La condesa de Merlín
Héctor Maceda Gutiérrez
María de las Mercedes de Santa Cruz y
Montalvo, Condesa de Merlín, fue una importante figura de la literatura cubana
de la primera mitad del siglo XIX. Vio la luz en el poblado de Jaruco, La Habana, el 5 de febrero de
1789. Procedía de una ilustre familia. Sus padres, Joaquín de Santa Cruz y
Cárdenas y María Teresa Montalvo y O’Farril, Condes de Jaruco y Mompox.
Se le considera no solo fundadora de la
tradición narrativa y memorialista femeninas de Cuba, sino también como puente
del estrecho vínculo creado por ella entre los diferentes intereses que se
entrecruzaron en su vida: por un lado Europa, con la cual se identifica por
intermedio del lector francés y sus textos en lengua gala y, por el otro, Cuba,
su tierra natal con la que se sintió imbricada sólida e intrínsecamente debido
al profundo amor que tenía hacia ella.
La condesa de Merlín instaló uno de los
salones más cultos y prestigiosos de la época en la capital gala. Conoció a
filósofos, poetas, escritores y artistas plásticos de renombre universal. La
joven viajó por Alemania, Suiza, Gran Bretaña, EE.UU. e Italia. Contrajo
nupcias en 1811 con el general francés Antonio Cristóbal Merlín, conde de
Merlín, de quien ella adquiriría el título nobiliario con el que sería conocida
en Cuba, los EE.UU. y Europa.
En 1839, al fallecer su esposo fue entonces
que se incrementó su copiosa producción literaria al refugiarse en ella.
Transcurrido un tiempo regresó a Cuba (1840). Visitó La Habana -su ciudad
natal- y mantuvo un enjundioso intercambio epistolar con sus antiguos y
presentes amigos parisinos. Estas cartas fueron compiladas en un libro de su
autoría, publicado en francés, titulado: “La Havane”.
Su actividad periodística y literaria fue
enorme. Colaboró con artículos y documentos en los diarios “El siglo”, “Faro
industrial de La Habana” y “El colibrí”. “La Havane” se convirtió en una
tribuna para denunciar el daño provocado al desarrollo económico de Cuba debido
a los métodos de gobierno empleados por las autoridades españolas en la Isla.
Su obra literaria se extiende, entre otros
textos a: “Mis primeros doce años”, “Memorias y recuerdos”, “Los esclavos de
las colonias españolas”, “Historia de la hermana Sor Inés”, “Viaje a La
Habana”…
La muerte la sorprendió en medio del cenit
de su amplia actividad intelectual, a la edad de 63 años, en París, el 31 de
marzo de 1852, bajo los cuidados de su hija en el Castillo de Dissay, en las
afueras de Poitiers. Sus restos mortales fueron acompañados por un pequeño
cortejo fúnebre hasta el cementerio de esa ciudad, donde se encuentran
prácticamente olvidados en la actualidad.
Una hermosa e inteligente mujer.
ResponderEliminarFue muy admirada por Gertrudis Gómez de Avellaneda que reconoció en ella a una escritora de vanguardia en un mundo literario casi exclusivo de hombres.
EliminarUna cubana muy insigne. No se si hay relación de familia con Francisco Javier , Marqués de Jaruco, el geneanologo. Gracias Lolin. Marlene M.
ResponderEliminarEs muy probable que si. Sus biografías mencionan que fue hija del Conde de Jaruco, pero ello no nos da seguridad pues se trata de títulos distintos.
ResponderEliminar