2 de agosto de 2011

ROBERTO CARLOS

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ROBERTO CARLOS

 - Por Marlene María Pérez Mateo
        
Consultar Wikipedia (enciclopedia digital) es para mí casi un hábito. Entre muchas otras ofertas de Internet, su valía es un poco cuestionable en algunos casos pero indudablemente sigue siendo un punto de referencia. En ella sumergida encontré una semblanza biográfica de Roberto Carlos Braga Moreira, para todos Roberto Carlos.
          
En mi adolescencia gozaba dicho artista de la supremacía dentro de mis preferencias. No hace mucho le conocí personalmente dentro de un espectáculo musical y tuve la confirmación de mi acertada selección. Muchas de mis amigos compartían mi preferencia y otras no; pero aun así lo tenían en buena estima.

Don Roberto tiene una voz especial, poder de convocatoria y una presencia escénica un tanto magnética. La lírica de sus canciones dice mucho y de buen grado. Se ha hecho acompañar por músicos de gran valía. Es decir: no canta por cantar.

En su página en Wikipedia, al final aparecen unas líneas dedicadas a Cuba donde se expresa literalmente:  “...En la caribeña  isla de Cuba es uno de los cantantes preferidos.”…
         
 Quisiera, aunque no me especializo en publicidad, dar una respuesta o mejor dicho expresar algunas ideas que expliquen el planteamiento que Wikipedia dejó en el aire, desde mi experiencia personal.
         
Conocí la música del ya mencionado cantante en unos encuentros de adolescentes que organizaba la Diócesis Católica de la iglesia donde asistía. Éramos un grupo minúsculo, ínfimo, de chiquillos y chiquillas (si se compara con la población total de nuestro grupo etario) que por dos o tres días aprendíamos, rezábamos, compartíamos, en síntesis, una especie de “maná del cielo” . Allí supe de alguien que era parte de la música popular en la arena internacional y además cantaba temas como “La Montana”, “Jesucristo”, “Amigo” (dedicado al Papa Juan Pablo II en su primera visita a México),  “Ballenas”, “El progreso”, entre otros. Pienso que el hecho se repitió en otras actividades similares en otras ciudades. Mucho después la radio nacional comenzó o intensificó la difusión de canciones del brasileño, inicialmente temas románticos solamente. Así creció y creció la bola de nieve de la afición de los cubanos por el conocido cantante.

Gustado no, gustadísimo es este señor del romanticismo, la balada. No concibo que esté disponible un área lo suficientemente inmensa capaz de dar cabida a cuanto aficionado llegara a asistir a un concierto de Roberto Carlos en tierra cubana, si dicho evento alguna vez ocurriera (quiera Dios que sí).

Marlene María Pérez Mateo
Mayo 28, 2011


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