El ciprés de Silos
A
Ángel del Río
Enhiesto
surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil
de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando
te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como
tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
Gerardo Diego
El 4 de julio de 1924, Gerardo Diego pasó la
noche en la hospedería del monasterio de Santo Domingo de Silos, en la
provincia de Burgos. Se conoce que quedó embelesado por la belleza del
claustro, que albergaba en aquella época cuatro cipreses, y escribió este
soneto en el libro de visitas. Fue publicado posteriormente en el libro Versos humanos (1925, Premio Nacional de Literatura).
Se ha dicho que “El ciprés de Silos” es la
expresión de un hombre creyente en busca del afinamiento espiritual que Dios
procura. Si bien es cierto que la idea de perfeccionamiento en Dios es
fundamental en el soneto, al igual que el ciprés como símbolo del anhelo
ascético, esta lectura deja de lado el pesimismo que, a mi juicio, transmiten
los versos y determina la lectura. (http://srhernandez.wordpress.com)
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