Recuento del
20 de Mayo de 1902
por Ricardo Núñez Portuondo.
En ese día, en el antiguo salón del trono, que fuera Palacio de los
Capitanes Generales españoles. el gobernador militar de la isla, general
Leonardo Wood, a las 12 meridiano, inició la lectura del mensaje suscrito por
el presidente de Estados Unidos, Teodoro Roosevelt, por el que hacía entrega
del poder y gobierno de Cuba al primer presidente de la república, electo por
la voluntad expresa de su pueblo, el señor Tomás Estrada Palma.
El General Wood abrazó al presidente Estrada Palma y a las 12:10,
ordenó a los sargentos Kelly y Vondrak del Séptimo Regimiento de Caballería,
que arriaran la bandera de Estados Unidos de Norteamérica, que aún flameaba
sobre el palacio. Entretanto, una banda militar hacía oír el himno estadounidense.
En el preciso instante en que se arriaba la bandera norteamericana del
Palacio Presidencial, el teniente estadounidense Edward A. Stuard ordenó el
descenso de la bandera de la Unión que flotaba en el mástil del Morro de La
Habana.
Ceremonia
trascendental
A los acordes del Himno de Bayamo y al cabo de 45 cañonazos, el
general Emilio Núñez, en el Morro de La Habana, en la ceremonia oficial de
mayor trascendencia, izó la primera bandera patria, creada por el general
Narciso López, de la república libre y soberana, la augusta bandera de la
estrella libre que iluminó el sendero de la gloria y afirmó la libertad de un
pueblo heroico.
El general Emilio Núñez Rodríguez, presidiendo la delegación del
Consejo Nacional de Veteranos, con la ayuda del vigía de la vieja fortaleza del
Morro, Narciso Valdés Mir, amarró la histórica bandera a las cuerdas del
mástil; al izarla, contó con el auxilio de los veteranos designados al efecto
por sus compañeros: coronel José Clemente Vivanco, coronel Orencio Nodarse,
teniente coronel Rafael Izquierdo, coronel Manuel María Coronado, teniente
coronel Joaquín Ravena, comandante Eliseo C. Cartaya, comandante Domingo
Herrera, comandante Arturo Primelles, comandante Laureano Prado, comandante
Antonio V. Zicay, y teniente Narciso López.
Cuando la bandera de la República de Cuba llegó al tope del mástil del
Morro, a las 12:15 de ese fausto día, en todos los edificios públicos, naves de
guerra y mercantes surtos en los puertos, todas las embarcaciones y fortalezas
fueron arriadas las banderas estadounidenses e izadas de inmediato las banderas
de Cuba libre.
Júbilo
indescriptible
El júbilo del pueblo cubano fue indescriptible. El cambio de banderas
era la culminación de un proceso doloroso y el inicio de una nueva nación.
Solamente faltaba el juramento del presidente de la república. Rafael
Cruz Pérez y Carlos Revilla, ambos del Tribunal Supremo de Justicia, tomaron a
las 12:20 el juramento constitucional a don Tomás Estrada Palma, asumiendo así,
oficialmente, el alto cargo. Entonces, nuestro generalísimo Máximo Gómez habló
en representación de todo el pueblo de Cuba, expresando que ya habían llegado a
la conquista de su ideal los libertadores de la isla.
Qué lejos estaban de saber aquellos gloriosos mambises y aquel pueblo
feliz que la victoria obtenida era de carácter temporal. Cincuenta y siete años
más tarde, Fidel Castro, hijo de un despreciable voluntario, escoria utilizada
por el ejército español para asesinar y perseguir cubanos, obtendría el poder y
traicionaría los elevados principios democráticos que guiaron a nuestros
Libertadores.
**** Ricardo Núñez Portuondo es nieto del general Emilio Núñez Rodríguez, amigo de nuestro Apóstol, a quien este llamaba "el Ultimo Soldado" y quien izó por primera vez la bandera cubana en nuestra estrenada República.
Remitido por Joe Noda
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