cubanos
que llegan sin papeles a Estados Unidos
ya no es la misma. Aunque la tendencia en la comunidad exiliada es recibirlos
de brazos abiertos, está llegando gente que no tiene otro remedio que vivir en
la calle entre otras razones porque no tienen familiares aquí.
Les queda el apoyo de los servicios de asistencia social de la Iglesia
católica y otras denominaciones. Pero ante la avalancha de personas, esos servicios no dan abasto,
han colapsado y tienen una lista de espera de casi dos meses, lo cual retrasa
su asentamiento en otros estados, el recibimiento de permisos de trabajo y
ayuda monetaria de emergencia.
El número de cubanos que llegan a Estados Unidos se ha disparado desde
que el 17 de diciembre pasado los dos países anunciaron un deshielo mutuo. Los cubanos temen que la reanudación de
relaciones diplomáticas a nivel de embajador, pautadas para el 20 de julio pueda acabar con las leyes migratorias excepcionales
que facilitan el asentamiento e integración a la sociedad estadounidense sobre
las demás nacionalidades.
Según cifras de los Servicios de Inmigración, desde el inicio del año
fiscal el 1 de octubre, han ingresado al país casi 19.000 cubanos, sea
por vía marítima o por la frontera con México, una cifra equivalente al total
de llegadas el año anterior. Lo destacado: desde el anuncio del deshielo, llegaron
dos tercios de esa cifra.
Un reflejo del temor que muchos cubanos tienen de que la mejoría de
las relaciones entre Estados Unidos y Cuba pueda acabar con las facilidades
migratorias que los ciudadanos de éste último país disfrutan. Los cubanos
disponen de una 'ley de ajuste cubano', que les permite hacerse residentes
permanentes al año y un día de entrar al país y la de 'pies secos-pies
mojados', que los hace admisibles tan pronto sean atrapados en las costas o
dentro de las tres millas de aguas jurisdiccionales.
Cubanos sin asilo
El 4 de julio, curiosamente la fecha de la independencia de Estados
Unidos, el cubano Antonio Mora, de 27 años, llegó a Miami tras ingresar al país
a través de la frontera en la localidad de Laredo, en Texas, un paso fronterizo
conectado con Nuevo Laredo, en México. Fue entrevistado, expuso su argumento de
refugiado cubano y admitido al país sin grandes problemas.
De inmediato se desplazó al sur de Florida, nicho de la gran colonia
inmigrada cubana en busca de un hogar donde poder sacar adelante su vida. Pero
no tiene familiares aquí y ha quedado desamparado. Hoy sobrevive a la
intemperie en el estacionamiento de un centro comercial de la ciudad de Doral,
en el área metropolitana de Miami junto a otros tres compatriotas.
"Llegamos sin dinero ni familia. En Cuba se dice que el Gobierno de
Estados Unidos da asilo a los cubanos. Mientras tanto, tenemos que estar a la
intemperie", enfatiza con cierto desespero a medios locales.
La razón es simple. Por décadas el Gobierno de Estados Unidos ha
delegado en organizaciones religiosas la recepción y procesamiento de la
integración de los inmigrantes cubanos indocumentados. Sin embargo, con el
incremento de los que llegan, tanto la Iglesia Católica como las demás, que
disponen de programas de asistencia pública, se han visto desbordadas de
'clientes'.
"Es mucho lo que está llegando. Nosotros vivimos de los programas
estatales y contribuciones privadas.Pero con la crisis ha disminuido esa
contribución y los fondos se agotan. No tenemos capacidad para procesar tanta
gente", explica a ELMUNDO.es, Arnaldo Vicente, uno de los voluntarios de
Caridades Católicas, el más importante hogar de refugiados de Florida, sin
precisar más detalles porque no está autorizado a comentar el problema.
Asistencia de la Iglesia
Sin embargo, se sabe que las iglesias intentan ayudar a estos
refugiados de nuevo tipo que, sin familiares en Estados Unidos, no tienen a
donde ir. Si un cubano llega a Estados Unidos y tiene familiares, son
contactados por las organizaciones de acogida para que se hagan cargo de ellos.
Hasta ahora, los que no tenían familiares eran enviados a otros estados sin
grandes problemas, pero el auge de nuevos refugiados y la falta de lugares
a acogida ha colapsado todo el sistema.
El Gobierno federal, que al calor de la Guerra Fría ha heredado de
administraciones anteriores la voluntad política de acoger a los refugiados
cubanos o inmigrantes económicos, se debate hoy día, desde el 17 de diciembre
pasado, con la realidad de la formalización de relaciones con la isla
comunista y con la disyuntiva de darles la bienvenida con todas las de la ley.
A Mora y sus compañeros de 'viaje', con la nueva realidad política en
que se debate el Estrecho de Florida, no le queda otra que esperar un milagro
político o el pasar del tiempo. La lista de espera para poder recibir los
beneficios que les otorga una ley que fue creada en los años 1960 del siglo
pasado, cuando la política oficial de Estados Unidos fue que Cuba siendo un
país comunista era un 'paria' en Latinoamérica. Pero eso se está acabando. Lo
saben y sufren. Son las últimas víctimas del deshielo inevitable entre dos
adversarios.
Remitido por Humberto
Estrada
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