El Corpus Christi en Toledo
La procesión del
Corpus Christi en Toledo (España) es una fiesta eucarística de tradición
muy antigua que se celebra cada año en esa ciudad. Es la fiesta principal de
los toledanos y de gran notoriedad entre los católicos españoles, habiendo sido
declarada en 1980 de Interés Turístico
Internacional.
Desde 1595 en Toledo se viene celebrando en
la conmemoración del Corpus Christi, señalada desde antaño en la liturgia de la
Iglesia católica el siguiente jueves al octavo domingo después del Domingo
de Pascua. En 1991 la propia Iglesia trasladó la celebración
al domingo posterior a ese jueves. A partir de entonces, en Toledo hubo dos
procesiones de Corpus Christi, una el jueves tradicional y otra el domingo, en
la nueva fecha que señalaba la Iglesia. Sin
embargo, a partir de 2011 la procesión toledana del Corpus Christi ha vuelto a
celebrarse única y definitivamente el jueves, acogiéndose al calendario litúrgico
hispano-mozárabe, quedando todo en: procesión, el jueves, celebración litúrgica
en el templo, el domingo.
La procesión, en la que el Santísimo Sacramento del Cuerpo de
Cristo recorre las calles engalanadas de Toledo en la magnífica custodia de la
Catedral Primada de España, marca el día más grandioso en el calendario de las
ceremonias religiosas y de la vida de la ciudad.
Las primeras referencias escritas sobre el cortejo procesional
se remontan al año 1418, cuando ni la catedral estaba terminada ni existía la
mencionada joya. En los reinados de Carlos I y Felipe II, con los ceremoniales característicos
para la ocasión y la época, la fiesta cobraría su mayor auge y marcaría las pautas para una
celebración que ya cuenta siglos.
Para esta jornada la ciudad sigue vistiendo sus mejores galas, y
se prepara durante todo un mes colocando
adornos y "toldos", -en realidad palio para la custodia-, a lo largo
del recorrido procesional. Unos días antes de la fiesta empiezan las preparaciones
tanto en las calles del recorrido como en la propia catedral. Las calles se
cubren con los antiguos toldos que proceden de los gremios de tejedores
y sederos. Las calzadas se salpican de plantas olorosas (cantueso,
romero, tomillo) y los propietarios de las casas de todas estas calles adornan
sus balcones con reposteros, banderas y otros ornamentos apropiados.
La catedral también se
ve engalanada con los cuarenta y ocho tapices flamencos del siglo XVII que se
colocan en sus muros durante estos días especiales. Incluso son adornadas
algunas calles contiguas a las del paso de la procesión, así como los patios de
las casas particulares.
En realidad, se trata de todo un mes de festejos y preparativos, actos culturales y
lúdicos, exposiciones, concursos, competiciones deportivas, conciertos y
verbenas, así como un Festival de Música Antigua y festejos taurinos de gran
categoría.
LA VÍSPERA
La Tarasca y la Tarasquilla* |
La gran fiesta popular es la víspera del día de Corpus, cuando
cada toledano comprueba personalmente si todo está preparado. Esa tarde un alegre pasacalles con gigantes,
cabezudos y la tradicional Tarasca recorre el trayecto marcado
al son de la música. Esa misma noche lo hace también oficialmente la
corporación municipal acompañada por el Pertiguero, cuya función es
asegurarse que ningún toldo u ornamento impida el paso de la custodia, que mide
casi cuatro metros de altura.
EL DIA GRANDE
El día del Corpus
amanece con el toque de dianas. Después, la Tarasca se pasea de nuevo
acompañada de la charanga, los gigantones y los cabezudos. De los
balcones en la plaza de Zocodover, penden ricas telas bordadas o colgaduras con
escudos y motivos eucarísticos. Las
calles se colman con el ir y venir de toledanos y turistas.
A las 11 de la mañana, una salva de morteros anuncia la
salida de la procesión desde la catedral. El cortejo sigue adoptando la
tradición en cuanto al orden y distribución de la comitiva, añadiendo desde
hace bastantes años el grupo de niños de primera comunión, que se incorpora
detrás de los gremios.
