26 de diciembre de 2019

LA CELEBRACIÓN DEL NACIMIENTO DE CRISTO




La celebración del
Nacimiento de Cristo

Por Martín A. Cagliani
En el siglo II de nuestra era (100 años después del nacimiento de Cristo), los cristianos sólo conmemoraban la Pascua de Resurrección, ya que consideraban irrelevante el momento del nacimiento de Jesús y, además, desconocían absolutamente cuándo pudo haber acontecido.
Durante los siglos siguientes, al comenzar a aflorar el deseo de celebrar el natalicio de Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos teólogos, basándose en los textos de los Evangelios, propusieron datarlo en fechas tan dispares como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo y algunas otras.
Pero el papa Fabián (236-250) decidió cortar por lo sano tanta especulación y calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento del nazareno. La Iglesia armenia fijo el nacimiento de Cristo el 6 de enero, mientras otras iglesias orientales, egipcios, griegos y etíopes propusieron fijar el natalicio en el día 8 de enero.
Finalmente, dado que en el concilio de Nicea (año 325) se declara oficialmente que Jesús es una divinidad, ya que el Padre y el Hijo son el mismo, se decidió fijar el natalicio de Cristo durante el solsticio de invierno en el hemisferio norte, que por entonces se fijaba en el  25 de diciembre, fecha en que se festejaba el nacimiento de variadas deidades romanas y germanas.
Se tomó por fecha inmutable, durante el pontificado de Liberio (352-366), la noche del 24 al 25 de diciembre, día en que los romanos celebraban el Natalis Solis Invicti, el nacimiento del Sol Invicto, un culto muy popular y extendido y, claro está, la misma fecha en que todos los pueblos contemporáneos festejaban la llegada del solsticio de invierno. Las iglesias orientales siguieron y siguen festejando la Navidad el 6 de enero.
Con la instauración de la Navidad también se recuperó en Occidente la celebración de los cumpleaños, aunque las parroquias europeas no comenzaron a registrar las fechas de nacimiento de sus feligreses hasta el siglo XII.
En un principio la Navidad tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo VIII comenzó a celebrarse con la pompa litúrgica que ha llegado hasta hoy, creando progresivamente la iluminación y decoración de los templos, los cantos, lecturas y escenas piadosas que dieron lugar a representaciones al aire libre del nacimiento en portal de Belén, el famoso Pesebre.
Aunque la tradición nos ha llevado a creer que Jesús nació en el primer año de nuestra era, lo cierto es que no fue así, ni mucho menos, si nos atenemos a los únicos datos conocidos sobre el particular, eso es a las informaciones vagas y contradictorias reseñadas por sus biógrafos, Mateo y Lucas, que, además, situaron el domicilio habitual de José y María en dos lugares diferentes y muy distantes entre sí: Belén (Judea) y Nazaret (Galilea).
 El mismo Lucas relata en su texto el nacimiento de Jesús en dos fechas distintas, una en el año 6-7 d.C. y otra en el 4 a.C. De esta forma un mismo evangelista, en las cuatro primeras páginas de su texto, dató el nacimiento de Cristo en dos fechas separadas entre sí por un mínimo de 10 años. Mateo fijó el nacimiento de Jesús "en los días del rey Herodes" (Mt 2,1) y, por tanto, antes del año 4 a.C., durante el cual murió el monarca judío.
Los principales expertos actuales fechan el nacimiento de Cristo entre el año 9 y 5 a.C., habiendo un gran consenso alrededor del año 7 o 6 a.C. Lo sitúan en el contexto de la población judía de Palestina, y piensan que Jesús residió en Nazaret (Galilea), hasta la edad de cuarenta años, poco más o menos, trabajando en el oficio familiar de carpintero albañil hasta que lo dejó para ir al encuentro de Juan el Bautista, tras lo cual inició el corto período (alrededor de 2 años) de vida pública que relatan los Evangelios.
Si bien el lugar exacto del nacimiento de Jesús no se sabe, ya que los evangelista callan al respecto, una tradición cristiana tardía dio por cierta la suposición de que el nacimiento tuvo lugar en alguna de las muchas cuevas calizas que existen en las cercanías de Belén.
Habiendo sobrevenido el nacimiento de Jesús, según la tradición católica, mientras sus padres estaban refugiados en una cueva que contenía un pesebre por todo mobiliario, y estando aparentemente faltos de medios materiales y de calefacción (era invierno en esa zona), aparecen en escena los dos personajes infaltables en los pesebres, el buey y el asno, que con su aliento calentaron devotamente al niño recién nacido.
Esto es aceptado por la Iglesia, a pesar de que no figuran en ninguno de los Evangelios, sino en el evangelio apócrifo (no oficial) denominado Pseudo Mateo, del cual proviene el relato en el que está basado el pesebre que adorna todos nuestros belenes o nacimientos.
Recogido de ACIPRENSA