Si me invitas,
quiero ir, Señor,
vestido con el
traje del amor,
inundado con la
fuerza de tu presencia,
calzado con el
espíritu de las bienaventuranzas.
Si me invitas,
quiero ir, Señor,
¿Me dejarás
compartir tu mesa?
¡Es tanto lo que
me falta para ser un buen invitado!
Digo amor, y mis
obras se quedan en un vacío pregón.
Pretendo la
justicia, y me busco a mí mismo.
Añoro un mundo
nuevo, y lo pienso sin Ti
Trabajo por
sobrevivir,
y no siempre lo hago mirando al cielo.
y no siempre lo hago mirando al cielo.
¿Aún sigues
empeñado en invitarme, Señor?
Si me invitas,
quiero ir, Señor,
haz que mis
palabras suenen a fiesta de fe.
Haz que mis pasos
no se alejen de tus caminos.
Haz que mi
semblante,
sea agradecido por la fiesta convocada.
sea agradecido por la fiesta convocada.
Si me invitas,
quiero ir, Señor,
Contigo, aquí en
la tierra,
y un día…también en el cielo.
y un día…también en el cielo.
Contigo, aquí en
el dolor, y un día…en el gozo eterno.
Contigo, aquí en
las dudas,
y un día…en la gran verdad que me espera.
y un día…en la gran verdad que me espera.
Contigo, aquí en
las sombras,
y un día…ante el rostro del Padre.
y un día…ante el rostro del Padre.
Javier Leoz,
Betania.es
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