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El mundo canta las "Mañanitas"
a Cantinflas
- Efe. Alicia G.Arribas/ México.
“Parece que se ha ido, pero no es cierto", fue la frase elegida para
su epitafio por el genial cómico mexicano Mario Moreno, más conocido como
Cantinflas, que hoy cumpliría cien
años. No sabía don Mario hasta qué punto era cierta.
Fue el creador de un personaje sólo equiparable al Charlot de Charles
Chaplin, por su original y desarrapada forma de vestir y comportarse, y por ese
bigote surrealista que subrayaba sólo con dos trazos los bordes de su labio
superior.
Pero, sobre todo, con él creó también un lenguaje disparatado e
incongruente, que en la mayoría de las ocasiones era imposible de entender,
llevando así su humor a los límites del surrealismo.
Se cumple el centenario de su nacimiento y a pesar del tiempo pasado, su
humor global, el primero en trascender fronteras en lengua española, sigue de
plena actualidad; de hecho, se prevé una reedición en 3D de una de sus cintas
más famosas, la que supuso su desembarco en Hollywood, "La vuelta
al mundo en 80 días".
Dirigida por Michael Anderson en 1956, la película -que recibió cinco
Óscar- mostró al mundo el humor del mexicano, una forma de hacer reír que, a
pesar de estar muy alejada del gusto sajón, arrasó en el entorno
hispanohablante.
Moreno inventó un nuevo modo de hacer humor, su personaje, Cantinflas, era
una caricatura del pobre más pobre, del más borracho y arrastrado, y su forma
de hablar, que se iba volviendo progresivamente incomprensible e incongruente,
le daba el toque surrealista necesario para reírse hasta de lo más tremendo.
Y así llegó y arrasó en España, con su humor y sus gestos inocentes, y su
manera de hacer que su "peladito" quedase por encima de los
poderosos, gracias a sus ocurrencias, simples, pero determinantes, que tan bien
enganchaban con el público español.
Su influencia fue tal que la Real Academia Española reconoció el verfo “cantinflear”: hablar de forma
disparatada e incongruente y sin decir nada; y los sustantivos
"cantinfleo": acción y efecto de hablar mucho con escasa o nula
coherencia, y "cantinflas" para definir a una persona "que habla
o actúa como Cantinflas".
Sus parodias de vaqueros, boxeadores, policías o curas, e incluso, de los
tan respetados toreros, a los que imitaba en sus movimientos mientras se recogía
un pantalón tres tallas más grande de la suya atándolo con una cuerda a la
cintura, compusieron un universo tan personal como divertido y, a la vez, tan
evidente como metafórico.
Para muchos -algunos historiadores incluidos- Cantinflas fue un símbolo del
pueblo mexicano. Además de ser un líder en los negocios -creó su propia
productora y montó una ganadería bajo el hierro "Moreno Reyes", entre
otras cosas-, el actor estuvo involucrado en asuntos de la política de su país,
tanto que hubo peticiones populares de candidatura a la Presidencia de la
República.
También conocido como "el mimo de México" o "el Charlot
mexicano", Mario Moreno consiguió levantar pasiones desde sus apenas 1,70
metros de estatura, y no tanto por su "sex-appeal" como por su
magnética personalidad.
Cantante, escritor, actor, compositor y productor, Mario Moreno rodó, con
Cantinflas como protagonista disfrazado de una u otra manera, 51 largometrajes
que dieron la vuelta al mundo.
Mario Moreno, que visitó por vez primera España en octubre de 1946, fue
finalista del Premio Príncipe de Asturias de las Artes en mayo de 1992 y en
abril de 1993. Entonces, ya estaba muy enfermo.
Murió a los 81 años de un cáncer de pulmón (es también famosa su imagen con
un pitillo en la mano o en la boca), el 20 de abril de 1993, y sus cenizas
yacen en el panteón familiar de ciudad de México.
Reproducido
de elimparcial.es
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