29 de noviembre de 2009


El plante

Álvaro de Villa


La noche habanera
era una mujer
sensual y trigueña
como uno la sueña,
que se dejaba querer.

Allá en la esquina con ella
estaba José María,
guayabera reluciente
y una sonrisa.

En el bolsillo dos pesos
para toda la semana,
cesante y sin esperanzas
de un mañana.

Pero José María
no se caía,
porque si no comía
no lloraba miserias
sino que salía
escarbando los dientes con un palillo
sin un kilo en el bolsillo,
porque al que mucho se agacha
se le veía
el fondillo.

Brotó de los recuerdos olvidados
¡Paquito!
Aquel muchachito
tan delgado.

Se dieron un fuerte abrazo.
¡Como seis años sin verse!
Desde cuando se mudara
de Arsenal trescientos trece.

Paco invitó a darse un trago
en el bar de Juan el Negro
y corrieron las cervezas
evocando los recuerdos.

Paquito estaba muy bien,
tenía una tela muy viva
y un convertible parqueado
allá en la esquina.

El tío era senador
y estaba en la evolución
y portaba el billetaje
en burujón.

Pero José María
no se caía,
por eso fue que al instante
le hizo un cuento de camino
con tal de tirarle el plante.

Al despedirse Paco del amigo
sacó un rollo de billetes
que no lo brincaba un chivo

Pero José María no lo dejó…

-¡Deja eso, mi hermano, que pago yo!
Paquito quiso insistir y José María gritó
con violento frenesí:

-¡El dinero de este hombre
No vale aquí!

Juan el Negro musitó:
-Es uno noventa y cinco.
Y José María le dio
sus últimos dos pesitos
y salió.

Se fue feliz y orgulloso
porque José María
no se caía
aunque tal vez no almorzara
al otro día.

Álvaro de Villa, humorista cubano
Miami, marzo, 1964
Ilustración: www.calendariocubano.com
_________________________________________

No hay comentarios:

Publicar un comentario