Los habaneros prefieren quemarse
Julio Cesar Álvarez
LA HABANA, Cuba -Hace apenas ocho años comenzó
a brindarse al público el servicio de cremación en las funerarias habaneras, y
ya el 39 por ciento de los capitalinos optan por ella.
Un promedio de 13 600 personas mueren
cada año en La Habana. De ellas un cerca de 8300 son inhumadas en los 21
cementerios de la capital, y las restantes 5300 son cremadas en el único
crematorio que por ahora brinda ese servicio en la capital del país
El
primer crematorio
Fallecidos sin reclamar por sus
familiares o amigos inauguraron el crematorio del Cementerio Nuevo de
Guanabacoa, en La Habana, en el mes de enero del año 2006.
Con sus cuerpos se calibró y probó el
horno del crematorio, el primero en el país que bajo la supervisión de la
Dirección Provincial de Servicios Necrológicos comenzó a brindar el servicio de
cremación a la capital cubana. Las cenizas de estas personas no se depositaron
en urnas o ánforas, como ahora, sino en cajitas cuadradas de madera. Están
guardadas en nichos, en el mismo cementerio donde se ubica el crematorio.
Se daba inicio así en Cuba a una nueva
cultura funeraria ausente hasta ese momento, en el que sólo se cremaban los
cuerpos de casos excepcionales, como extranjeros, en el viejo horno de Medicina
Legal. El servicio de cremación era gratis al comienzo y sólo las funerarias de
la capital tenían acceso al servicio, pero con el aumento de la demanda el
precio varió. Primero se cobraba 70 pesos, y después aumentó a 340 pesos, que
es el precio actual, afirma Ilda Zamora, empleada del Buró de Coordinación del Crematorio
de Guanabacoa.
El crematorio cuenta ahora con dos
modernos hornos de gas. En ellos secreman 16 cuerpos diarios, en dos turnos de
doce horas. Antes contaba con un solo horno, y no tenía nevera, lo que limitaba
a seis el número de cremaciones al día. Según Ilda, los dos hornos del
crematorio pueden cubrir la demanda actual, pero ante el aumento de esa
práctica funeraria ya se está preparando el segundo crematorio en la capital,
en Santiago de la Vegas, en el municipio Boyeros. El mismo contará con un
horno.
En la capital existe un otro horno
para cremar cuerpos. Se localiza en el Centro de Investigaciones Médico
Quirúrgicas (CIMEQ), pero es un crematorio para personas VIP (personalidades,
famosos, etc.), como el difunto director del grupo los Van Van, Juan Formel,
quien fue cremado allí. Los otros hornos que existen en la capital son para
cremar restos solamente, como el del cementerio Colón. Asegura Ilda que en los
primeros cuatros meses de este año se han cremado 1771 cuerpos en La Habana,
sin contar las demás provincias de la isla que ya cuentan con este servicio,
como Santiago de Cuba y Mayabeque. Los cuentapropistas también se han beneficiado
del auge de la cremación. Ellos aportan parte de las urnas o ánforas que el
crematorio necesita.
Vender
la bóveda
Con
la nueva opción de la cremación, algunos propietarios de bóvedas en el
cementerio han optado por venderlas. En el sitio digital más popular de compra
y venta en la isla, Revolico, pueden verse los anuncios de ventas de dichos
espacios, destinados a guardar los restos de familias enteras. Para otros, como
Ivón Soto, una capitalina de 42 años se trata de romper con la tradición del
cementerio. Visitarlo los deprime, de la misma manera que el prolongado velorio
en la funeraria. La cremación acorta el velatorio y le da la opción a las
familias de no pisar nunca un camposanto, si esa es su voluntad.
Aferrados
a la tradición
A pesar del aumento en las cifras de
personas cremadas, todavía más del 60 por ciento recurre al tradicional método
de la inhumación. La generación que nos dice adiós enterró a los suyos en el camposanto,
y acudía con regularidad a ponerle flores en su aniversario. Los hermanos que
quedamos nos reunimos en el cementerio todos los años. Ponemos flores,
limpiamos la bóveda y recordamos. Dejar de venir al cementerio es como
olvidarlos, afirma Juana López, una anciana de 73 años. Aunque a los santeros y
cristianos, grupos religiosos mayoritarios en Cuba, no se les prohíbe la
cremación, la mayoría de ellos opta por la inhumación.
La historia cuenta que antes del
arribo de los españoles a la Isla, separar a los muertos de los vivos se
resolvía mediante la disección de los cadáveres hasta dejarlos como momias. Los
taínos preferían enterrar a sus muertos, pero también practicaban la cremación.
Los españoles construyeron iglesias, donde enterraban a sus muertos y también a
los indios convertidos al catolicismo.
La Parroquial Mayor, primer templo
edificado en La Habana por los españoles, fue la primera iglesia donde se dio
sepultura a los fallecidos. El Obispo Juan José Díaz de Espada y Fernández de
Landa construyó el primer camposanto, situado junto al Hospital de San Lázaro. El
Cementerio de Espada, como se conoce, fue durante cerca de 27 años el único
existente en La Habana.
Reproducido
de Cubanet.com
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