Formando dos filas paralelas, este cortejo se abre con
una cruz procesional del siglo XVI
llamada también del Cardenal Carrillo. A continuación van distintas
organizaciones tradicionales, cada una ataviada con vistosos trajes de variados
colores y motivos. Los Infanzones de Illescas, los Caballeros Mozárabes (de ascendencia
cristiana), los Caballeros del Santo
Sepulcro, que constituyen la guardia de Honor del Arzobispo Primado de España,
los Caballeros del Corpus Christi, integrado por personalidades
hispanoamericanas y el deán de la catedral. Desfilan también los miembros de
numerosas cofradías y asociaciones.
Luego toca el turno el clero regular y secular, el
cabildo y la espectacular custodia, detrás de la cual va el Arzobispo Primado
con su séquito y tras ellos las autoridades regionales, provinciales y locales,
y las militares.
No escapa tampoco la
presencia del Pertiguero, quien con su
varal de plata antecede la gran Cruz
procesional y con unos pausados golpes que da en suelo anuncia la llegada del
Santísimo Sacramento.
LA CUSTODIA
La custodia es el centro del cortejo, pues porta la
Hostia-Cuerpo de Cristo en cuyo honor se organiza esta procesión. Es también el objeto más importante que
se guarda en la capilla del Tesoro de la catedral de Toledo. Su
autor es Enrique de Arfe, el gran
orfebre del siglo XVI. Fue un encargo del Cardenal Cisneros. Es de traza gótica
arcaizante y de una gran belleza arquitectónica.
Tiene planta hexagonal. Se va elevando en columnillas que están
primorosamente ejecutadas con adornos en pedrería y 260 pequeñas y variadas
figuras de ángeles, santos, florones, campanitas y espigas. El conjunto se
cierra en el último cuerpo donde está colocada una cruz del siglo XVI. La peana
sobre la que se sustenta es barroca del siglo XVIII. Está armada con la ayuda de 12.500 tornillos que la sujetan, 5.600 piezas
diversas y se emplearon en su confección 183 kg de plata más 18 de oro.
En un principio se labró en plata pero a finales del
siglo XVI el arzobispo Gaspar de Quiroga mandó que
se dorase, para hacer juego con la custodia del altar mayor que es de madera dorada. La custodia tardó siete años en elaborarse y su coste superó los quince millones de maravedíes.
se dorase, para hacer juego con la custodia del altar mayor que es de madera dorada. La custodia tardó siete años en elaborarse y su coste superó los quince millones de maravedíes.
La custodia sale en la procesión sobre una carroza
fabricada para este fin, con un sistema que permite que vaya automáticamente
nivelada incluso en las empinadas cuestas de la ciudad. A su paso la
concurrencia dedica constantes salvas de aplausos.
Fuente:
wikipedia.com
*La
Tarasca es una criatura mitológica cuyo
origen se encuentra en una leyenda sobre santa Marta de Betania.
Según
cuenta la leyenda, esta criatura habitaba en Tarascón, Provenza, Francia, y devastaba el
territorio por doquier. Se describe como una especie de dragón con seis cortas patas parecidas a las de un
oso, un torso similar al de un buey con un caparazón de tortuga a su espalda y
una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión. Su cabeza era
descrita como la de un león con orejas de caballo y una desagradable expresión.
El Rey de
Tarascón había atacado sin éxito a La Tarasca con todas sus filas y su arsenal,
pero Santa Marta encantó a la bestia con sus plegarias, y volvió a la ciudad
con la bestia así domada convertida en una hermosa doncella. Los habitantes
aterrorizados atacaron a la criatura al caer la noche, que murió allí mismo sin
ofrecer resistencia. Entonces Santa Marta predicó un sermón a la gente y
convirtió a muchos de ellos al cristianismo. Arrepentidos de dar muerte al
domado monstruo, los habitantes cambiaron el nombre del pueblo a Tarascón.
La Tarasca es una figura de sierpe monstruosa que se saca
en algunas ciudades durante la procesión del Corpus Christi.
En Toledo, en la víspera de la Procesión del Corpus
Christi, se vive con gran
expectación el cortejo de gigantes y cabezudos del s. XVIII, que acompañan a la
Tarasca toledana. Con cuerpo de galápago, alas de vampiro y cabeza de
serpiente, abre sus fauces humeantes y expulsa agua a los niños. Sobre su
cuerpo, va la “tarasquilla” que representa a Ana Bolena. La representación de
este animal mitológico, cargado de simbolismo sobre la vida, la muerte y el
pecado, se recuperó en Toledo a principios de la década de los años 80 del pasado siglo.
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