Cuando Jan van Eyck terminó su obra maestra en 1432 no
podía imaginarse lo que vendría después: todo un cúmulo de peripecias, durante
siglos, que han rodeado de leyenda a este retablo. ¿Dónde radica su misterioso
poder de atracción? Un libro de Noah Charney rescata ahora su historia.
Hace ahora justo cien años, un
obrero italiano que trabajaba en el Louvre, Vincenzo Peruggia, robó el cuadro
más famoso de la historia,”La Gioconda”. Fue recuperado dos
años después. “El Grito” de Munsch ha sido sustraído más de una
vez. También cuadros de Cezzane, Van Gogh, Dalí o Degas. A Goya, por ejemplo, le «birlaron»
los “Niños en el carretón”
durante un traslado en Estados Unidos, aunque los muchachos
aparecieron «sanos y salvos» doce días después. Y a Picasso, de una tacada, le
«levantaron» 118 cuadros en 1976 en el Museo del Palacio de los Papas de
Aviñón.
Pero a nadie le han robado un cuadro tantas veces como al
pintor flamenco Jan van Eyck, su
retablo “La adoración del cordero místico” Y
no solo eso. El cuadro ha sido tres veces botín de guerra, ha sufrido
quemaduras y amputaciones, fue falsificado, censurado por las autoridades,
vendido en el mercado negro, perdido y recuperado, perseguido por Napoleón y
por Hitler y localizado y puesto a salvo por agentes dobles
austriacos.
La historia de esta obra la trae ahora en un libro Noah
Charney, considerado uno de los mayores
defensores mundiales de las obras artísticas desde su trabajo no solo como
escritor, sino como asesor en los mejores museos del mundo o cuerpos de policía.
¿Por qué ha sido tan codiciada esta pieza? Todo lo que rodea a esta obra está envuelto en el misterio. La Adoración del Cordero Místico es un políptico formado por 24 paneles pintados al óleo para el altar mayor de la Catedral de San Bavón de Gante, terminado en 1432 y atribuido a los hermanos Hubert (que lo inició) y Jan van Eyck (que lo concluyó). En él están condensadas todas las características de la pintura flamenca con una minuciosidad y perfección pocas veces alcanzadas. En su conjunto, es la obra de mayor dimensión de esta escuela.
El retablo muestra en las tablas superiores a Dios Padre
flanqueado por la Virgen y por San Juan, a los que acompañan ángeles cantores,
Adán y Eva. En la parte inferior se representa la Adoración del Cordero
Místico. Los expertos la consideran un hito en la historia de la pintura por la
forma de representar el espacio pictórico y la perspectiva.
Las vicisitudes del cuadro comenzaron un siglo después de
su conclusión, cuando tuvo que ser descolgado del altar de la catedral para
ocultarlo de los calvinistas, empeñados en prenderle fuego en
plaza pública a modo de ejemplo. Después sería el botín de unos cuantos
ladrones, vulgares y no tan vulgares.
Pese a que el retablo es un todo en su conjunto, Napoleón
se llevó a París las cuatro tablas centrales que no volvieron hasta años
después. Tres siglos más tardaron en regresar a la catedral de Gante las alas
laterales, vendidas a coleccionistas. También se enamoró de la obra Hitler, lo
que obligó a esconderla en una mina de sal a costa de causarle algunos daños.
En su libro, Charney hace desfilar en torno a la obra a
párrocos, contrabandistas y falsificadores que se cruzan en el camino con
mandatarios como Napoleón, Göring o Hitler, y que ayudarán a desentrañar todos
los entresijos del poder de atracción de este retablo. Todos menos: ¿la versión
que se conserva es en su totalidad la original? Parece que uno de los muchos
paneles que se robaron no fue recuperado y
fue sustituido, con ánimo de no levantar sospechas, por una copia que engañó a
los ojos de los expertos de la época, pero no a los de los modernos sistemas de
autentificación de la actualidad.
El retablo se encuentra actualmente en la catedral de san Bavon, en Gante (Bélgica), iglesia para la que fue creado.
El retablo se encuentra actualmente en la catedral de san Bavon, en Gante (Bélgica), iglesia para la que fue creado.
Fuente: larazon.es
Ilustraciones: hijadelamadrugada2.blogspot.com
recorrereuropa.blogspot.com
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Muy interesantes las vicisitudes por las que ha pasado el Retablo.
ResponderEliminarAdmiré dicha obra en la Catedral de San Bavón en Gante ¡maravillosa!
Maggie