Tony Évora
Noticia: [el 1947 fue asentado en el Registro de autores, el bolero "Dos Gardenias"], uno de los boleros más populares en el mundo de habla hispana. Lo cantaba lo mismo una "china" peruana en medio de sus tareas domésticas, un venezolano conduciendo, un panadero mexicano calentando el horno, que lo escuchaba una linda sevillana en su radio Telefunken, de labios de Antonio Machín, el mulato que lo impuso en España. El bolero es un género de la canción romántica donde se pueden expresar sin restricciones todos los sentimientos del ser humano, tanto del que lo interpreta como de todos los que le escuchan.
Alguien lo definió como un golpe bajo al corazón. ¿Prólogo o epílogo al momento de la fusión amorosa? Es la estructura musical que une y responde a la plenitud. Entre ambos extremos —de la excitación inicial a la flacidez—, el bolero registra un territorio emocional sin fronteras. Los cubanos y las cubanas lo sabemos muy bien.
Creado por Pepe Sánchez, sastre santiaguero, un apasionado de las canciones románticas, hacia finales del siglo XIX, en medio de las tensiones que culminarían en la guerra de 1895 inspirada por Martí. Rodeado de sus amigos Sindo Garay, Alberto Villalón, Miguel Matamoros y otros muchachones sensibles, aquel mulato espigado le dio la forma básica: una breve introducción, con 16 compases en tono menor seguidos de un pasacalle, para completarlo con otros 16 compases en tono mayor. Fórmula que siguieron desde Agustín Lara hasta Isolina Carrillo, una de las leyendas del bolero cubano y autora de "Dos gardenias".
Le gustaba relatar que cuando tenía nueve años su padre la sentó frente al piano de un cine y desde entonces su vida fue sólo la música. Cuando terminó sus estudios de piano volvió al cine para tocar danzones antes de comenzar la película silente; después improvisaba al teclado según se desarrollaba la trama. «Recuerdo que en ese tiempo en la mayoría de las casas había un piano» declaró mucho después. «Donde no hubiera o no tocaran un piano era una casa vacía, mustia"» Y agregó: «Había cierto prejuicio entre los pobres con los varones y el estudio del piano. Entonces no había televisión; había tertulias en las casas».
Nacida en 1907 y fallecida en 1996 en La Habana, Isolina Carrillo comenzó a componer boleros a instancias de Amado Trinidad, propietario de la RHC Cadena Azul. Había empezado a trabajar allí en 1937, y años después la conocían como "la negrita de los 600 pesos", un sueldo estupendo en los años cuarenta, que le pagaba "El guajiro de Ranchuelo" para hacer jingles —ella fue la primera en musicalizar cuñas comerciales para el chocolate La Estrella y también para las marcas Camay, Milo, Palmolive, entre tantos otros productos; anuncios radiofónicos que se convirtieron en fuente de trabajo para algunos músicos—.
Pero también le pidió que formara artistas, entre las que se encontraron las entonces noveles Celia Cruz y Olga Guillot. Fue esta última quien le cantó su primer bolero, Miedo de ti. Después surgieron Soy tu destino, Yo jamás, Qué mal te portas y Cuando menos lo pienses.
Isolina murió creyendo que tenía composiciones mejores: Increíble, Parte de mi vida, Castillo de ensueños, pero lo que importa en todo esto es lo que trasciende, lo que acepta y canta el pueblo.
Había fundado Las Trovadoras del Cayo en 1932, uno de los primeros septetos femeninos, donde tuvo que tocar piano, trompeta, güiro, bongó y hasta el contrabajo; como de costumbre, la mujer trabajó más duro que el hombre. Cantó en el cuarteto del creativo Facundo Rivero; en 1942 formó la primera orquesta típica gigante de danzones para la RHC y posteriormente el Cuarteto de Voces Siboney.
También realizó una constante labor como pianista acompañante, incluyendo el programa radial La Corte Suprema del Arte. Y concibió Dos gardenias, quizá su bolero cumbre, que dedicó a su marido, Guillermo Arronte, barítono de la ópera nacional:
"Dos gardenias para ti,
con ellas quiero decir
te quiero, te adoro, mi vida.
Ponles toda tu atención
que serán tu corazón y el mío…"
El aroma musical de Dos gardenias —registrado en la Sociedad de Autores de Cuba en 1948— se esparció pronto, primero por México en las voces de Pedro Vargas, Toña La Negra, Jorge Negrete, María Luisa Landín y otros, convirtiéndose en algo parecido a un himno nacional.
Con ese bolero, Isolina obtuvo el premio Ariel en 1952, por mantenerse en el primer lugar durante dos años consecutivos. Nat King Cole también lo grabó. En Cuba, fue popularizado por Olga Guillot, Elena Burke, Vicentico Valdés y Fernando Álvarez. Más de cien orquestas han grabado este tema en otros lugares del mundo. El resto es historia.
Aunque también compuso chachachás, valses peruanos, tangos y guarachas, el bolero fue para Isolina Carrillo lo que para tantos otros autores: un vehículo para establecer condiciones de felicidad o veleidades, paraísos de la seducción, para celebrar las contradicciones amorosas o denunciar situaciones conflictivas. Todo entra en el sistema comunicativo de un metatexto disfrazado con una melodía pegajosa y cadenciosamente rítmica.
Tony Évora, Valencia
Foto: Google
Ibrahim Ferrer canta "Dos Gardenias":
http://www.youtube.com/watch?v=AJ7PUaEcCyA&feature=related
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