30 de julio de 2009

El gato negro y la mala suerte

María Dominicis

Cuando fue domesticado por primera vez en Egipto, hace unos 5000 años, el gato ocupaba lugar preferente en la sociedad.

Todos los gatos, especialmente los negros, eran tenidos en muy alta estima por los antiguos egipcios, y la ley los protegía contra los malos tratos y la muerte.

Tal era la idolatría que inspiraba el gato en Egipto, que la muerte de uno de estos animales hacía que toda la familia que le había albergado le guardara luto, y tanto ricos como pobres embalsamaban los cadáveres de sus gatos con el mayor lujo, envolviéndolos con un fino lienzo y colocándolos en sarcófagos de materiales valiosos, como el bronce e incluso la madera, todo un lujo en un Egipto tan carente de árboles.

Los arqueólogos han exhumado cementerios enteros de gatos momificados, en los que abundaban los negros. Impresionados por la supervivencia del gato, animal capaz de soportar numerosas caídas desde gran altura y salir ileso de ellas, los egipcios originaron la creencia de que el gato tiene siete vidas, e incluso nueve según otros.

La popularidad del gato se extendió rápidamente a través de las civilizaciones. Textos en sánscrito de más de dos mil años de antigüedad hablan del papel de los gatos en la sociedad india. Se dice que en China, hace unos 2500 años, Confucio tenía un gato como animal de compañía predilecto.

Alrededor del año 600 de nuestra era, el profeta Mahoma predicaba con un gato en sus brazos y, más o menos en la misma época, los japoneses empezaron a mantener gatos en sus pagodas para proteger los manuscritos sagrados.

En aquellos siglos el hecho de que un gato negro se cruzara en el camino de una persona era signo de buena suerte. La idea de que un gato negro da mala suerte es relativamente reciente, aunque su raíz está en la Europa de la Edad Media.

La característica independencia del gato, junto con su testarudez y su afición a buscarse la comida aunque fuera robando, unida al repentino aumento de su población en las grandes ciudades, contribuyeron a su caída en desgracia. Los gatos callejeros eran alimentados a menudo por ancianas pobres y solitarias, y cuando se propagó en Europa una oleada de histeria, en la que muchas de esas mujeres carentes de hogar fueron acusadas de practicar la magia negra, los gatos que les hacían compañía —especialmente los negros— fueron considerados culpables de brujería por asociación de ideas. (En vista de esto, cabe preguntarse si el pobre gato negro DA mala suerte o TIENE mala suerte.)

En Francia, cientos de gatos negros eran quemados mensualmente hasta que, en la década de 1630, el rey Luis XIII puso fin a esta vergonzosa práctica.

Dado el largo tiempo —varios siglos— durante el cual los gatos negros fueron sacrificados en toda Europa, es sorprendente que todavía haya gatos negros en el mundo. ¿Será por lo de las siete vidas?

Aun en tiempos modernos, los pobres gatos negros son víctimas de supersticiones. En los Estados Unidos, los “shelters” o refugios para gatos sin hogar no dan en adopción gatos negros en los días anteriores a Halloween. El motivo son las prácticas supersticiosas y hasta ritos satánicos que se realizan con ellos.

Maria Dominicis
Ilustracion: web


Algunos datos están tomados del libro: “Las cosas nuestras de cada día”, de Chatles Panati.


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