Cargad con mi yugo
–dice el Señor—,
y aprended de mí que
soy manso y humilde de corazón.
Mateo 11, 29 ab
Aprende del agua
porque el agua es humilde
y generosa con cualquiera.
Aprende del agua
que toma la forma de lo que la abriga:
en el mar es ancha,
angosta y rápida en el río,
apretada en la copa,
sin embargo, siendo blanda,
labra la piedra dura.
Aprende del agua
que por graciosa se te escurre entre tus dedos,
tan graciosa como la espiga
que se somete a los caprichos del viento
y se dobla hasta tocar con
su punta la tierra,
pero pasado el viento
la espiga recupera su
erguida postura,
mientras el roble, que
por duro no se doblega,
es quebrado por el viento.
Sé blando como el agua
para que el Señor pueda
moverte graciosamente
en cumplimiento de tu destino,
y serás eterno como ÉL,
porque sólo el que se
deja trascender por lo trascendental
será trascendente.
Facundo Cabral
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