20 de marzo de 2012

DOS CARTAS



 Dos cartas

Alberto Müller al cardenal Ortega:
 
Excelencia cardenal Jaime Ortega:
 
Permítame como periodista católico y con el mayor respeto a su alta investidura eclesial, discrepar de su desafortunada decisión de pedir a las autoridades gubernamentales cubanas el desalojo de los 13 disidentes que ocuparon pacíficamente la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad en La Habana, y que como única demanda, pedían un diálogo entre el gobierno cubano, la oposición y la diáspora para resolver en conjunto las profundas necesidades que padece el pueblo cubano.

La más humana interpretación del catolicismo contemporáneo, de acuerdo al filósofo Jacques Maritain y a los lineamientos del histórico Concilio Vaticano II, fundamentan el reconocimiento de la gracia de Cristo -que es válida tanto en cristianos como en no cristianos- porque todos están presentes en la Iglesia visible por la fe en el Dios trascendente que recompensa a unos y a otros.

Aceptando ese humanismo integrador, Maritain y el Concilio Vaticano II, abrieron para la Iglesia Católica de finales del siglo pasado y el siglo XXI una era de profunda comprensión en la persona humana, incluyendo a los motivados por métodos errados o de falsificación.

Esa consideración eclesial que nos integra a la persona humana por vías de la gracia de Cristo, desautoriza moralmente a la Iglesia Católica a pedir al gobierno cubano -que precisamente en más de medio siglo se ha caracterizado por irrespetar la diversidad y penalizarla- a que desalojen a los 13 ocupantes de la Iglesia de la Caridad en La Habana.

A esos compatriotas equivocados en el método de usar la casa de Dios para una actividad de carácter político, había que protegerlos, bendecirlos, alimentarlos y quererlos. No tengo dudas que por esa vía se hubiese solucionado el diferendo, pero nunca debimos entregarlos al poder intimidante que tiende a ser abusivo, para un desalojo que en su propia naturaleza moral es indefendible.

Comprendo perfectamente las horas de tensión que vive la Iglesia Católica por la visita de su Santidad Benedicto XVI para conmemorar los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad en la bahía de Nipe.

Resulta inevitable que en un país como Cuba, que se hunde en el precipicio de una crisis económica sin precedentes, carente de las más básicas libertades ciudadanas y gobernada dentro del anacrónico sistema del miedo y del terror de un Estado opresor, algunos ciudadanos se sientan tentados a usar la visita del Papa a Cuba para denunciar esta triste realidad.

Y ese sentimiento debe ser recibido en cualquier rincón del país, con comprensión humana.

Si he defendido la conducta de su Excelencia cuando medió con el gobierno de Raúl Castro para lograr la libertad de los presos del Grupo de los 75, para frenar los acosos delirantes y bárbaros de las fuerzas de la seguridad pública contra las Damas de Blanco y para evitar la muerte del licenciado Guillermo Fariñas en su prolongada huelga de hambre en defensa de presos enfermos, entre otras acciones encomiables, hoy me siento en el derecho moral de discrepar con su solicitud de desalojo, aunque no tengo dudas de la exigencia implícita de que se respetara la integridad de los mismos.

Siento que la Iglesia Católica cubana navega con sabiduría en su trabajo apostólico y misionero en toda Cuba. La fe en Cristo vuelve a reinar en millones de corazones cubanos, gracias al celo de servicio social y religioso de la Iglesia Católica y del resto de las Iglesias Cristianas que operan en la isla.

Me parece estupendo que la Iglesia Católica cubana, salvaguardando su naturaleza mística y religiosa, intente normalizar sus relaciones con el Estado cubano, pues por esa vía de ‘aggiornamento’ se cumple no solamente con los dictados del Concilio Vaticano II, sino con el alcance de que la gracia de Cristo no tiene límites de entendimiento.

Acercarse a los pecadores y a los equivocados es parte esencial de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, cuya figura por cierto retoma una dimensión mucho más humana y abarcadora con la reciente biografía escrita por Su Santidad Benedicto XVI.

Pero empujar al desalojo a los 13 ocupantes que se refugiaron en nuestra querida Iglesia de la Caridad, me pareció un error ingrato de poca sensibilidad humana. La responsabilidad de un pastor religioso es siempre proteger a su pueblo, sean creyentes o no creyentes, acertados o equivocados.

Con el respeto que me merece su investidura y su amistad.
Se despide en Cristo, su amigo
Alberto Müller




Lech Walesa a Su Santidad Benedicto XVI:

Su Santidad papa Benedicto XVI:

 Vuestra Santidad, dentro de mas de diez días va a vivir unos momentos extraordinarios. Los cubanos que viven en la Isla y los que desde hace años viven en la emigrción se van a encontrar en su tierra natal para escuchar atentamente las palabras de Vuesta Santidad.

Pensando en esta visita excepcional, regreso en mi memoria al año 1979, cuando con su primer viaje apostólico vino a Polonia nuestro compatriota Juan Pablo II. Esta peregrinación despertó en nosotros, los polacos, no solamente la esperanza sobre los cambios, sino sobre todo libró la voluntad de actuar. La plegaria de Juan Pablo II, pronunciada en la Plaza de la Victoria de Varsovia: "Que descienda Tu Espíritu y renueve la faz de la Tierra.  De esta tierra", muy rápidamente ha dado frutos. Un año más tarde en la ciudad de Gdansk nació Solidadirad -un movimiento social pacífico, que a Polonia le abrió el camino hacia la libertad. No tengo dudas de que sin la fuerza de las palabras del Papa, sin su presencia, no hubiera sido posible el nacimiento de la Solidaridad.


Hoy día los polacos somos libres. Sin embargo el comunismo y la tiranía que quebró en la mayoría de los países de Europa, continua siendo impuesta a muchas naciones. En el mundo millones de personas permanecen en el sufrimiento a causa de la violación de su derechos humanos. Uno de esos países es Cuba. Su sociedad no está gozando de libertades ciudadanas iguales a las de las sociedades en los países occidentales. Las personas que en Cuba se pronuncian en defensa de los irrevocables y fundamentales derchos humanos y reclaman la justicia social, terminan encarcelados y perseguidos. Las autoridades de Cuba no quieren conversar con su propia nación, que quisiera poder influir en las transformaciones que ocurren en la Isla.


Sin embargo yo conservo la esperanza de que la visita de Vuestra Santidad va a contribuir a los cambios positivos en la vida de la Nación cubana. Le suplico a vuestra Santidad que interceda por los que, a causa de sus convicciones, caen en las prisiones. Le ruego a Vuestra Santidad que tome la defensa de estos cubanos que, reclamando libertad, se arriesgan con las persecuciobes y vejaciones.


Confío que la visita de Vuestra Santidad va a abrir un nuevo capítulo de la Historia de Cuba y que las autoridades de este país van a comenzar el diálogo con la sociedad cubana. Tengo la esperanza que el mensaje de su visita va a ser el amor y la solidaridad con toda la Nación cubana.

Solidario con Cuba,
Lech Walesa,
Ciudad de  Gdansk, el 8 de marzo de 2012

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