21 de diciembre de 2009


Jennifer Jones
desde la colina del adiós


Los Ángeles - M. V
La Razón, Madrid.

Aunque el nombre de Jennifer Jones (Oklahoma, 1919) no sea de los primeros que les venga a la mente cuando se evoca a las estrellas de Hollywood, su rostro seguro que les remitirá a decenas de fotogramas con aroma clásico. Esta morena de voz ronca y presencia etérea, como la describieron los expertos de la época, estuvo, según algunos, a la sombra de Bette Davis, Katharine Hepburn e Ingrid Bergman entonces, pero su figura se ha ido revalorizando con los años.

De su valía como actriz da idea el Oscar que recibió por la cinta biográfica «La canción de Bernardette» (1943), en la que interpretaba a la campesina francesa a la que se le aparecía la Virgen de Lourdes durante el siglo XIX. Así como también las otras cuatro ocasiones que se vio entre los nominados: «Desde que te fuiste» (1944), «Cartas a mi amada» (1945), «Duelo al sol» (1946), «La colina del adiós» (Love is a Many-Splendored Thing) (1955).

En casa del productor

Su belleza, que luego tuvo cientos de miles de admiradores, fue descubierta primero por el productor David O. Selznick, que además de musa de una cuidada selección de películas la convirtió en su esposa. La conoció cuando todavía era esposa del actor Robert Walker («Extraños en un tren»), con quien había dado sus primeros pasos en la Escuela de Cine de Nueva York, después de haber crecido entre bambalinas, pues sus padres eran artistas ambulantes.

Después de lanzarla a la fama con «La canción de Bernardette» (1943), Selznick la convirtió en una mestiza que enamoraba a dos cowboys de la talla de Gregory Peck y Joseph Cotten en «Duelo al sol»(1946).

En 1949 le llegaría el momento de componer uno de los personajes más grandes de la literatura, «Madame Bovary» . Otra adaptación literaria, esta vez de Hemingway le permitiría llegar directamente al corazón de millones de espectadores gracias a «La colina del adiós»: en plena guerra de Corea, una doctora euroasiática se enamora de un corresponsal de guerra norteamericano, interpretado por William Holden, y ambos tendrán que afrontar las oposiciones familiares y las diferencias culturales para poder avanzar en su relación.

No solamente trabajó durante este tiempo en películas de su marido, otros productores y directores la llamaron para títulos como «Cartas a mi amada» (1945), de Dieter, «El pecado de Cluny Brown (1946), de King Vidor, y «El hombre del traje gris» (1956), de Nunnally Johnson. El último gran título que le proporcionó Selznick fue «Adiós a las armas» (1957), de Charles Vidor, en la que viaja a la Europa de la Primera Guerra Mundial junto a Rock Hudson.

Después de la muerte de su marido apenas interpretó papeles destacables, hasta que se despidió del cine con «El coloso en llamas» (1974), la superproducción de John Guillermin e Irwin Allen.

A pesar de sus grandes papeles dramáticos, Jones tuvo fuera del set siempre fama de tímida. En raras ocasiones concedía entrevistas, porque, según ella misma explicó en 1957: «Me preguntan la mayoría de veces por mi vida personal, lo que no me gusta. Respeto la privacidad de todo el mundo y me gusta que la mía también sea respetada».

Hipnotizada por Selznick

Así lo confirmó el propio Hudson tras el rodaje en Roma de «Adiós a las armas»: «Había oído demasiadas cosas sobre ella: que era un neurótica, excesivamente temperamental, que estaba hipnotizada por Selznick... Ninguna de ellas es cierta, ha cooperado con todo el mundo, excepto con los reporteros, claro».

Uno de los peores momentos de su vida fue en 1976, cuando su hija se suicidó desde la planta 22 de un hotel de Los Ángeles. Cinco años antes había vuelto a contraer matrimonio con el multimillonario Norton Simon, que falleció en el año 1993.

Superó un cáncer de mama y se dedicó a administrar las ganancias de su marido. Fue especialmente sensible a las enfermedades mentales y donó a organizaciones de este sector varios miles de dólares. Falleció la pasada semana (17 de diciembre), en su casa de Malibú, acompañada por su hijo, sus ocho nietos y cuatro biznietos.

Foto: Google
________________________________

1 comentario:

  1. Aunque me gustaron mucho los films de Jennifer Jones, ninguno me gustó tanto como La canción de Bernardette, donde se lució como una artista consumada.
    Tenía una bonita figura y un rostro muy atractivo.
    Gracias por este interesante artículo, Lolita.
    Martha

    ResponderEliminar