22 de enero de 2012

LA INDIA HABANA



La india Habana

Ana Dolores García

En los albores de la conquista de América, 1508,  Nicolás de Ovando, Gobernador de La Española, comisionó a Sebastián de Ocampo, navegante gallego  que acompañara a Colón en su segundo viaje,  para que recorriera las costas de la tierra “fermosa” descrita por el Almirante y a la que llamó Juana, a fin de determinar si la misma era una isla o parte de un continente.  


Ocampo dispuso de dos naves para  realizar esa misión de bojeo y, mientras continuaba su viaje por la costa norte de aquella isla a la que los indígenas se referían como Cuba, la fuerza de los vientos lo obligó a refugiar sus naves en un puerto natural que encontró a su paso, y que le ofreció abrigo y refugio suficientes para reparar los daños producidos por el vendaval. Como todo era territorio nuevo decidió bautizarlo, y ya que le había servido para carenar sus naves, lo llamó  “Puerto Carenas”. 


La tripulación aprovechó para recorrer el lugar, extasiada ante la belleza de aquel territorio virgen y de su vegetación exuberante. Trinos de aves extrañas y un sol abrasador desconocidos en la tierra de donde provenían.  Pronto se toparon con una nativa. Cuenta la leyenda que quedaron deslumbrados ante su belleza. Se la describió como poseedora de una larga y negra cabellera, sentada en lo alto de una peña junto a una cascada. Así quedó plasmada en un croquis realizado por uno de aquellos marineros.


Un entrecortado diálogo de palabras y gestos se estableció entre los atónitos visitantes y la bella joven. De algún modo le preguntaron quién era. Ella les respondió:  “Habana”. Le preguntaron entonces cómo se llamaba el lugar, y volvió a repetir: “Habana”. Haciendo un esfuerzo en el diálogo, lograron saber que era hija del cacique Habanabex.   Y señalándola de nuevo en gesto de pregunta, ella, tocándose el pecho como queriendo decir “yo”, repitió el mismo nombre: Habana. Y Habana se llamó el lugar para los siglos futuros. 


Muchos años después, basándose en aquel rústico dibujo  de una hermosa joven india sentada sobre una roca, se levantó la no menos hermosa fuente de La India Habana, que todavía se destaca entre los sitios emblemáticos de la capital de Cuba. 


La fuente de la India o de la Noble Habana se mandó a hacer a Italia y llegó a la capital de la colonia en 1837. La colocaron frente a una de las puertas de la antigua muralla, la Puerta de la Tierra, de modo que  quedara de espaldas a la Puerta del Este o de Tacón, que era la principal del Campo de Marte.  Tal vez este emplazamiento tuvo un carácter intencionado: el de restar vista e importancia a ese campo militar, símbolo del poderío de la metrópolis.  
   

«Empeñado en neutralizar los símbolos del Gobernador -explica el arquitecto Carlos Venegas-, dos de las más destacadas iniciativas urbanas del Conde de Villanueva, hacendado habanero que ocupaba el cargo de Superintendente General de Hacienda y estaba al frente de la oligarquía criolla, se situaron estratégicamente en las cercanías del Campo de Marte para debilitar el tono de autoridad y prepotencia militar que Tacón le imprimió a ese sitio». Una de esas iniciativas, como se ha mencionado, fue la de colocar esa fuente, de tan criollo simbolismo, frente al Campo de Marte. 


La más completa descripción de la Fuente de la India se debe al escritor don Tranquilino Sandalio de Noda, quien en 1840 apuntaba: «Delante de las puertas de la ciudad de La Habana… se ve una fuente de mármol blanco que se alza en un pedestal cuadrilongo sobre cuyas cuatro esquinas y resaltadas pilastras se apoyan cuatro delfines también de mármol, cuyas lenguas de bronce sirven de surtidores al agua que vierten en la ancha concha que rodea al pedestal…»



«…Encima de todo, sobre una roca artificial, yace sentada una preciosa estatua que representa una gallarda joven india mirando hacia el Oriente; corona su cabeza un turbante de plumas… y un carcaj lleno de flechas al hombro izquierdo lleva. Sus armas vense esculpidas en el escudo que lleva a su diestra, y en la siniestra sostiene la cornucopia de Almatea, en la cual, en vez de las manzanas y las uvas que generalmente la adornan, el autor, en un rasgo de inventiva, las ha sustituido por frutas de nuestra tierra, coronadas por una piña… Se reconoce que representa alegóricamente a la ciudad de La Habana». El autor de todo ello fue el escultor italiano Giusseppe Gaggini, al que muchos le censuraron el modelar el rostro de la india con facciones de diosa griega.  


Todo el conjunto es de estilo neoclásico, en mármol de Carrara y con una altura de tres metros. La india Habana tiene en su mano derecha el escudo de la ciudad, con las tres primeras fortalezas del puerto: los castillos de la Real Fuerza, del Morro y el de la Punta, y una llave, que representa la posición estratégica de Cuba a la entrada del Golfo de México. En su otra mano, el cuerno cargado de frutas.   


La fuente ha cambiado de lugar varias veces. De la Puerta Este del llamado Campo de Marte, varios años después, en 1863,  la trasladaron hasta el  Parque Central. En 1875 regresó al sitio inicial y en 1928 el propio Campo de Marte fue convertido en Parque de la Fraternidad. Y allí la india Habana sigue sentada rodeada de delfines, en uno de los extremos del Paseo del Prado y a  pocos pasos del Capitolio Nacional.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario