30 de julio de 2009

Una misión histórica





Se suponía que Neil Armstrong estuviera dispuesto a dormir porque la caminata lunar ya se había realizado. Las rocas lunares estaban almacenadas. Su nave estaba lista para partir. En sólo unas cuantas horas el módulo de ascenso del Eagle despegaría de la superficie de la Luna, algo que ninguna nave había hecho antes, y Neil necesitaba estar completamente lúcido. Se acurrucó sobre la cubierta del motor del Eagle y cerró los ojos. Pero no podía dormir.

En el reducido módulo a Buzz le correspondió el mejor lugar, el piso. Se estiró tanto como pudo en su traje espacial y cerró los ojos. No sucedía nada. Es comprensible. En un día como ese dormir era imposible.

Abandonan al Eagle en la órbita lunar aunque no sin que antes Collins --católico-- dejara escrito en una de las paredes internas: ``Nave espacial 107. La mejor creada. Que Dios la bendiga''. A las 6:35 del 22 de julio encienden los motores del módulo para iniciar el regreso al planeta Tierra; y en poco tiempo el Columbia se sitúa en una trayectoria de caída, que concluiría en 60 horas al sudoeste de las islas Hawaii, en el Océano Pacífico. Amerizó el 24 de julio, exactamente 8 días, 3 horas, 18 minutos y 35 segundos después que el Saturno V abandonó la rampa del Complejo 39 en Florida. La tripulación del portaaviones USS Hornet, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, recoge a los astronautas ataviados con trajes de aislamiento biológico. Descansan en cuarentena hasta el 13 de agosto, cuando les permiten regresar al calor de la familia y a su vida normal.

María Teresa Villaverde Trujillo
Reproducido de El Nuevo Herald

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