28 de enero de 2012

JOSÉ JULIÁN MARTÍ Y PÉREZ

JOSÉ JULIÁN MARTÍ PÉREZ                                    

Por Carlos Cabezas

José Julián Martí Pérez nació en la habanera calle de Paula el 28 de enero de 1853, hijo de Mariano Martí Navarro, natural de Valencia y de Leonor Pérez Cabrera, de Tenerife, Islas Canarias. Aprendió el amor a Cuba en especial con su maestro, el poeta Rafael María Mendive, cuando en 1865 se convirtió en su alumno en la Escuela Superior Municipal de Varones, de la cual Mendive era director.   

Simpatizó con la Guerra de 1868, al año fue llevado a la cárcel acusado de infidencia y en 1870 lo condenaron a 6 años de trabajos forzados en las canteras de San Lázaro por sus ideas independentistas. Allí experimentó los horrores del presidio en carne propia y en la de otros por su profunda sensibilidad.

Del presidio fue enviado el 13 de octubre de ese mismo año a continuar su condena en la finca El Abra en Isla de Pinos, donde posiblemente leyó una Biblia que se encontró en el lugar que pudo influenciarlo más tarde para escribir "El Presidio Político". Al año siguiente, lo desterraron a España.

Entre enero de 1871 a octubre de 1874, José Martí, obtiene entre Madrid y Zaragoza los títulos académicos de Bachiller, Licenciado en Derecho y Licenciado en Filosofía y Letras. De España, donde dejó muchos amigos, amores y admiradores, parte a finales de 1874 -con pasaporte falso- hacia Francia y en París se entrevistó con el famoso novelista Víctor Hugo.

En 1875 viajó a México, allí se casó con la camagüeyana, Carmen Zayas Bazán, con quien en 1878 tuvo a su único hijo, José Francisco Martí y Zayas-Bazán. Por la crisis del matrimonio Carmen regresó de Nueva York a Cuba en varias ocasiones con el niño.

Desde México comienza su peregrinar por tierras de Sudamérica: Guatemala, Venezuela, Honduras y El Salvador. En Guatemala alcanzó gran notoriedad como profesor y orador. Allí conoció a María García Granados, a quien le dedicó el famoso poema "La Niña de Guatemala" la cual, según él, murió de amor.

En 1878 hubo una amnistía general y regresó a Cuba. No podía identificarse con su nombre y apellido porque quedaría expuesto ante las autoridades coloniales, al mismo tiempo su naturaleza no le permitía mentir y utilizó su segundo nombre y apellido haciéndose llamar Julián Pérez. No dejó de conspirar, fue descubierto y vuelto a expulsar a España.

En 1881 se trasladó nuevamente a Nueva York. Carmen y el niño se reunieron ese año con él, ocasionándose el rompimiento definitivo, que tuvo lugar al regresar Carmen inesperadamente a La Habana ese mismo año, viaje para el cual obtuvo pasaporte del consulado español en Nueva York, a espaldas del Apóstol. Nunca más padre e hijo intimaron. De ahí su expresión de rencor-amor en su poesía “La rosa blanca” cuando dice “… y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo…” debido a que uno de sus amigos fue quien ayudó a escapar a su esposa.

Ese mismo año fue a Venezuela, pero otra dictadura lo obligó a partir y regresó a Nueva York hasta 1895. Allí contactó a militares cubanos como el general Calixto García.

Se dedicó a preparar la guerra para la independencia de Cuba y creó el Partido Revolucionario Cubano con ese fin. Buscó el compromiso de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo, entre otros. Pronunció discursos y recaudó dinero en diferentes lugares de Estados Unidos y en América Latina. Es conocido que los exiliados cubanos, en especial los tabacaleros de Tampa y Cayo Hueso, dieron dinero a la causa, pero la realidad es que las recaudaciones no solamente fueron de centavos. Unos pocos ricos lo ayudaron y a ello se agregó el propio dinero de Martí, producto de sus diferentes trabajos como abogado, diplomático y periodista, el cual lo dispuso todo para la causa despreocupándose de su propia persona.

Organizó un plan abortado por los norteamericanos en el Puerto de la Fernandina, que consistía en invadir a Cuba mediante tres expediciones simultáneas en los barcos Amadís, Lagonda y Baracoa con armas para 400 hombres. El Lagonda tenía como misión dirigirse a Costa Rica para recoger a los generales Antonio Maceo y Flor Crombet, junto a un grupo de expedicionarios. Por su parte, el Baracoa zarparía con José Martí y los generales José María Rodríguez y Enrique Collazo a bordo, para dirigirse al sur de República Dominicana, donde recogerían al general Máximo Gómez. Finalmente, el Amadís aguardaría en un cayo cercano a la Florida por los hombres de Carlos Roloff y Serafín Sánchez, quienes tenían como misión desembarcar por Las Villas.

Ante el fracaso buscó alternativas y dio la orden de alzamiento. Mantuvo una correspondencia confusa con Antonio Maceo, quien le pedía una mayor cantidad de dinero para pagar un barco y llevar a sus hombres a Cuba, saldando antes sus propias deudas y la de sus hombres, porque como hombre de honor no podía abandonar el país sin honrarlas. Pero a Martí se le había agotado casi todo con el fracaso de La Fernandina. Por su parte, Flor Crombet enterado de la petición de Maceo –con quien tenía concertado un duelo a muerte para cuando Cuba fuera libre- le envió una misiva al apóstol en la que le expuso que con menos dinero él podía organizar la expedición. Debido a la urgencia y la necesidad de que ambos héroes fueran para Cuba lo antes posible, Martí le escribió una bella carta a Maceo, pidiéndole que se pusiera bajo las órdenes de Crombet hasta que desembarcara en la isla, donde automáticamente él recuperaría el mando de la tropa, y el Titán de Bronce lo aceptó.

Martí se trasladó a República Dominicana donde junto a Máximo Gómez escribió el Manifiesto de Montecristi y partió con él para la isla. Desembarcó en Playitas, al sur de Oriente, y junto a Gómez se encontró con Maceo en La Mejorana y lo nombraron mayor general en medio de una reunión altisonante, pero al día siguiente fue al campamento de Maceo y éste lo recibió junto con su tropa, a la que le pasó revista.

Muere en batalla el 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos, junto a su compañero Ángel de la Guardia, sin que los mambises pudieran rescatar su cuerpo. Fue un día lluvioso y no pudo ver cumplido su deseo de "morir de cara al sol".

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