Los antisistema imponen
“técnicas de guerrilla” en los actos pacíficos
Grupos
anarquistas de carácter insurreccional están provocando la mayor parte de los
estallidos violentos en las últimas movilizaciones sociales. Su
objetivo es introducirse en las concentraciones y reventarlas, garantizar que
haya violencia aunque los convocantes o la mayor parte de los manifestantes la
rechace.
Según fuentes conocedoras del
funcionamiento de estos grupos, la técnica empleada es la del movimiento
internacional «black bloc» («bloque negro»). Consiste en introducir
grupos violentos formados por encapuchados que generalmente visten de negro -de
ahí su nombre- para no ser identificados.
El fenómeno «black bloc» surgió hace
más de treinta años en protestas antinucleares en distintos países de Europa,
pero se ha radicalizado y expandido. En los últimos años han destacado por su
violencia en Egipto, tras la primavera árabe, o Brasil. En el país carioca, las
protestas contra la precariedad social han puesto en jaque al Estado.
En España, estos grupos de ideología
de extrema izquierda tienen su cuartel
general en Barcelona. Esta semana han sido los responsables de los graves
disturbios en los que han terminado las protestas contra el desalojo y
demolición del edificio de Can Vies.
Desde la ciudad condal se extendieron
a otros puntos como Burgos, donde encontraron su caldo de cultivo en la
oposición a la reforma del barrio de Gamoral. Estos jóvenes -de entre 18 y 23 años,
aproximadamente- provienen de los movimientos antifascisas y planifican sus
acciones en los denominados Centros Sociales Ocupados (CSO). Ahí deciden cómo
llevarán a cabo su próxima «infiltración insurreccional», según los
expertos.
La finalidad de estos grupos
anarquistas es «la destrucción del Estado por su función representativa del
poder», según apuntan investigadores que han seguido sus pasos. En esta «lucha»
han adoptado una consigna populista: «El miedo va a cambiar de bando».
Pretenden erigirse en defensores de los desfavorecidos que, mediante la
violencia, van a destruir al supuesto responsable de las injusticias sociales:
el Estado. Por eso atacan entidades bancarias, comercios, mobiliario urbano y a
las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Su violencia prende en otros
manifestantes y consideran que han logrado su objetivo cuando una marcha legal
y pacifica se convierte en una batalla campal.
Artefactos
explosivos
El «black bloc» constituyen la punta
de lanza y el grupo más violento dentro del amplio colectivo antisistema. De
hecho, reventar manifestaciones pacíficas es sólo uno de sus dos frentes de
actuación. El otro consiste en la colocación o envío de artefactos explosivos.
Distintas fuentes les atribuyen la comisión de una docena de estos actos
durante 2013. Entre ellos estuvieron la colocación de bombas caseras en las
catedrales de Madrid (La Almudena) y Zaragoza (El Pilar) y el envío de paquetes
bomba desde Barcelona a la Fiscalía Provincial de Madrid y a la sede de
Loterías y Apuestas del Estado.
La «franquicia» española del «black
bloc» ha aprovechado la crisis económica, que estalló en 2008. Desde
entonces se les ha visto actuar en la huelga general de septiembre de 2010, en
el acoso al Parlamento catalán (junio de 2011) y en la iniciativa
«rodea el Congreso» (septiembre de 2012), entre otras protestas violentas.
Aprovechan el paro y el descontento social como pretexto para lograr su
objetivo: la destrucción del sistema.
Reproducido de ABC, Madrid.
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