22 de diciembre de 2010


 NAVIDADES PASADAS

* Joe Cardona
  elnuevoherald.com

* Para la mayoría de los cubanoamericanos, esta época del año trae recuerdos de los fantasmas de Nochebuenas pasadas. Para mí, es un momento de reflexionar sobre mi niñez y el hercúleo esfuerzo de mis padres por no dejarme creer nunca que estábamos por debajo de la clase media, aunque sus numerosos trabajos humildes apenas cubrían los gastos del mes. En los años 60 y 70 nuestras fiestas de fin de año no tenían que ver con Ipads, pantallas planas y certificados de regalo, y sí mucho con la familia, los amigos y, por supuesto, el omnipresente brindis para conmemorar y reconocer el regreso inminente a Cuba.

Después de medio siglo de erosión cultural, social y política, sigo tratando de poner en perspectiva lo que esta distancia de la patria de mis padres ha significado. Abundan las preguntas de quién, por qué y qué mientras trato de reconciliar el camino que tomó mi familia con el que pudo haber tomado. También invierto una cantidad excesiva de pensamiento para entender cómo la experiencia cubana ``revolucionó'' (lo digo sin sarcasmo) y moldeó mi vida.

Mis primeros y más entrañables recuerdos del exilio cubano se remontan a principios y mediados de la década de 1970 y al papel prominente que Cuba y ``nuestro regreso'' sigue teniendo en nuestras vidas. Las escenas recreadas en mi memoria tienen el olor del turrón de yema y la sidra barata. Las familias estaban más unidas, y no sólo por las costumbres y la tradición, sino porque todos vivíamos cerca. Esto era antes de que muchos cubanos poblaran Key Biscayne y Coral Gables, una época en que a los parientes lejanos se les trataba como a primos hermanos.

El tiempo ha demostrado que Cuba ha sido el país más desafortunado en cuanto a la ``longevidad de la dictadura''. Cuba quedó atrapada en el fuego cruzado entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Mientras las superpotencias cercaban a la isla, los cubanos quedaron separados, un aislamiento que le dio la victoria a Castro.

Mi familia, como miles de otras, estaba observando desde el exterior, relegada a esporádicas llamadas telefónicas, cartas ocasionales y gestos simbólicos en reuniones familiares. ``El año que viene en una Cuba libre'' era un brindis que mi familia proponía y entonces cada miembro de la familia (incluidos los niños con nuestros refrescos) levantaban las copas para reconocer el improbable mantra. El brindis era un alivio, una forma de suprimir la tristeza. En mi casa, el tono de la reunión en víspera de Navidad cambiaba drásticamente después de brindar. Los familiares se hacían más introspectivos. Yo era un niño y me era difícil medir la futilidad de todo.

La noche concluía con una visita a la iglesia para asistir a la misa de gallo. Era una época en que algunos curas católicos tenían el valor y la sinceridad de llamar asesinos a los hermanos Castro.

Al llegar a la madurez, la mayoría de mis familiares que participaron en esas celebraciones --abuelos, tíos y mi madre-- ya no están. Admito que identificarse como un cubanoamericano anticastrista en Miami es una oda a la derrota. Las noticias desalentadoras y la decepción siempre están al doblar de la esquina para los cubanos, dentro y fuera de la isla.

Irónicamente, a pesar de la futilidad política de 50 años de exilio y el creciente número de pérdidas emotivas a lo largo del camino, me enorgullece reconocer que soy un miembro del equipo perdedor. A veces hay una gran dignidad en perder. En el caso cubano, creo que la pérdida que sucedió hace 50 años ha sido vengada. Muchos de mi generación viven el Sueño Americano, pero nunca han olvidado nuestras raíces y siguen exigiendo libertad para Cuba. Venimos de gente que optó por sacrificarse por una vida mejor para nosotros, sus hijos. Cubanos que eligieron no participar en el frenesí de abusos de la infame revolución de Castro.

Esta víspera de Navidad, dedicaré de nuevo un momento de silencio a recordar a esos dignos cubanos. De nuevo llenaré una copa con esperanza y vigor. Brindaré por los que han quedado en el camino pero han dejado la huella indeleble de su lucha por la libertad. ``El año que viene en una Cuba libre''.

jccigar@aol.com

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