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- Por Marlene María Pérez
Mateo
Consultar Wikipedia (enciclopedia
digital) es para mí casi un hábito. Entre muchas otras ofertas de Internet, su
valía es un poco cuestionable en algunos casos pero indudablemente sigue siendo
un punto de referencia. En ella sumergida encontré una semblanza biográfica de
Roberto Carlos Braga Moreira, para todos Roberto Carlos.
En mi
adolescencia gozaba dicho artista de la supremacía dentro de mis preferencias.
No hace mucho le conocí personalmente dentro de un espectáculo musical y tuve
la confirmación de mi acertada selección. Muchas de mis amigos compartían mi
preferencia y otras no; pero aun así lo tenían en buena estima.
Don
Roberto tiene una voz especial, poder de convocatoria y una presencia escénica
un tanto magnética. La lírica de sus canciones dice mucho y de buen grado. Se
ha hecho acompañar por músicos de gran valía. Es decir: no canta por cantar.
En su página
en Wikipedia, al final aparecen unas líneas dedicadas a Cuba donde se expresa
literalmente: “...En la caribeña isla de Cuba es uno de los cantantes
preferidos.”…
Quisiera, aunque no me especializo en
publicidad, dar una respuesta o mejor dicho expresar algunas ideas que
expliquen el planteamiento que Wikipedia dejó en el aire, desde mi experiencia
personal.
Conocí
la música del ya mencionado cantante en unos encuentros de adolescentes que
organizaba la Diócesis Católica de la iglesia donde asistía. Éramos un grupo
minúsculo, ínfimo, de chiquillos y chiquillas (si se compara con la población
total de nuestro grupo etario) que por dos o tres días aprendíamos, rezábamos,
compartíamos, en síntesis, una especie de “maná del cielo” . Allí supe de
alguien que era parte de la música popular en la arena internacional y además
cantaba temas como “La Montana”, “Jesucristo”, “Amigo” (dedicado al Papa Juan
Pablo II en su primera visita a México),
“Ballenas”, “El progreso”, entre otros. Pienso que el hecho se repitió
en otras actividades similares en otras ciudades. Mucho después la radio
nacional comenzó o intensificó la difusión de canciones del brasileño,
inicialmente temas románticos solamente. Así creció y creció la bola de nieve
de la afición de los cubanos por el conocido cantante.
Gustado
no, gustadísimo es este señor del romanticismo, la balada. No concibo que esté
disponible un área lo suficientemente inmensa capaz de dar cabida a cuanto
aficionado llegara a asistir a un concierto de Roberto Carlos en tierra cubana,
si dicho evento alguna vez ocurriera (quiera Dios que sí).
Marlene
María Pérez Mateo
Mayo 28,
2011
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