Wendy Guerra:
«La Cuba que conocemos morirá con
el último cubano que vivió la revolución»
Hace meses que Cuba vive vestida de domingo. Pero de Domingo de Revolución, o al menos eso piensa la literata e intelectual cubana Wendy Guerra, que ha bautizado con este título su última novela. "Domingo es ese día en el que no sabes si acaba o empieza la semana, así estamos en Cuba", explica, en una incertidumbre ante el fin o el inicio de algo, quién sabe si de una nueva revolución.
Dicen que nadie es profeta
en su tierra y más en el caso de Cuba. Un país donde hay que justificar absolutamente
todo, incluso "el éxito y los sufrimientos", dice la escritora. Wendy
Guerra lo sabe bien. Muchos de sus títulos literarios sufren uno de los
castigos más grandes que se le puede imponer a un intelectual: la censura. .
"Es una muestra más de
todo lo que está pasando", dice. "Una guerra sin bombas que se
terminará cuando los cubanos nos pongamos de acuerdo. Más allá de Fidel o
Raúl".
El domingo particular
de Wendy Guerra es un manual de supervivencia, una crónica que retrata un
antes, pero también un después "para poder seguir viviendo en Cuba, para
que ciertas cosas no pasen". Pero ante todo es un homenaje a todas
aquellas generaciones de mujeres que, como ella, han sido aisladas por el regimen. "La historia interminable de una
escritora cubana que durante seis décadas ha sido prohibida", dice; y que
ha quedado mecanografiada en su personaje protagonista: Cleo, una pluma de fama
internacional ignorada en su propio país y asfixiada por las intrigas
políticas.
"Cleo es, ante todo, un
cadáver exquisito", subraya Guerra, al que podríamos poner tantos
apellidos como quisiéramos, incluido el suyo. Aunque de la larga lista de
poetas, intelectuales, exiliadas o disidentes cubanas que han servido de
inspiración al libro, dos escritoras –o, como cita Guerra "seres
frágiles"- se elevan por encima de todas las demás. Dulce María Loynaz,
premio Cervantes en 1992, y Albis Torres, su madre.
Y es que Cleo lleva mucho de
ambas. Dulce María, al igual que la protagonista, pasó toda su vida
escribiendo, encerrada en una mansión del barrio cubano de El Vedado. Allí
escribió Últimos días de una casa, recuerda Guerra.
Arropada en su cuartel
general repleto de porcelana de Sèvres, Dulce María Loynaz siente como Cleo la
vigilancia, los micrófonos, la psicosis provocada por un régimen dictatorial
que se deja sentir en la novela. Hasta convertirse en un ser aislado porque no
era una persona comprendida dentro del mundo de la revolución.
"Recordemos que Fidel
dijo: 'Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada'", cita
Guerra. Y en esa nada se perdieron todas aquellas personas que decidieron
emprender un camino diferente, incluida Albis Torres. "Algunas se murieron
antes de publicar, como fue el caso de mi madre. Cuando le llegó el tiempo para
hacerlo era ya demasiado tarde, había perdido la memoria", por eso había que
hacer este homenaje, evoca emocionada.
"Yo no
creo en la prensa de mi país"
El nombre de Wendy Guerra se
hizo conocido internacionalmente en el año 2006, cuando de la mano de la
editora catalana Ana María Moix fue galardonada con el Premio Bruguera
por la novela Todos se van (con Eduardo Mendoza como
único jurado). Aunque sus inicios fueron líricos, ahora cultiva su papel como
cronista de la actualidad cubana, quién sabe si con resignación ante la falta
de independencia del periodismo cubano.
"Yo no creo en la
prensa de mi país. Hay mucha doble moral en la prensa cubana: vives de una
manera y cuentas otra realidad, no sé cuál. Vivir en un país y contar otro es
una cosa terrible". Wendy forma parte de una generación de escritores que
cultivan la autoficción. Hijos de la izquierda latinoamericana como Alejandro
Zambra, Jorge Golpi o Guadalupe Nettel que no tienen miedo en nombrar las heridas de "una sociedad que construyeron nuestros padres,
pero que padecíamos los hijos". Y también las mujeres.
La mujer en Cuba puede haber
disfrutado de algunas leyes para su liberación, pero no ha participado de esa
política hecha por hombres, por barbudos, dice. "Puede que haya alguna en
cargos ministeriales, pero mujeres líderes que dirijan el país, muy
pocas".
Wendy Guerra sueña con que
todos sus libros se publiquen en Cuba EFE
Pero tras más de medio siglo
de aislamiento los cambios se empiezan a dejar sentir en Cuba. La novela, una
narración en tiempo real, tiene espacio para comentar la apertura de relaciones
entre Washington y La Habana tras 40 años de bloqueo. Solo el haber escuchado a
Barack Obama con otro discurso, distinto a la voz oficial, es un gran paso.
Pero Guerra no se atreve a poner una fecha que marque el devenir de un nuevo
periodo histórico, tal vez una democracia. "Los cambios son lentos y de
momento en Cuba la vida sigue igual, citando al filósofo Julio Iglesias",
se ríe.
"El día
que muera el último cubano que la empezó, la revolución se acabará"
De Wendy sorprende su
amistad con Gabo y Silvio Rodríguez, que firma la foto de la autora de la
solapa del libro. Y sorprende no tanto por sus compartidos vínculos artísticos,
como por sus diferencias en cuanto a ideario político. Gabriel García Márquez,
a quien cariñosamente Wendy dedica la novela, y Silvio Rodríguez son conocidos
valedores del castrismo.
"Mi amistad con ellos
es el único ensayo de democracia que he podido practicar en mi país porque son
personas con una cabeza tan bien amueblada y abierta que ya me gustaría que mi
nación se portara siempre de esta manera con todo el mundo". Ese ejemplo
le lleva a propugnar una conversación entre los cubanos de todos los colores y
tendencias: disidentes, exiliados o comprometidos fuertemente con la
Revolución. "Yo me alquilo para conversar. Para conversar por Cuba",
repite.
Los cambios son lentos y
seguramente tardarán en llegar. Y más en una sociedad como la cubana que lleva
la revolución en la sangre. "Las sociedades cambian cuando mueren las
generaciones que han vivido los procesos históricos. Y este es un proceso que
nos ha marcado a todos y que seguirá así hasta que muera el último cubano que
vivió la Revolución".
Mientras tanto, Wendy Guerra
seguirá viviendo en Cuba, aun sabiendo los problemas que le puede acarrear su
pequeña revolución en forma de domingo. Y seguirá escribiendo
temprano desde su casa de La Habana, en una incertidumbre ante el fin o el
inicio de algo, quién sabe si de una nueva revolución
Publicado en eldiario.es
*Wendy
Guerra acaba de presentar “Revolución de Domingo” bajo los auspicios del Centro
Cultural Español de Miami.
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