La
historia de cómo se empezó a beber té es interesante y tiene su mérito. Se dice
que en el año 2737 antes de Cristo, cuando el emperador Shen Nong, visitaba una
región distante, se paró en el camino a descansar y mientras uno de sus
sirvientes puso a hervir agua para beber, por casualidad unas hojas secas de un
árbol de la región cayeron sobre el agua hirviente; cuando el emperador probó
el agua vio que ésta tenía un sabor muy complejo, diferente y refrescante y
quiso mas.
Así la costumbre de tomar té se expandió por toda la cultura china llegando a todos los estratos y niveles de la sociedad. Se cuenta que en el año 800 d.C. Lu Yu escribió el primer libro definitivo sobre el té, llamado El Cha Ching, en donde consignaba métodos de cultivo y preparación del té, el servicio y el ritual de tomarlo, que los misioneros Zen luego introducirían al Imperio Nipón.
Fue
el sacerdote budista Yeisei el primero que llevó hojas de té al Japón para
ayudar en la meditación religiosa y por eso fue conocido como “el padre del
té”. A partir de este momento el té empezó a tener un lugar especial en el
imperio y su uso se propagó rápidamente en toda la sociedad japonesa. Llega
hasta nuestros días la famosa ceremonia del té, un ritual único que tiene que
ser realizado de la forma más perfecta, bella, sencilla y armoniosa.
Generalmente son las geishas las que se especializan en ella, pero no las
únicas que la pueden llevar a cabo.
El té viaja a Europa
El
primer europeo que se encontró con el té, y escribió acerca de él fue el misionero jesuita Jasper de Cruz en 1560. Después de su introducción a Portugal
el té viajó a Francia, Holanda y a los países bálticos. Como el té viajaba de
tan lejos llegó a costar $200 dólares el kilo, de hecho tomarlo era símbolo
inequívoco de riqueza. Recordemos que tal como la búsqueda de especies movió a
Colón, lo mismo la del té a los portugueses en las siguientes décadas. Pero
para 1675 empezó a abaratarse y podía ser encontrado en comercios en toda
Holanda y Francia. Así tomar té se convirtió en parte del estilo de vida.
Fueron las posadas y las tabernas holandesas las primeras que proveyeron servicio
de té para los viajeros.
Hasta la isla
Las
primeras muestras de té llegaron a Inglaterra entre 1652 y 1654, pero se hizo
tan popular en tan poco tiempo que pronto reemplazó a la cerveza como la bebida
nacional inglesa. Como en Holanda, fue la nobleza de su linaje lo que le dio al
té un estigma de aprobación.
Tanto el rey Carlos ll y su esposa, como la Infanta Catalina de Braganza eran bebedores de té. Y aunque los precios se mantuvieron, la temanía arrasó Inglaterra y otras colonias.
De
hecho antes de la llegada del té, tanto el desayuno como la cena británicos
eran dos comidas simples, pero no tardó mucho antes que la duquesa de Bedford,
Anna, adoptara el servicio europeo del té y empezara a invitar a sus amigos a
tomarlo por la tarde. El menú consistía básicamente en pequeños pastelillos,
sándwiches, postres y por supuesto té.
Esta
práctica se hizo tan popular que pronto empezó a recibir invitaciones ella
misma “for Tea Time
and a walk in the fields”. Así
servir té empezó a ser una práctica común en casi todas las familias inglesas.
Se servía en una jarrita de plata y se trae a la mesa en una vajilla de
porcelana china. La comida casi siempre consistía en scones, crumpets, sandwichitos sin costra, patés de
camarones y pescado y pasteles.
Durante
la época victoriana surgieron dos tipos de servicios de te: el Low Tea que era
servido en las casas de los aristócratas ricos y que consiste en simples
tentempiés gourmet mas que en comidas regulares y en donde el énfasis máas bien
estaba en la presentación y en la conversación. Y el High Tea que es
considerado la comida principal del día para la clase media y popular, que
incluye, panes, carnes, vegetales, etcétera.
Jardines de té ingleses
Tomados
de los jardines de té de las tabernas holandesas, surgieron los jardines de té
ingleses en los que las damas y los caballeros de entonces paseaban por caminos
florales, mientras tomaban té y pasteles y escuchaban orquestas, oían
conciertos o participaban en juegos. En los jardines de té públicos, las
mujeres y los hombres convivían amenamente sin criticar y las clases sociales
podían convivir unos con otros. A finales de la década de 1880 los hoteles
exclusivos empezaron a ofrecer servicio de té en salones especiales. Muchos de
estos fueron llevados a Nueva York, y son famosos los salones del Ritz in Boston y
el Plaza
en Nueva York.
La hora del té
Baste
decir que los ingleses ven en el Afternoon
Tea o té de las “5
o’clock” una ceremonia seria y ritual aún hoy en día. En todo Londres podemos encontrar aún salones de té en
donde el lujo y el placer son lo mas importante como The Dorchester, The Ritz, Orangey & Kensington
Place entre otros, en donde la gente se aplica al ritual de probar
en una fina porcelana, con manteles largos y meseros atentos y serviciales, una
o varias tazas de buen té acompañadas de finos y delgaditos sandwiches de
pepino o pastelitos de diferentes sabores. Un placer que alguna vez habría que
probar ¿no es cierto?
La invención de las bolsitas de té
Thomas
Sullivan de Nueva York fue el inventor de la primera bolsita de té. Como comerciante
de té, se le ocurrió que era mucho mas práctico envolver el té en bolsitas de
manta de cielo que drenaran el contenido. Su idea, sobra decirlo, fue un éxito.
Reproducido de
María Fernanda Monroy Pérez
Algarabía.com
¡Precioso el artículo! La ciudad de Nueva York cuenta con una gran variedad de casas de té. Una de las mejores experiencias se encuentra en El Palm Court en el Hotel Plaza, donde se puede elegir entre El Clásico, El New Yorker, Chocolate Tea y El té Eloise para los jóvenes.
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