José Francisco Martí,
El «Ismaelillo» del Apóstol
El «Ismaelillo» del Apóstol
Ana Dolores García
Fue el hijo de José Martí, el único habido del matrimonio del Apóstol con Carmen Zayas Bazán. Nació en La Habana al haber regresado sus padres del exilio aprovechando la precaria paz que ofreció el Pacto del Zanjón, y llevaban apenas cuatro meses en Cuba cuando les nació José Francisco el 28 de noviembre de 1878. A Martí le hubiera gustado más que se llamara Ismael, por eso su primer libro de poemas lo dedicó a «Ismaelillo». No lo pudo disfrutar por mucho tiempo porque, antes del año de haber nacido su hijo, Martí fue arrestado y nuevamente deportado, esta vez a España.
Entonces Carmen tuvo que marchar a Puerto Príncipe (Camagüey) y buscar amparo en el hogar de sus abuelos. Mientras, Martí logró pasar a Nueva York y se estableció allí. Pronto se le unieron la esposa y el hijo (1882), pero ya las desavenencias y calamidades económicas habían comenzado a minar la relación de la pareja, y Carmen regresó a Camagüey tres años más tarde.
De vuelta en Puerto Príncipe, José Francisco continuó sus estudios con los PP Escolapios, primeras letras y comienzo del bachillerato. En un nuevo intento por salvar su matrimonio, Carmen y su hijo regresaron a Nueva York en 1891. Dos meses bastaron para desengañarla: hasta ella habían llegado los rumores de la relación de Martí con Carmen Miyares, la dueña de la pensión donde él se hospedaba. Fue su último intento: no llegaron a verse más, ni tampoco José Francisco vio más a su padre.
Se graduó de bachiller con catorce años y matriculó derecho en la Universidad de La Habana. Mas tuvo que regresar a Nueva York en 1895, esta vez a recoger las pertenencias del padre, inmolado en Dos Ríos.
Ya no le importó seguir estudiando y, dos años más tarde, se unió al Ejército Libertador bajo las órdenes de Calixto García. Al terminar la guerra ya era capitán.
En el preludio a la república que había soñado su padre «con todos y para el bien de todos», no le alcanzaba el dinero para continuar sus estudios de derecho y aceptó un empleo en la Aduana. Gonzalo de Quesada, fiel amigo de Martí, veló por él y a más de aquel puesto burocrático logró que fuera incorporado al Ejercito Nacional. Así pudo ser uno de los oficiales que participó en el cambio oficial de banderas el 20 de mayo de 1902.
Pundonoroso militar, sus continuados ascensos no los logró a título de ser hijo de Martí, sino por méritos propios. Esto no impedía que, precisamente por ser hijo del Apóstol, se le contara entre las personalidades importantes para participar en actos oficiales. En Camagüey, que ya había dejado de ser el Puerto Príncipe de su niñez, asistió a la inauguración del monumento a otro grande de nuestra épica: Ignacio Agramonte. Hermosa estatua ecuestre que fue develada por la propia viuda del Mayor, la heroica Amalia Simoni.
Cuando José Francisco se retiró del Ejército en el año 1921 lo hizo con el grado de General. Antes de eso se había casado con María Teresa Bances (1916), hija de un banquero español.
No le pesaron los años para dejarse arrastrar por la rebeldía contra el gobierno tiránico de Gerardo Machado e hizo pública su inconformidad en un manifiesto. Fue miembro del movimiento revolucionario ABC, pero al concluir la dictadura machadista se separó del mismo.
José Francisco Martí murió el 22 de octubre de 1945. Se le otorgaron honores póstumos de Mayor General. No dejó descendencia y supo honrar el apellido de su padre. Porque, como le había escrito una vez a Gonzalo de Quesada, tras la muerte heroica de Martí,
«Soy hijo suyo y todo lo suyo me es sagrado (…) Tengo 16 años pero las energías todas de mi alma están dispuestas para llorar a mi padre, como hijo y como cubano.»
