9 de octubre de 2010

 
ÁVILA, LA CIUDAD DE TERESA

 - ¿Cómo era la ciudad, que vió nacer a santa Teresa de Jesús?

Era Ávila, entonces, una ciudad en pleno apogeo artístico, económico, urbanístico, social y religioso. La época del mayor esplendor que haya poddido conocer la ciudad en todos os tiempos. Como la persona es hija de su tiempo y de su entorno, Teresa no hubiese llegado a ser lo que ha sido si no hubiese nacido y vivido en Ávila.

Ávila, en pleno siglo XVI, era una ciudad radiante. Puerta entre dos Castillas. Levantada en la tierra llana de Castilla, tierra de la meseta, que se extiende desde el macizo de Gredos al Guadarrama, entre Toledo y Salamanca, entre Cáceres y Valladolid, entre los rio Tormes y Duero, en un altozano rocoso está asentada la Ciudad de Ávila. En el centro de la península española, Castilla. Y en el centro de Castilla. Ávila. Ciudad en alto, ciudad castillo. Ciudad de piedra sobre cimientos de piedra. Ciudad, la casa grande. Castilla viene de castillos. Ávila es el castillo de Castilla.

Asentada primero sobre un antiguo castro celta, colonia romana después, musulmana luego, desde finales del siglo XI Ávila se fue configurando en la misma forma que ha conservado hasta nuestros días. El artífice de esta ciudad fue Raimundo de Borgoña, el hombre que, hace novecientos años, se encontró con las ruinas de viejos imperios sobre un solar despoblado, y soñó con una ciudad nueva que durara por los siglos de los siglos. Y mandó reconstruirla así, en redondo, como ceñida por un enorme cinturón de granito, fuerte e inexpugnable. Como si presintiera que alguién iba a necesitar una ciudad inmortal. Y así fue. Las ciudades son inmortales cuando dan a luz ciudadanos inmortales.

Igual que la ciudad se aprieta y se concentra en torno a su centro arquitectólico que es la catedra, diríamos que todo el poder de la sangre y de la fe de un pueblo de héroes se juntó para dar a luz este portentoso alumbramiento, que se llama Teresa. El fogoso ímpetu celtíbero, el genio conquistador de los romanos, la audacia y piedad de los fenicios dieron a luz a esta niña universal, llamada primero doña Teresa de Ahumada y Santa Teresa de Jesús, después. Inseparablemente unidas, Ávila de Teresa y Teresa de Ávila.

Mons. Nicolás González, Capellán del Monasterio de la Encarnación, Ávila, España
http://nicolas-capellanencarnacionavila.blogspot.com
Foto adg

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