Plegaria a la Virgen de La Caridad
Patrona de lo cubano,
Madre de la Caridá,
hoy en tu fiesta he venío
un ratico a conversá
pa contarte mucha cosa
que me tienen agobiá
y decirte que te quiero
como ante o quizá má.
Hoy no puedo arrodillarme,
te tengo que hablar sentá
poque tengo la do pierna
que se quieren reventá
por la cola de la vianda,
la medicina y er pan.
Pa podé hablá contigo
he tenido que dejá
los frijoles en remojo
y la ropa almidoná.
Pero no importa, me siento
tan felí aquí a tu lao
qu’e etaría toa la via
contemplándote na má.
Virgencita, etoy mu trite,
poque ante, en ete día
te podía hacé un altá
y convidá lo vecino
po la noche a la velá.
Ahora tengo que salí
econdía del solá
y meteme aquí en tu iglesia
mirando p’a allá y p’acá.
¿Qué pasa aquí con tu pueblo
Virgen de la Caridá?
¿Se habrán olvidao de ti,
que vinite po la má
a salvá a tré cubano
negro y blanco mezclao,
pa demotrarle que era
la Madre má güena y santa
qu’ello pudieron soñá?
No, Señora, ello te quieren
pero no pueden hablá,
y cuando puedan ¡ay Madre!
¡Cuánta cosa te dirán!
Porqu’en er fondo del arma
toos te aman de verdá,
y toos saben que tú ere
la que nos pué ayudá.
Mira, la iglesia etá llena,
too lo banco ocupao,
losojo etán mojao
de tanto y tanto llorá
y el corazón apretao.
Tiéndono tu mano, Madre,
y ayúdano aguantá
tó lo que no venga d´arriba,
si e qu’aun qu’aun va a durá má
eta horrible pesadilla
de esclavitú y mardá,
pa que pronto, ar depertá
en tu Cuba verdadera
too podamo cantá
a toa vó y sin temó
l’alabanza de tu gloria,
y gozá con libertá
el reinado de tu amó.
Poesía anónima enviada desde Cuba.
Publicada en el Anuario de la Iglesia Católica Cuba-Diáspora de 1972.
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