El domingo del «sí» y el «no»
Mi «sí» de cada día, Señor,
que sea para Ti con las pequeñas cosas que te
ofrezco,
y no en aquellas que pienso pero nunca alcanzo.
Que lo veas en el detalle que te entrego
y no en el escaparate del mundo en el cual me
pierdo.
Mi «sí» de cada día, Señor,
sea la verdad de mi vida,
y nunca la falsedad en la que me confundo.
Sea pronunciado por el bien como respuesta,
y no ahogado por el mal que me acompaña
Mi «sí» de cada día, Señor,
sea el llevar a feliz término
cada promesa a mis prójimos,
siendo rico llevando la paz conmigo
y ofreciéndola a los que caminan a mi lado.
Mi «sí» de
cada día, Señor,
sea darte lo poco o mucho de mi persona:
la verdad de mi existencia,
la sinceridad de mis palabras,
la bondad de mi corazón.
¿Aceptas mi «sí», Señor?
Ayúdame a pronunciarlo, a que sea auténtico,
y, a que nunca, nunca,
me olvide de llevarlo a cabo.
Javier Leoz, WWW.betania.es
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