7 de julio de 2011

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LA HISTORIA DOCUMENTADA
ES HISTORIA REAL

Por Amelia M. Doval

 La costumbre de curiosear en la cinematografía que nos rodea más allá del común intelecto y la diversión, me introdujo en dos realizaciones que aunque distantes, en idea, tiempo y región, procuran mostrar una manera diferente de observar la realidad a la que todos estamos acostumbrados cuando leemos, escuchamos y repetimos.

No es un intento de polemizar sobre el bombardeo de Israel  al Líbano sino la historia humanizada a través de una mujer que recorre el sur del país, después del bombardeo, buscando a su hijo de 9 años. “Under the Bombs”, es un reclamo del mundo, un alarido de rabia contenida, una alerta ante las consecuencias insospechadas en los más inocentes. El dolor detrás de la guerra.

Dos personajes totalmente contradictorios se unen en un solo sentimiento, recuperar a un niño perdido entre las bombas. Las guerras no tienen rostros y los rostros que se miran reflejan siempre la imagen de otro humano que siente dolor, tristeza, devastación en el alma. Lo material se repone, lo espiritual  y lo humano se pierden por siempre, ese es el mensaje desesperado.

La siguiente, muestra busca el contenido detrás de una foto repetida, escondiendo la mentira, una foto contraria a lo que expresa, una foto que es nombre, es asesino, es un criminal, un hombre sin escrúpulos vendido como eslogan y concepto. Una imagen que difiere de la realidad. “La verdad del Ché”, es un recorrido en marcha cadenciosa sobre una historia que se desconoce porque lo incierto ha tenido más presencia.

Lo creíble de la historia  cubana contemporánea, se pone en duda por quienes no tienen acceso a la verdad. Según avanza el documental, las preguntas se confabulan entre sí dentro de nuestro cerebro. ¿Cómo es posible que los cubanos más cercanos a este monstruo no lo identificaran desde mucho antes de 1959? ¿Qué impidió que ante la avalancha de actos de odio contra el cubano, ningún soldado fuese rebelde e intentara ajusticiarlo?

¿Qué paso fue el que transformó a un asesino en líder? ¿Por qué estando en La Cabaña, fusilando a nuestro pueblo, destrozando corazones de madre, sus más allegados no atentaron contra su vida? ¡¿ Qué servilismo cruel deshizo la osadía de enfrentarlo?!

Ahora se comprende mejor porqué la humanidad lo sobrevalora, una respuesta simple lo demuestra, si el pueblo que asesinó y humilló lo eleva a categoría de héroe, entonces el resto del mundo ¿qué puede pensar? Tantos engaños se asumen como verdades. El Ché no nació como criminal después de la Sierra. Ese hombre venido de otras tierras, capaz de escribir sin remilgos el rechazo evidente a nuestro pueblo, fue siempre un asesino que creó sus víctimas, humilló la moral, hirió la conciencia. Un hombre rodeado de déspotas mediocres.

El esfuerzo que La Casa del Preso, en manos de Abel Nieves Morales, ha invertido para crear esta joya histórica, merece nuestro respaldo como cubanos. Necesitamos exponer a todos las imágenes que vienen evidenciadas con palabras de historia popular y documentos que no permiten dudas. El Ché, un criminal  transformado en héroe, un engendro que  sólo se doblega en gestos ante el poder de Fidel, ¿Será verdad? O, como tantas tergiversaciones cubanas, la carta de despedida es una fabricación casera, una justificación, una prueba de poder. Nuestra historia necesita ser mostrada y estos videos deben circular a otros espacios. Las razones no se esconden en armarios, se deben repetir una y otra vez, sin descanso.   

Amelia M. Doval

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