Laura Mestre Hevia, una cubana helénica
Marlene
María Pérez Mateo
Todavía no me recupero (por decirlo de
alguna manera) de saber que Homero no fue el autor de la Ilíada y la Odisea;
que Shakespeare no fue el autor de tantos dramas y poemas; y que Mozart no
escribió toda la música que suponemos. Claramente estas son teorías o
especulaciones con basamento hipotético. Se plantea a Anna Marie Mozart, la
hermana del músico austriaco como la autora real de buena parte de sus
melodías, siendo esta la única salida de la joven para dar a conocer su
creación.
El primero, y de los tres ejemplos el
mas antiguo, apunta a una mujer radicada en las costas de Sicilia quien
escribió los dos dramas: La Ilíada y La Odisea, con varios lustros y generaciones
de diferencia. Lo segundo es adjudicado a Sir Eduardo de Vene, Conde de Oxford;
aristócrata inglés sumamente culto quien se valió de un actor de teatro,
William Shakespeare, para sacar a la luz
su pródiga y genial escritura.
Mas dedico estas líneas no exactamente
al asombro, ni a las hipótesis. Dedico estas palabras a una cubana, verdadera e ilustre, no
escondida. A una que hizo de la
traducción la profesión de transparencia
merecida: Laura Mestre Hevia.
Laura nació en La Habana en una
familia de acaudalados intelectuales en
1867. Su primo Aristides Mestre fue un biólogo notable, su primo, Juan Miguel
Dihigo y Mestre, filólogo, su hermano
Jose Manuel Mestre Domínguez, filosofo y su hermana Fidelia, traductora. Pero
es sin duda su padre, el Doctor Antonio Metre, quien mayor influencia tendrá en
su vida. Fue él un pionero de la pediatría cubana y el introductor de las
teorías de Darwin en Cuba. Ya a los 16 años,
Laura había leído a la gran mayoría de los clásicos universales. Dos lustro publicó su primera traducción del
francés, “Sombra” de Adele Janvier, en la revista “La Habana Elegante”. Estudió
en la Facultad de Arte de la Universidad de La Habana, y además latín, griego,
francés, inglés e italiano. Con el fin de profundizar en el mundo helénico
incluyó en su curriculum literatura y
filosofía.
En su casa de Jesús María # 26 se
consagra a la traducción de clásicos. Ha
sido y es la única mujer traductora al español, de los poemas adjudicados a
Homero. Publicó en 1939 libros sobre
literatura moderna, la traducción de los poemas de Safo y epinicios de
Píndaro. Laura logró belleza, precisión
y fidelidad al texto original. El uso de epítetos, hipérbaton y la puntuación
no ofrecieron pocas dificultades. Ella misma lo definió: “es copiar en yeso una obra en mármol”
“…no seamos traidores sino interpretes de la verdad, a veces desnuda, a
veces trágica de su lenguajes; peor también revelemos la infinita poesía de sus
cantos...” “… se siente la fragancia del amanecer del mundo, de la primavera
del universo."
Para vergüenza de todos, la mayor
parte de su obra no ha sido publicada y de las manos de Isabel, hermana de la
autora, pasó a las de José María Chacón y Calvo y de allí a un Archivo del
Instituto de Literatura y lingüística.
Marlene
María Pérez Mateo
Febrero
14, 2014
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