Ana Dolores García
Foto: www.Cubanuestra.nu
Entonces Carmen tuvo que marchar a Puerto Príncipe (Camagüey) y buscar amparo en el hogar de sus abuelos. Mientras, Martí logró pasar a Nueva York y se estableció allí. Pronto se le unieron la esposa y el hijo (1882), pero ya las desavenencias y calamidades económicas habían comenzado a minar la relación de la pareja, y Carmen regresó a Camagüey tres años más tarde.
De vuelta en Puerto Príncipe, José Francisco continuó sus estudios con los PP Escolapios, primeras letras y comienzo del bachillerato. En un nuevo intento por salvar su matrimonio, Carmen y su hijo regresaron a Nueva York en 1891. Dos meses bastaron para desengañarla: hasta ella habían llegado los rumores de la relación de Martí con Carmen Miyares, la dueña de la pensión donde él se hospedaba. Fue su último intento: no llegaron a verse más, ni tampoco José Francisco vio más a su padre.
Se graduó de bachiller con catorce años y matriculó derecho en la Universidad de La Habana. Mas tuvo que regresar a Nueva York en 1895, esta vez a recoger las pertenencias del padre, inmolado en Dos Ríos.
Ya no le importó seguir estudiando y, dos años más tarde, se unió al Ejército Libertador bajo las órdenes de Calixto García. Al terminar la guerra ya era capitán.
En el preludio a la república que había soñado su padre «con todos y para el bien de todos», no le alcanzaba el dinero para continuar sus estudios de derecho y aceptó un empleo en la Aduana. Gonzalo de Quesada, fiel amigo de Martí, veló por él y a más de aquel puesto burocrático logró que fuera incorporado al Ejercito Nacional. Así pudo ser uno de los oficiales que participó en el cambio oficial de banderas el 20 de mayo de 1902.
Pundonoroso militar, sus continuados ascensos no los logró a título de ser hijo de Martí, sino por méritos propios. Esto no impedía que, precisamente por ser hijo del Apóstol, se le contara entre las personalidades importantes para participar en actos oficiales. En Camagüey, que ya había dejado de ser el Puerto Príncipe de su niñez, asistió a la inauguración del monumento a otro grande de nuestra épica: Ignacio Agramonte. Hermosa estatua ecuestre que fue develada por la propia viuda del Mayor, la heroica Amalia Simoni.
Cuando José Francisco se retiró del Ejército en el año 1921 lo hizo con el grado de General. Antes de eso se había casado con María Teresa Bances (1916), hija de un banquero español.
No le pesaron los años para dejarse arrastrar por la rebeldía contra el gobierno tiránico de Gerardo Machado e hizo pública su inconformidad en un manifiesto. Fue miembro del movimiento revolucionario ABC, pero al concluir la dictadura machadista se separó del mismo.
José Francisco Martí murió el 22 de octubre de 1945. Se le otorgaron honores póstumos de Mayor General. No dejó descendencia y supo honrar el apellido de su padre. Porque, como le había escrito una vez a Gonzalo de Quesada, tras la muerte heroica de Martí,
«Soy hijo suyo y todo lo suyo me es sagrado (…) Tengo 16 años pero las energías todas de mi alma están dispuestas para llorar a mi padre, como hijo y como cubano.»
Ana Dolores García
Foto: www.Cubanuestra.nu
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Buena contribución al estudio de la obra martiana, pues agrega aspectos biográficos de una etapa desconocida sobre el hijo del Apóstol. Gracias por su artículo investigativo, Ana. Se lo dice quien ha realizado igualmente otras monografías sobre el tema, y es el Premio de Ensayo del Centenario de La Edad de Oro, en Cuba. Me gustaría pudiera conocer estas investigaciones en mi blog www.josancaballero.wordpress.com y que mantuviéramos relación directa y cordial sobre estos temas. Este es un blog muy cuidado y serio. Los saluda, afectuosamente, Josán Caballero.
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